LA NACION

En busca del feeling que le dé el gol de campeón

- Christian Leblebidji­an

Messi, desde el análisis individual, supera récords y siempre se propone nuevos objetivos, lo cual le da la proyección a otras evolucione­s. En algún momento fueron los goles de derecha, en otros los de tiro libre, más tarde los de cabeza. Desde su desempeño en función de las virtudes que resalta, es irreprocha­ble. No por nada hizo más de mil goles, 70 de ellos en la selección argentina. Hasta se fue reinventan­do desde las posiciones. De wing derecho a falso 9, de enganche a mediapunta. El punto en cuestión es cuando se lo analiza desde la estructura global, desde un engranaje colectivo.

En Barcelona brilló, en la selección todavía está en deuda. Hizo muchos goles en amistosos y en los recorridos de eliminator­ias, Copas América y mundiales en los desarrollo­s, pero ninguno de ellos le significó levantar un trofeo. Ni en las finales de las Copas América 2007, 2015 y 2016; tampoco en los nueve partidos que jugó –de 8vos de final en adelante– en los mundiales de 2006, 2010, 2014 y 2018.

Hizo goles clave en el camino de la selección, pero ofensivame­nte quizás sus mayores sociedades y “entendimie­ntos” los haya tenido con Ángel Di María y Sergio Agüero, con el 9 que se conoce de los juveniles y terminaron siendo amigos cercanos. Con Gago tenía feeling porque el 5 de Vélez se la pasaba casi siempre, tenía la habilidad para encontrarl­o con un pase filtrado por más que el camino estuviera obstruido por varios rivales. Y Messi, otro Messi también desde el juego, luego intentaba desequilib­rar de ¾ en adelante.

Si en Barcelona sus principale­s socios para ser determinan­te en los últimos metros fueron Neymar y Suárez, además de los laterales Dani Alves y Jordi Alba; también tenía química con Ronaldinho y Henry. Pero no siempre fue así, incluso todavía hoy está analizando si logra convivir con Griezmann.

El desafío suyo y de Lionel Scaloni (como DT de la selección) estará en encontrar un contexto que lo potencie, y en juntarlo con socios que no sólo sean compatible­s desde las caracterís­ticas, sino también desde una química que muchas veces no se explica pero que puede tener resultados más determinan­tes. Como individual­idad es único, pero en equipo (en la selección) todavía no pudo ser lo que realmente puede llegar a ser. Pese a los años que lleva en la selección y las 70 anotacione­s, Messi todavía no encontró su Suárez en la Argentina, ni los laterales, esos socios que le permitan ser el 10 de siempre, con goles y asistencia­s, también en los partidos finales de un torneo.

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