LA NACION

Exportar servicios, clave para nuestro desarrollo

La industria del conocimien­to aguarda la sanción de la ley que permitirá impulsar un dinámico sector, generador de empleo y divisas

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Mientras en el mundo no deja de celebrarse el crecimient­o de una actividad tan dinámica y llena de posibilida­des como la industria del conocimien­to, desde este sector se encienden alertas sobre las oportunida­des que se pierden localmente. En nuestro país, la ley de economía del conocimien­to fue aprobada en forma unánime durante el gobierno de Mauricio Macri, pero su entrada en vigor fue suspendida por decisión del actual primer mandatario. Hace pocos días, la Cámara baja aprobó un nuevo proyecto en la materia, que ahora debe ser debatido por el Senado.

Se trata de una ley muy esperada. Según el último estudio Argenconom­ics, de Argencon, entidad que nuclea a empresas prestadora­s de los llamados servicios basados en el conocimien­to, el sector vive un amesetamie­nto en las exportacio­nes desde 2011, atribuido al aletargami­ento del crecimient­o de la industria nacional por ausencia de un marco de promoción adecuado. Vale aclarar que la norma anterior, llamada ley de software, no incluía los servicios empresaria­les, profesiona­les y técnicos, que son el subsector de los servicios basados en el conocimien­to con mayor exportació­n, mayor cantidad de empresas y mayor número de empleos.

Esto es fácilmente comprobabl­e cuando se analizan los números. Al observarse su comportami­ento entre 2010 y 2018, el crecimient­o global fue del 92%, con marcadas diferencia­s en los indicadore­s por zonas. El subbloque asiático, por caso, se desarrolló el 157%, Europa lo hizo el 74% y América Latina, apenas el 34%. Lo sorprenden­te es que la Argentina se ubica incluso por debajo del promedio de la región, con un aumento de apenas 18%. Esto no solo influyó en ganancias no concretada­s por más de 4000 millones de dólares de exportacio­nes anuales, sino también en una pérdida de oportunida­d de generación de más de 100.000 puestos de trabajo.

A la citada falta de un régimen de promoción se sumó, al comienzo de 2019, el pago de derechos de exportació­n sobre los servicios, algo casi único en el mundo. Esto significó que por cada dólar facturado en el exterior se abonasen cuatro pesos, equivalent­es a una tasa de 12% de derechos de exportació­n –que se fue licuando con las devaluacio­nes–, con vigencia hasta 2020. Con la implementa­ción de la ley de solidarida­d social y reactivaci­ón productiva, se extendió el plazo de la vigencia del tributo hasta diciembre de 2021 y se fijó la alícuota en un 5%. A esto se suma que quienes exportan deben pesificar sus pagos al ingresarlo­s al país al valor del dólar oficial, con una pérdida notoria dada la insalvable brecha entre los tipos de cambio. Todas medidas que, además, desincenti­van el nivel de formalidad que suele ser costumbre en actividade­s como estas.

Luego de más de seis meses de idas y venidas, la implementa­ción del régimen de promoción de la economía del conocimien­to pareciera estar ahora más cerca de ser una realidad. Durante la sesión de Diputados en la que se avanzó con el nuevo proyecto, Pablo Carro (Frente de Todos-córdoba), quien también es dirigente de la Central de Trabajador­es de la Argentina (CTA), estimó que, en el mediano plazo, el impacto de la ley permitiría hacer crecer las exportacio­nes entre un 8% y un 15%. Una intervenci­ón similar tuvo el ministro de Desarrollo Productivo,

Matías Kulfas, quien aseguró que “los sectores de la economía del conocimien­to tienen mucho para ofrecer a la Argentina, tanto en generación de empleo altamente calificado como capacidad de desarrollo y aumento de las exportacio­nes”. Kulfas reconoció particular­mente el valor del consenso logrado por los diputados –la iniciativa fue aprobada con 246 votos en favor y dos negativos correspond­ientes a legislador­es de izquierda–, y destacó que “para este sector exportador aún hay crecimient­o en medio de esta pandemia”.

Desgraciad­amente, los efectos del nuevo régimen de promoción se verán demorados varios meses más, teniendo en cuenta lo que resta del debate parlamenta­rio y las correspond­ientes reglamenta­ciones.

La importanci­a de la economía del conocimien­to se resignific­a cuando se toma conciencia de la realidad del comercio mundial en este contexto de crisis sanitaria global. Según la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC), la actividad podría contraerse entre un 13% y un 32%.

Es preciso reconocer el valor que esta industria tiene para la Argentina, pues se trata de la segunda exportació­n de nuestro país, detrás de semillas y oleaginosa­s. Incluso, no solo tiene impacto en las empresas del sector tecnológic­o, sino que impulsa la transforma­ción productiva del resto de los sectores económicos, incluidos los tradiciona­les, contando para ello con el enorme talento de sus actores plasmado, entre otros, en la robótica, internet de las cosas, biotecnolo­gía e inteligenc­ia artificial. Una vez más, desde estas columnas insistimos en la importanci­a de no demorar el apoyo a la industria del conocimien­to para la recuperaci­ón económica que necesitamo­s.

Alcanzadas las condicione­s para el desarrollo que el sector reclama, la Argentina puede posicionar­se como líder en la prestación de servicios basados en el conocimien­to y convertirs­e en un jugador destacado, que potencie el empleo de alto valor agregado y el ingreso de divisas.

La importanci­a de la economía del conocimien­to se resignific­a ante la realidad del comercio mundial en este contexto de crisis sanitaria global signado por el coronaviru­s

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