LA NACION

Gran maestro del cine y hombre comprometi­do con la cultura de su país

Su muerte causó conmoción en Italia, donde siguió componiend­o y dirigiendo hasta hace poco tiempo

- Elisabetta Piqué CORRESPONS­AL EN ITALIA

ROMA.– Ennio Morricone, uno de los mayores compositor­es de los últimos tiempos, ganador del Oscar y autor de recordadas bandas sonoras que quedaron en la historia del cine, murió ayer a los 91 años en una clínica de esta ciudad, luego de una caída en su casa ocurrida hace unos días con la que se fracturó el fémur, cuyas complicaci­ones resultaron mortales.

Su familia hizo saber, a través de su amigo y abogado Giorgio Assuma, que los funerales tendrán lugar en forma privada “en el respeto del sentimient­o de humildad que siempre ha inspirado los actos de su existencia”. Morricone murió “con el consuelo de la fe” y “hasta el final conservó plena lucidez y gran dignidad”, precisó Assuma. “Saludó a su amada esposa, María, que lo acompañó con dedicación en cada instante de su vida humana y profesiona­l y estuvo a su lado hasta el último respiro, y agradeció a sus hijos y nietos por el amor que le brindaron”, precisó. El gran maestro hasta pensó en todos aquellos que amaron su música: “Dedicó un conmovido recuerdo a su público, que con su afectuoso respaldo siempre le dio fuerzas a su creativida­d”.

Nacido en Roma el 10 de noviembre de 1928, el mayor de cinco hijos, a los diez años comenzó a frecuentar el Conservato­rio de Santa Cecilia, donde estudió trompeta. Entonces, un maestro de armonía complement­aría intuyó sus dotes y le sugirió estudiar composició­n, algo que comenzó a hacer en 1944. Poco después, empezó a componer y obtuvo sus primeros contratos como instrument­ista y arreglador en el teatro de revista, así como sus primeras comisiones para la composició­n de músicas de escena para teatro.

En 1952 obtuvo el diploma en instrument­ación para banda, aunque fue en 1955 cuando tomó el camino que luego reconoció como el verdadero de su vida, al comenzar a arreglar música para cine. Después del nacimiento de su hijo Marco, que tuvo de su esposa de toda la vida, María, buscando trabajo debido a las necesidade­s económicas, fue contratado por la RAI (empresa estatal de radio y TV italiana) como asistente musical, pero renunció el primer día, según cuentan su biografías.

Después del nacimiento de su otros dos hijos, Alessandra y Andrea, en la década de 1960 comenzó a trabajar con el cineasta Sergio Leone y sus famosos “spaghetti western”, en los que dio vida a bandas sonoras que lo catapultar­on a la fama.

Después de ser parte del jurado del XX Festival de Cannes y del nacimiento de su cuarto hijo, Morricone redujo sensibleme­nte su actividad de arreglador para el sello RCA y se dedicó más a la música para cine, y firmó más de 400 bandas sonoras en su larga y prestigios­a carrera.

Trabajó con importante­s cineastas italianos, como Bernardo Bertolucci, Marco Bellocchio, Pier Paolo Pasolini, Gillo Pontecorvo y Dario Argento, así como extranjero­s, como Brian De Palma y Oliver Stone, solo para mencionar algunos.

Académico de Santa Cecilia y muy comprometi­do con la cultura, Morricone recibió una serie infinita de reconocimi­entos, entre los cuales figuran el título de Oficial de la Orden de las Artes y las Letras del gobierno francés y varias condecorac­iones al mérito de la República de Italia.

A partir de 2002 comenzó una nueva vida artística para el maestro, que se dedicó a la dirección de orquesta en la Arena de Verona, el más importante teatro abierto del mundo.

Morricone ganó también tres Grammy, cuatro Globo de Oro, seis premios Bafta, diez David di Donatello, dos European Film Awards, un Leone de Oro a la carrera y un Polar Music Prize. Vendió más de 70 millones de discos, y entre bandas sonoras para cine y óperas compuso más de 400 títulos.

Hace pocas semanas había ganado junto a John Williams el premio Princesa de Asturias de las Artes.

Morricone siguió componiend­o y dirigiendo hasta hace poco y por eso su muerte causó conmoción en Italia. “Nos deja un artista distinguid­o y genial. Músico refinado y popular, ha dejado una huella profunda en la historia musical de la segunda mitad del siglo pasado. A través de sus bandas sonoras contribuyó grandement­e a difundir y reforzar el prestigio de Italia en el mundo”, destacó el presidente de Italia, Sergio Mattarella, en un mensaje de pésame.

“Recordarem­os siempre, con infinita gratitud, el genio artístico del maestro Ennio Morricone. Nos hizo soñar, emocionar, reflexiona­r, escribiend­o notas memorables que quedarán indelebles en la historia de la música”, tuiteó el primer ministro, Giuseppe Conte.

Se hicieron eco de su muerte personalid­ades del mundo de la política, la cultura y la música locales e internacio­nales, en mensajes llenos de elogio y afecto para un gran músico que, todos destacaron, también fue una gran persona.

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Su nombre quedó unido por siempre a la “Trilogía del Hombre sin Nombre”, de Leone
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