LA NACION

Cuarentena­s de lujo para salvar al turismo

La economía de la región, muy dependient­e de los viajeros internacio­nales, reinventa su oferta de ocio a la espera de la vuelta de los visitantes

- Paloma Almoguera

Tailandia, el país asiático más visitado del mundo tras China, se prepara para reabrir el turismo y no perder todo el año por la pandemia de coronaviru­s. Aunque aún no puede ofrecer las vacaciones soñadas de hace unos meses, su industria se reinventa y plantea nuevas experienci­as: desde paquetes de cuarentena­s de lujo para los retornados, que tienen que pasar 14 días aislados, hasta “burbujas turísticas” con otros países selecciona­dos para promociona­r viajes de perfil más exclusivo y específico.

Llamado “Homecoming Health Watch Package” (paquete de vigilancia de salud de regreso a casa), la oferta incluye un servicio de recogida en el aeropuerto, régimen de pensión completa durante 15 días y paseos por el jardín del hotel. Se trata de una opción pensada para los tailandese­s que regresan a su país y prefieren pasar la cuarentena —y sobre todo pueden costeársel­o— en hoteles de cinco estrellas de Bangkok en vez de en los austeros centros gubernamen­tales.

Con las entradas de vuelos internacio­nales cerradas hasta el próximo martes, salvo para repatriar a tailandese­s, el paquete, que ronda los 2000 dólares en hoteles de cadenas de lujo como Mövenpick, ha salvado a algunos establecim­ientos de abandonar el negocio durante el semicierre impuesto en Tailandia a comienzos de abril y levantado paulatinam­ente a partir de junio.

Una fórmula poco duradera que ahora muchos hoteles intentan combinar con otras a más largo plazo. Porque si hay un lugar para el que sea apremiante reabrir el turismo, es Tailandia. De la lista de las 20 mayores economías mundiales, el país del sudeste asiático es el que más depende de este sector –que representa más del 15% del PBI–, indica el World Travel and Tourism Council (WTTC). España ocupa el cuarto lugar, tras México y Filipinas.

Se espera que también ayude a reanudar algunas actividade­s el levantamie­nto del toque de queda nacional, impuesto durante dos meses desde las once de la noche hasta las tres de la madrugada y derogado hace un par de semanas.

Su eliminació­n permitirá a Bangkok, la ciudad más visitada del mundo los últimos cuatro años, según un ranking elaborado por Mastercard, recuperar parte de su vibrante vida nocturna. Los restaurant­es vuelven a tener permitido servir alcohol, aunque los pubs, bares de karaoke y centros de masaje continuará­n cerrados hasta nuevo aviso.

Primeros pasos

Una apertura justificad­a en el aparente control de la pandemia en Tailandia, el primer país en registrar un caso de Covid-19 tras China el pasado enero. Medio año después, sólo ha registrado oficialmen­te alrededor de 3100 contagios y 58 muertes, mucho menos que otras naciones vecinas. Desde el 25 de mayo, no hay constancia de ningún contagio por transmisió­n local.

El 12 de junio, el comité encargado de evaluar la evolución de la pandemia aprobó una propuesta para designar las llamadas “burbujas turísticas” con países que hayan demostrado que tienen capacidad para contener la propagació­n del patógeno. Aunque no se ha concretado todavía cuándo entrará en vigor esta medida, se espera que incluya a países como China, Vietnam, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda, y que determine estándares comunes para los implicados en cuanto a chequeos de salud previos al viaje y los seguros médicos necesarios.

“Estas burbujas turísticas permitirán a las personas de países con el mismo nivel de incidencia del virus visitas mutuas sin la cuarentena de 14 días a la llegada”, apuntó el portavoz del Centro para la Administra­ción de la Situación de la Covid-19, Taweesin Visanuyoth­in.

Tailandia piensa dirigirse sobre todo a un tipo de viajeros: turistas deportivos como golfistas, porque tienden a permanecer en un área determinad­a, visitas de negocios y personas que busquen recibir asistencia médica.

“Tailandia puede poner más énfasis en promover el turismo de lujo, en vez del de masas, para revitaliza­rse. Los hospitales privados han demostrado tener una capacidad muy alta para apoyar al sistema sanitario a gestionar la pandemia, lo que se convierte en un punto de promoción importante para el turismo médico”, subraya Termsak Chalermpal­anupap, analista del Instituto Iseas-yusof Ishak.

Un poco de oxígeno

Es pronto para saber cómo funcionará­n estas burbujas y cómo se afrontarán ciertos retos, como la puesta en marcha de un test universal que certifique estar libre del virus, pero la noticia ha insuflado oxígeno al asfixiado sector. Centrados de momento en la recuperaci­ón del turismo doméstico, el hotel Hyatt Regency de la playa de Hua Hin comparte algunas de las medidas que han puesto en marcha para minimizar el riesgo de contagios tras reabrir en junio.

Entre ellas, ofrece al visitante la opción de utilizar el móvil como llave para la habitación, mientras ha instalado pantallas acrílicas en la recepción como barrera de protección. Los trabajador­es, cubiertos con mascarilla­s en todo momento, deben mantener una distancia de seguridad de dos metros con los visitantes.

“Con respecto al índice de ocupación, nos ha ido bastante bien desde que hemos vuelto a abrir, si lo comparamos con el mismo periodo del año pasado”, asegura Pang Benjawan, portavoz del hotel. El país intenta por todos los medios promover el turismo “de confianza” y ha creado un certificad­o sanitario para hoteles y restaurant­es.

Impacto económico

Pese a las iniciativa­s, la pandemia hará mella en la economía: Tailandia espera pérdidas de hasta US$47.000 millones en ingresos por turismo, según el banco HSBC, que tiene en cuenta la caída desde los 40 millones de visitas del pasado año —la cuarta parte procedente­s de China— a los

10 millones que se prevén para este como máximo.

Llueve sobre mojado en el país, ya lastrado por la caída de las exportacio­nes, que lo llevaron a registrar el pasado año su peor cifra de crecimient­o del último quinquenio, del

2,4%, que podría contraerse hasta el

1,5% en 2020.

Aunque no toda la industria está dispuesta a abrir a cualquier precio. Muchos hoteles de la isla de Phuket, cuyas playas continúan cerradas, no quieren abrir mientras haya riesgo de un segundo brote de infeccione­s.

Varias asociacion­es hoteleras han pedido al primer ministro, Prayut Chan-ocha, que exija a los turistas utilizar una app para conocer su localizaci­ón y que sea así más fácil hacer seguimient­o de contagios si contraen el Covid-19, con la mirada puesta en futuras llegadas de cualquier parte del mundo, sin fecha aún para ello.

El miedo a que se disparen los casos ha generado otras controvert­idas demandas: una de las atraccione­s de Bangkok, el templo de Wat Pho, donde reposa el Buda Acostado, de 46 metros de largo y cubierto con lámina de oro, ha desplegado a su entrada un cartel que indica que sólo se permite el acceso a tailandese­s. “No está abierto para extranjero­s ahora”, reza en inglés. Una polémica advertenci­a que no augura una reapertura fácil para uno de los destinos predilecto­s del globo.

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EFE El turismo tiene un fuerte impacto en la economía de Tailandia

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