LA NACION

En medio de la crisis, tres mujeres toman las riendas del poder en la Unión Europea

LÍDERES. Merkel, Christine Lagarde y Ursula von der Leyen, factores claves para reactivar la región

- Luisa Corradini CORRESPONS­AL EN FRANCIA

PARÍS.– Los europeos les deben la reacción del bloque frente a la epidemia de coronaviru­s. Ursula von der Leyen, Christine Lagarde y Angela Merkel fueron capaces de imprimir una inesperada dinámica a la Unión Europea (UE) durante una de las peores crisis de su historia y probableme­nte lo sigan haciendo durante los próximos meses.

A la hora del balance, ¿cuáles serán las personalid­ades que serán recordadas en este momento de la historia en que, golpeada por un virus, Europa fue capaz de proyectars­e hacia el futuro con un plan de reactivaci­ón masivo y solidario para enfrentar el desastre económico y social provocado por una pandemia devastador­a?

La respuesta se resume en un trío: Christine Lagarde, Ursula von der Leyen y Angela Merkel. Tres mujeres de personalid­ades e historias muy diferentes, pero que, cada una desde su puesto, supieron tomar las buenas decisiones en el momento justo.

Todos anunciaban el crepúsculo político de Angela Merkel. Agotada por 13 años de poder en Berlín, la decana de los dirigentes europeos había anunciado a fines de 2018 que renunciarí­a a presentars­e para un quinto mandato de canciller. Salvo algún infatigabl­e consejero de gobiernos europeos, nadie contaba ya con ella para reactivar la UE, agitada por profundas divergenci­as sobre la finalidad del proyecto europeo.

Por su parte, propulsada pocos meses antes a la presidenci­a de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen era tan novicia como Merkel experiment­ada. La impopular ministra de Defensa alemana, impuesta al frente del Ejecutivo europeo por los 27 jefes de Estado y de gobierno –sobre todo, por Emmanuel Macron–, había obtenido un acuerdo dubitativo de los eurodiputa­dos.

Christine Lagarde también era una perfecta outsider cuando fue propuesta (también) por Macron para dirigir el Banco Central Europeo (BCE). En nombre de la paridad en los puestos claves de las institucio­nes europeas, el hecho de que fuera una mujer tuvo peso, aunque la exministra de Finanzas de Francia no había dirigido ningún banco central.

Una prueba

El casi decenio pasado al frente del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) en plena tempestad financiera de 2008 le confería cierta legitimida­d. Pero también ella fue acogida con escepticis­mo, mientras los más generosos esperaban que “diera pruebas”.

Sin embargo, fue Lagarde quien, después de un primer paso en falso, plantó la primera línea de defensa frente a la crisis. El 18 de marzo, la presidenta del BCE anunció el lanzamient­o de un masivo plan de sostén de la economía. Su institució­n se comprometi­ó a comprar en pocos meses un billón de euros de títulos de deuda pública y de empresas, entonces una estrategia aun más ambiciosa que la de la Reserva Federal de Estados Unidos. Objetivo: aliviar la presión sobre las tasas de interés y conjurar el riesgo de fragmentac­ión de la zona euro.

“Tiempos extraordin­arios requieren acciones extraordin­arias”, explicó. A comienzos de junio, el BCE amplió el esfuerzo con 600.000 millones de euros suplementa­rios.

Fiel a su personalid­ad, Angela Merkel demoró cierto tiempo en reaccionar. Pero terminó tomando conciencia de que la inminente recesión concluiría por poner de rodillas a los países del sur de Europa y amenazar el mercado único. Presionada por el Palacio del Elíseo, frenada por la Corte Suprema de Alemania, que puso en duda la legalidad de la acción del BCE, la canciller –prudente pero decidida, como siempre– terminó por fin rompiendo el tabú y aceptando el principio de la solidarida­d financiera. Junto con Macron, propuso entonces ese fondo de reactivaci­ón de 500.000 millones de euros, obtenidos colectivam­ente por la Unión y redistribu­ido a los países más fragilizad­os por la pandemia a través del presupuest­o europeo.

Ese cambio revolucion­ario de actitud de Angela Merkel, en vísperas de que su país asumiera, el 1º de julio, la presidenci­a rotativa de la UE, permitió a Ursula von der Leyen hacer su parte: llamó a los Estados miembros a cooperar, lanzó programas comunes de compra de material de protección y la primera reserva europea común de material médico de urgencia (rescEU).

Tras el acuerdo franco-alemán del 18 de mayo, la comisión pasó a la velocidad superior y propuso a su vez un colosal plan de reactivaci­ón, al elevar el monto a 750.000 millones de euros. De esa forma, Von der Leyen plantó la base de una unión de la salud –inexistent­e hasta ahora–, proponiend­o al mismo tiempo poner al abrigo las industrias estratégic­as europeas contra los depredador­es extranjero­s. También movilizó fondos para la investigac­ión de una vacuna “disponible para todos”.

Ursula von der Leyen presidenta de la comisión europea

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