La orden de la Casa Rosada: “Respondamos con gestión”
Los funcionarios más cercanos al Presidente no hablaron de las críticas
Los funcionarios más cercanos a Alberto Fernández evitaron ayer hablar en público sobre las críticas de Cristina Kirchner al acto por la celebración del 9 de Julio, reactualizadas por los cuestionamientos que, en la misma línea y con un tono más agresivo, hizo Hebe de Bonafini. No fue casualidad. “Respondamos con gestión”, fue la indicación que bajó el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, a los que le preguntaron cómo seguir.
Ese fue el mensaje subliminal del acto que encabezó ayer el Presidente, en el que se anunció un plan de 63 obras en 47 universidades nacionales, por 9600 millones de pesos.
El respaldo a Fernández quedó a cargo del ministro de Defensa, Agustín Rossi, integrante del universo kirchnerista, y del Cuervo Andrés Larroque, ministro bonaerense. Ante la irrupción de figuras como Bonafini y Julio De Vido, fuertes pero inorgánicas, la palabra del secretario general de La Cámpora procuró evitar un efecto dominó, que trasladara la tensión a otros espacios de pertenencia kirchnerista.
¿Cómo se explica entonces la crítica que hizo Cristina al encuentro del Presidente con los empresarios más poderosos de la Argentina? En el kirchnerismo reconocen que la vicepresidenta buscó “sacudir el avispero”, con un mensaje “para propios y ajenos”. Así como el Presidente recibe críticas y presiones para hacer o dejar de hacer determinadas cosas, argumentan en el espacio que conduce Cristina, ella también está habilitada para intentar incidir en determinadas cuestiones de la gestión. “Ella puso todo su capital político en esta construcción y ve que hay cuatro o cinco que rodean a Alberto que no trabajan como tienen que trabajar”, señaló un dirigente.
En el Gobierno hubo lecturas diferentes sobre la crítica de Cristina al acto del 9 de Julio. En el primer piso de la Casa Rosada hubo incluso funcionarios que coincidieron con el planteo de fondo del artículo citado por la vicepresidenta, del periodista Alfredo Zaiat, que advertía que los empresarios del llamado G-6 no son los actores indicados para construir un modelo de desarrollo. También hubo una suerte de autocrítica acerca de lo acotado de la convocatoria. Reconocen que debió haber incluido a algún representante de las pymes y de las organizaciones sociales. Destacan, de todos modos, que la intención fue resaltar la voluntad de diálogo del Presidente.
Eso sí, los funcionarios más cercanos a Fernández no se explican por qué la vicepresidenta hizo pública la crítica. Recuerdan, a modo de respuesta, que empresarios muy poderosos se reunieron con Máximo Kirchner el mes pasado.
“¿Cristina y Máximo no piensan igual?”, se preguntaron, para correr al Presidente del centro de la discusión.