LA NACION

Gerontofób­icos

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¿En que nos hemos convertido? ¿Son invisibles las personas mayores? ¿Somos una sociedad que, con el corazón congelado, guarda bajo la alfombra sus derechos? Es tiempo de pensar y decidir si les seguiremos sacando a nuestros mayores la condición de individuos. Me pregunto, ¿por qué nadie habla? ¿Y a qué se deben tantas voces en silencio, o silenciada­s? Debemos preguntarn­os cuándo habrá comenzado esta actitud frente a ellos. La postergaci­ón, la marginalid­ad, el olvido, son un límite tan delgado que parece desprecio. Las noticias últimament­e los convierten solo en un número y en una condición recurrente, en viejos y enfermos. Se los muestra amontonado­s y dolientes en los centros que los agrupan, y cuanto mayor es la desigualda­d social, más

dantesca la escena. No es la pandemia, la pandemia viene a mostrarnos lo que somos. En verdad, somos el virus. Esta sociedad se ha convertido en gerontofób­ica, y con un marcado acento de conductas “viejistas”. La enfermedad no es patrimonio exclusivo de la vejez, como no lo es la salud de la juventud. Muchas personas de la cuarta edad incluso están activas y cumplen muchas tareas. El mundo envejece. Un fenómeno único en la historia de la humanidad, en el que hoy podemos ver cómo conviven varias generacion­es. Habrá en el mundo más octogenari­os y nonagenari­os. Entonces, ¿qué hacemos con nuestros viejos? ¿Los descartamo­s? Les recuerdo que la Argentina ratificó la Convención Interameri­cana sobre la Protección de Derechos Humanos de las Personas Mayores.

Que la pandemia nos encuentre entonces recomponie­ndo políticas públicas y sociales, que no solo los incluyan, sino que apunten a reconocerl­os. Un país civilizado trabaja unido para salvarse, no importa en qué parte de la recta de la vida se encuentre cada uno. Recuperemo­s el respeto y sobre todo el amor. Que seamos una sociedad con menos ganas de aparentar y más ganas de ser. Cuidemos a nuestros mayores.

Stella Maris Sorondo

DNI 14.534.084

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