Frente al racismo, la sensibilidad intercultural
En medio de la crisis global, crecen los gestos de intolerancia; por eso, se hace imperativo impulsar herramientas que contribuyan a la aceptación del otro
En los últimos días, el mundo entero comenzó a ser bombardeado por imágenes de disturbios sociales que, si bien en lo inmediato nacieron de un acto de violencia policial, tienen su raíz en pensamientos y costumbres sociales fuertemente sesgadas por el racismo. Y esto es algo que sin dudas no se agota en Estados Unidos, como tristemente lo demuestra la brutalidad policial contra miembros de la comunidad qom en Chaco que también conocimos hace poco.
Lo que es aún peor es que estos y otros lamentables hechos de discriminación estallan en un marco en el que el mundo entero ya venía sufriendo grandes olas de racismo y xenofobia, que hoy varias sociedades están viviendo como consecuencia del Covid-19.
Desde los mismos inicios de la pandemia se escuchaban comentarios que ponían de manifiesto el racismo hacia cualquier persona que tuviera rasgos asiáticos, simplemente porque el virus nació en una ciudad china. Eso ha ido acrecentándose a medida que la enfermedad avanzaba, evidenciándose a nivel global. Baste como muestra el hecho de que Wikipedia ya tiene una página completa dedicada a la escalada de racismo en el mundo por el Covid-19.
El gravísimo riesgo que corren sociedades donde se comienza a discriminar abiertamente a un grupo es que esas agresiones derivarán en otra clase de discriminaciones a otros grupos. El racismo funciona en escalada.
Los contextos como el actual, donde hay dificultades sociales y económicas, generan un ecosistema propenso a la discriminación, el racismo y la xenofobia. Las sociedades (y sus líderes) buscan culpables a quienes endilgar responsabilidades: las minorías y grupos vulnerables son, tristemente, los señalados.
Esto se debe combatir desde todos los ámbitos de la sociedad: desde los medios de comunicación y las redes sociales (consumiendo contenido confiable y compartiendo sólo información chequeada), hasta las empresas y el tercer sector, pasando, sin dudas, por el Estado, a fin de educar en un sentido amplia, con el objetivo de que la sociedad sea más inclusiva con los migrantes, las minorías y demás grupos vulnerables.
Desde AFS podemos aportar en este sentido, gracias las herramientas que nos brinda la sensibilidad intercultural,imprescindible para evitar la discriminación, el racismo y la xenofobia.
La empatía es un concepto trabajado ampliamente por la sensibilidad intercultural, porque nos permite acercarnos más a los otros desde un lugar genuino y humilde, y de este modo comprender su punto de vista sin perder el nuestro. Trabajar desde la empatía permite que las personas comprendamos desde qué lugar miramos el mundo y a nosotros mismos, primer paso antes de ponernos en el lugar del otro.
La sensibilidad intercultural enseña también a suspender los juicios de valor, que son los que nos llevan a discriminar. Una cosa es lo puramente observable, otra las interpretaciones y otra muy distinta son los juicios de valor. Entender esto es una actitud clave para evitar la discriminación, que siempre conlleva argumentos vacíos de contenido pero no de juicios.
La sensibilidad intercultural también propone entender los estereotipos que generamos sobre los otros y reflexionar sobre sus riesgos. Reflexionar de esta manera nos permite construir nuevas representaciones. Esta actitud es crítica al momento de pensar las acciones posibles para combatir la xenofobia: entender de dónde vienen los estereotipos hacia los grupos a los que se discrimina para, así, cambiar la conducta e integrar a esos “otros” de un modo diferente.
La discriminación, el racismo y la xenofobia son temas recurrentes en los que las sociedades recaen una y otra vez, y más en situaciones como la actual pandemia. Sin embargo, como individuos y como sociedades debemos abrir los ojos: el virus, en realidad, nos iguala a todos, y por eso es una oportunidad para acercarnos y entender cómo viven otras personas.
Entonces allí está la sensibilidad intercultural, para devolvernos el diálogo con nosotros mismos y con nuestros vecinos, formar a ciudadanos curiosos, empáticos y sensibles con quien es diferente, además de acrecentar el entendimiento y la cooperación y reducir la polarización y los estereotipos.