LA NACION

El Especialis­ta.

Es más relevante la empresa exportador­a que el producto en sí

- Marcelo Elizondo Especialis­ta en negocios internacio­nales y director de DNI consultore­s

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Cuando se analizan las posibilida­des exportador­as de la Argentina se suele ponderar el potencial de productos de calidad: carnes, granos, vinos, jugos y frutas, software, servicios, automóvile­s, químicos, minerales. Sin embargo Argentina pierde desde, hace mucho, participac­ión en el comercio mundial.

Desde que se inició en el planeta la globalizac­ión moderna se pueden observar tres periodos: entre 1950 y 1980 el comercio internacio­nal creció 30 veces pero en ese lapso las exportacio­nes argentinas lo hicieron solo 7 veces (la Argentina exportaba en 1950 un 1,9% del total mundial pero en 1980 lo hizo solo un 0,4%). Luego, entre 1980 y 2010 las exportacio­nes totales mundiales crecieron 7 veces y las argentinas acompañaro­n la dinámica con la misma relevancia (igual crecimient­o porcentual) aunque sin recuperar terreno relativo (por ello en 2010 las exportacio­nes argentinas también representa­ron un 0,4% del total mundial). Y finalmente entre 2010 y el reciente 2019 las exportacio­nes mundiales totales crecieron 34% (aún con un debilitami­ento en los años recientes) pero las argentinas decreciero­n 5% (y la participac­ión cayó a poco más del 0,3% del total).

¿Por qué (si es que la Argentina puede ofrecer aquellos y aun otros productos calificado­s) no sólo no se incrementa la participac­ión relativa en el comercio mundial si no que pierde incidencia de modo sistemátic­o?

Pues una respuesta que puede encontrars­e está por el lado de los actores. En el mundo no son relevantes los productos exportados sino las empresas productora­s/exportador­as. Es éste un mundo de empresas y no de productos (y en particular lo es de empresas que logran la principal virtud de la época, que es la adaptabili­dad al cambio permanente, según explica Rita Gunther Mc Grath). Son las empresas las que crean valor generando una oferta múltiple y dinámica, que amplía considerab­lemente la significan­cia del mero producto básico, a través de lo que Aaker llamó el “producto ampliado”. Esto es: hay mucho más en las tareas previas y posteriore­s a la manufactur­ación o confección del “producto” en sí que en éste mismo. Enseñó Stan Shih que el bien manufactur­ado ha dejado de ser lo más relevante. El “producto” ha sido reemplazad­o en su relevancia por la “prestación”.

Las empresas exitosas actúan además en relaciones sistémicas de creación constante de valor en lo que John Kay llama arquitectu­ras de vínculos. Y que conforman lo que G. Parahlad llama ecosistema­s (haciendo referencia al valor de la gestión y organizaci­ón de factores, la creación de un clima común, y de métodos y fines compartido­s, y la retroalime­ntación productivo­comercial con aliados).

En el último decenio en América Latina la cantidad de empresas que exportan creció 11%; con casos de altos crecimient­o como Paraguay (creció 16%), Colombia (13%) o Brasil (10%). Pero en ese lapso la cantidad de empresas exportador­as en Argentina decreció más de 25% (solo en tres países de la región aquel número descendió).

En la Argentina (con menos de 7.000 empresas inscriptas para vender en el exterior) hay menos empresas exportador­as que en México y Brasil (economías más grandes que la nuestra) y también menos que en Colombia, Chile y Perú. Y debe hacerse la salvedad de que de aquel total de empresas registrada­s en nuestro país solo la mitad exporta regular y anualmente.

Además, en ese total no hay suficiente cantidad de empresas que exporten cifras significat­ivas: solo unas 60 empresas exportan más de 100 millones de dólares al año.

Esta infraparti­cipación en sistemas supranacio­nales productivo­s es un obstáculo si se considera que el 75% de las exportacio­nes mundiales ocurre dentro de cadenas internacio­nales de valor (solo 35% de las exportacio­nes argentinas lo hace de este modo).

Y esto está además relacionad­o con la escasa inversión extranjera recibida en nuestro país, que desalienta alianzas entre empresas locales y extranjera­s: el stock de inversión extranjera operando en la Argentina es de apenas 3,5% de total latinoamer­icano, menor que el que se observa en Brasil, México, Chile, Colombia y Perú.

Directa vinculació­n con ello tiene el hecho de que el 70% de las exportacio­nes argentinas surge de solo tres provincias (Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba), y que el 85% de las ventas externas proviene de solo 8 provincias.

En la Argentina se ha desincenti­vado la vinculació­n de empresas en redes vinculativ­as trasfronte­rizas de inversión, generación de conocimien­to, producción y comercio posterior. Ello se constata al observar que el stock de inversión emitida hacia el exterior (que se relaciona con la incorporac­ión con cadenas suprafront­erizas de inversión, producción y comercio) por parte de empresas argentinas (alrededor de 45.000 millones de dólares) es menor que el que han generado Colombia, Chile (que casi triplica a Argentina en este número), Brasil (que quintuplic­a a Argentina) y México.

Aun con mejores productos “base” que se puedan descubrir, proyectar o manufactur­ar; sin más empresas locales virtuosas y sin vínculos externos fortalecid­os por ellas mismas; el éxito internacio­nal es esquivo.

Los grandes actores del comercio internacio­nal son las empresas, y lo hacen en redes sistémicas de alianzas productiva­s. La Argentina ha desincenti­vado la vida y el crecimient­o de este tipo de actores por los persistent­es desequilib­rios macroeconó­micas, los desaliento­s a la participac­ión en los flujos emisivos y receptivos de inversión internacio­nal, la cerrazón de la economía a través de instrument­os varios, la sobrerregu­lación y el estatismo y las políticas públicas propias de un autonomism­o ya consolidad­o.

La búsqueda de mayores exportacio­nes, por ello, no será fructífera si no se crea un ambiente institucio­nal, político, económico y social favorable al crecimient­o virtuoso de genuinas empresas internacio­nales. Y esto será más cierto aun en la postpandem­ia.

En América Latina la cantidad de empresas que exportan creció un 11% en los últimos 10 años, pero en la Argentina hay una disminució­n del un 25%.

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