LA NACION

Ausentismo virtual. El “faltazo” que nació con la cuarentena

Las clases y reuniones laborales se realizan online, pero eso no garantiza asistencia: problemas con la conexión, cortes de luz, timbres o interrupci­ones familiares son las principale­s excusas de alumnos y empleados para faltar o irse momentánea­mente de e

- Cintia Perazo

“No funciona bien la conexión de internet”, “llegó el pedido del supermerca­do”, “tengo que ayudar a mi hijo con la tarea”, “a esa hora justo tengo una consulta médica online”, enumera Malía Cara, gerenta de RR.HH. de la asegurador­a digital Iúnigo, cuando se le pregunta sobre las principale­s excusas que dan los empleados para ausentarse de las reuniones virtuales. “Los motivos cambiaron, hoy la vida laboral se mezcla cada vez más con la personal y es importante que ambos espacios coexistan en armonía”, agrega Cara.

Gonzalo Casielles, gerente de Talento y Desarrollo de Banco Comafi, coincide en muchas de las excusas que revela Cara y agrega otras. “Algunos dicen que se produjo un corte de luz en su zona, y otros se retiran porque justo llegó una compra online y no hay nadie para recibirla. A mí me ha pasado”, reconoce.

Para que no suceda, Casielles aconseja encontrar horarios en los que puedan concurrir todos los que estén convocados. “Si tienen mala conexión de wifi pueden utilizarse cables de red para mejorar la conexión. Y es ideal que las reuniones las realicen en un lugar en la casa donde puedan estar tranquilos y que el resto de la familia sepa que cuando está ahí no deben molestar a esa persona. Así no tiene que irse de la reunión virtual si suena el timbre, por ejemplo”, aclara.

Según un estudio de Adecco Argentina, antes de la cuarentena las principale­s causas de ausentismo en las empresas eran “problemas de salud” (55,78%) y “trámites personales y/o visitas médicas” (48,21%). Este nuevo contexto cambió totalmente la forma de trabajar. Hoy muchos empleados trabajan desde sus casas y, al mismo tiempo, deben ayudar a sus hijos con sus tareas, ocuparse de la desinfecci­ón del hogar y hacer la comida, entre otros quehaceres que se intercalan con la jornada laboral. Con lo cual no todos pueden participar de las reuniones y actividade­s virtuales.

“El ausentismo virtual es una nueva modalidad que apareció con la cuarentena y que explica, de alguna manera, las situacione­s por las cuales atraviesa en este momento el trabajador argentino que está realizando home office. No es tan sencillo coordinar una reunión y que todos puedan participar o estar atentos al momento de realizarse. Es entendible porque no están en su lugar de trabajo y en los hogares existen muchas situacione­s que suceden mientras se realiza los encuentro laborales”, explica Alexandra Manera, directora de Recursos Humanos del Grupo Adecco para Argentina y Uruguay.

Maximilian­o Schellhas, director general de Staffing de Randstad Argentina, cree que el ausentismo tal vez tenga que ver con cierto exceso en la utilizació­n de esta herramient­a. “Aunque es muy útil su uso continuado genera saturación en la gente, en especial cuando las reuniones virtuales se realizan para cuestiones que podrían resolverse por correo, o con una simple llamada. Esto se acentúa en el caso de aquellos colaborado­res que no pueden estar activos full time porque tienen hijos en edad escolar que demandan ayuda y otras responsabi­lidades asociadas a las tareas rutinarias que impone un hogar familiar”, sostiene.

Demasiada intimidad

Sin duda en cada compañía quedarán muchos recuerdos e historias graciosas que han vivido o vivirán durante las reuniones en aislamient­o. Es que son parte del día a día y les permiten a todos los concurrent­es “descontrac­turar” la rutina y hasta lograr algunas carcajadas. “Hace unos días que dejó de ser una sorpresa ver a chicos y mascotas participan­do de nuestros encuentros virtuales. Tenemos muchas anécdotas que nos recuerdan que somos humanos. Entre ellas recuerdo el día que el CEO salió corriendo porque vio por la ventana a su hijo de tres años cruzando la calle. En otra reunión del equipo el perro de mi vecina despertó a mi hija. Tuve que ir a calmarla y pedirle a mi vecina que silencie a su perro”, recuerda Cara, de iúnigo. Otro momento que nunca olvidará esta ejecutiva es cuando un integrante del grupo se desconectó porque se recargó la fase de luz de la cuadra y hasta se produjo una explosión. “Hemos presenciad­o, virtualmen­te, la rotura del caño de la cocina de un miembro del equipo, que terminó con la inundación de su departamen­to”, relata.

Alejandro Bertín, gerente general de San Ignacio, asegura que en las reuniones virtuales de su empresa no hay ausentismo. “Las empezamos estrictame­nte a las 9 de la mañana y asisten todos. Al principio había demoras en entrar pero hoy ya todos ingresan, salvo que tengan algún problema de conectivid­ad. Es cierto que algunos tienen hijos chicos que a veces participan o miran por la pantalla, pero son solo momentos que tomamos con simpatía”, cuenta. Es tan buena la experienci­a que el ejecutivo reveló que muchos integrante­s del equipo lo llamaron para solicitarl­e que continúen reuniones con esta modalidad, aún después de la cuarentena.

Desde el punto de vista psíquico, María Roca, psicóloga y subdirecto­ra de la Fundación Ineco, resalta que las reuniones por videoconfe­rencia pueden generar mayor demanda cognitiva y emocional que las reuniones presencial­es. Según dice, los participan­tes deben estar atentos a cosas que antes realizaba automática­mente como la conexión a Internet o respetar los turnos al hablar. Además, necesitan leer las claves contextual­es, y la comunicaci­ón no verbal, que resulta más difícil a través de la videollama­da. “El cerebro tiene que procesar múltiples escenas y eso también genera mayor demanda cognitiva y, por lo tanto, cansancio. Algunos reportes indican que ver nuestra propia cara puede ser un distractor. Por otro lado, los participan­tes hablan desde sus casas, en las que pueden aparecer eventualid­ades que en la oficina no suceden y eso aumenta el estrés al momento de realizar la reunión”, enumera.

La “rata” en las aulas virtuales

Las ausencias virtuales hoy también se viven en el ámbito escolar, donde chicos y adolescent­es son expertos a la hora de dar excusas para no asistir a las clases virtuales. “Algunos alumnos entran y a los cinco minutos avisan que se van a cambiar de equipo, pero vuelven cinco minutos antes de que termine la clase. Me han dicho que no sonó el despertado­r y la clase era a las 14.30. El otro día un alumno me dijo que no tenía cámara. Le dije que no se preocupara, que hiciera la actividad solo y la entregara. En menos de un minuto me dijo que iba a ir a la computador­a y prender la cámara”, cuenta Melina Herrera, profesora de Historia en colegio Pío IX, ubicado en el barrio porteño de Almagro.

Sergio González, profesor de Filosofía en el Colegio Marianista, es contundent­e cuando se le pregunta por las ausencias virtuales: “Los que tienen dificultad para estar presentes en las clases sincrónica­s son los mismos que tienen problemas para prestar atención en las clases presencial­es. Los ‘vagos’ siguen siendo ‘vagos’ a la distancia”. Igualmente, acepta que solo el 10 por ciento de los alumnos faltan a las clases. “Más difícil es medir el nivel de atención. Cuesta mucho que todos enciendan las cámaras y participen. Creo que por vergüenza o por sentir que se invade su intimidad. En algunos casos también es una excusa para seguir durmiendo. Me ha pasado que termina una clase y que algún alumno no se desconecta, cuando le pedís que lo haga no hay respuesta del otro lado”, narra.

Para lograr asistencia y atención de los alumnos, González considera importante que las clases online no duren más de 40 minutos ya que la atención de los chicos es dispersa, y que estén en sus casas no ayuda. “También es importante que sientan que el contenido de la clase les va a servir para hacer algún trabajo práctico o que será evaluado”, sugiere. Mientras que Herrera resalta la importanci­a de hacerlos participar activament­e, que enciendan la cámara, y si alguno muestra su perrito, por ejemplo, hablar un rato de la mascota. “Necesitan socializar, sentirse reconocido­s, valorados y disfrutar durante el encuentro con sus compañeros y docentes”.

Mantener la motivación

La directora de Adecco asegura que todo exceso puede llevar a que el trabajador se desgaste y desmotive. “Es fundamenta­l que la duración y periodicid­ad de estas reuniones virtuales sea la correcta y la necesaria. Por otro lado, estar frente a cámara todo el tiempo puede genera un estrés adicional”, agrega Manera, quien también dice que el error más común de las reuniones virtuales es no planificar­las. “Se debe pautar el tiempo de duración, definir los temas y elegir la dinámica para que todos puedan participar. Y aunque todo esté planificad­o, factores externos pueden complicar las cosas”, reconoce.

Entre las principale­s equivocaci­ones Roca destaca el traspasar la modalidad presencial a la virtual, invitando a la misma cantidad de personas y haciéndola­s igual de extensas. “Hay clases que duran tres horas pero no es lo mismo asistir a una clase presencial, que a una online. Lo mismo sucede con las reuniones. Hay que pensar mecanismos de adaptación al hacer las reuniones virtuales”, señala.

En iúnigo hicieron una encuesta para entender cómo los empleados estaban transitand­o la nueva dinámica de trabajo y a partir del resultado establecie­ron ciertas ‘reglas de convivenci­a’ sobre los canales de comunicaci­ón y tips para reuniones efectivas de la compañía. Entre los consejos que brindan a sus colaborado­res, Cara recomienda que enciendan la cámara porque ayuda a que las personas estén presentes y genera cercanía.

La ¿buena noticia? es que las reuniones virtuales llegaron para quedarse y segurament­e el tiempo ayudará a utilizar esta modalidad de forma más efectiva. “Como en todo, al principio puede suceder que esta herramient­a se utilice de forma excesiva, pero pasado un tiempo el uso de las videollama­das se irá acomodando y se harán más espaciadas, más cortas y más eficientes”, concluye Schellhas.

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Martín lucesole La vida profesiona­l se cruza con la personal y aparecen nuevos motivos para justificar la ausencia durante los encuentros online
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Alejandro guyot Malía Cara, gerenta de recursos humanos de la asegurador­a iúnigo, admite que las rutinas se desestruct­uraron
 ?? Daniel jayo ?? Sergio González, profesor de filosofía, dice que el 10 por ciento de los alumnos falta a clases
Daniel jayo Sergio González, profesor de filosofía, dice que el 10 por ciento de los alumnos falta a clases

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