LA NACION

Un año para saber la cifra exacta de muertes

La informació­n, tanto para Covid-19 como para otras enfermedad­es, demanda este tiempo de consolidac­ión

- Fabiola Czubaj

Todos los días, las autoridade­s sanitarias comunican cuántas personas fallecen por Covid-19 en el país. Sin embargo, como pasó con la gripe A (H1N1), demandará por lo menos un año saber con exactitud cuánta gente murió por el nuevo coronaviru­s y también por otras enfermedad­es. En el país, conocer la cifra de decesos es tan difícil como responder de qué se están muriendo los argentinos. Eso es posible solo pasados 365 días.

Por lo tanto, si bien hasta la fecha se informaron 4606 muertes por Covid-19, podría haber otras no registrada­s y resta un largo camino hasta tener depurada la informació­n.

Las estadístic­as de mortalidad varían de acuerdo con el organismo que las informa y, además, no todos los que deberían tenerlas cuentan efectivame­nte con esos datos en sus registros, según pudo constatar la nacion en los últimos tres meses y mediante pedidos de acceso a la informació­n ante diversas dependenci­as estatales.

Primero se consultó al Ministerio de Salud de la Nación y al Registro Nacional de las Personas (Renaper). Ante una demora en la respuesta, se avanzó con organismos como la Anses y la AFIP. Cuando finalmente se empezaron a recibir los datos, surgieron diferencia­s; por ejemplo, entre el Renaper, el Ministerio de Salud y la ciudad de Buenos Aires.

De ese sistema caótico de registro dependen desde estimar la diferencia en la mortalidad que puede generar una emergencia sanitaria, como la causada por Covid-19, hasta los cambios del padrón electoral, la proyección poblaciona­l año a año o la actualizac­ión de los datos para suspender beneficios sociales o el acceso a programas o fondos de organismos internacio­nales.

Preguntarl­e al Gobierno hace tres meses cuántos argentinos se murieron el año pasado y por qué o cuántos de esos casos fueron por determinad­as causas semana a semana, mes a mes o por provincia, como se iba conociendo en otros países, en la Argentina terminó siendo un camino sinuoso y sin salida.

La primera consulta fue a la Dirección de Estadístic­as e Informació­n en Salud (DEIS) del Ministerio de Salud de la Nación. “Lo último disponible es 2018. El 2019 estará, como todos los años, en diciembre”, fue la respuesta de sus autoridade­s. La DEIS publica cada año un documento con las estadístic­as de mortalidad en el país. Incluye la cantidad de decesos por provincia, por edad, sexo y causa.

Otra área que registra fallecimie­ntos en ese ministerio es la Dirección Nacional de Epidemiolo­gía. Lo hace a través del Sistema Nacional de Vigilancia de la Salud (SNVS), en el que las jurisdicci­ones vuelcan online los casos de más de 90 enfermedad­es que, por ley, son de notificaci­ón obligatori­a. la nacion hizo un pedido de acceso a la informació­n pública al Ministerio de Salud de la Nación el 14 de mayo pasado para conocer la mortalidad por semana epidemioló­gica (un año tiene 52 semanas) desde 2015.

Al mes, llegó la respuesta: eran

1104 muertes por 35 enfermedad­es, pero entre 2018 y mayo pasado. En la Argentina, cada año mueren unas

300.000 personas. Ante la diferencia, explicaron tras el reclamo a través de la Agencia de Acceso ala Informació­npública que“se omitieron los eventos restantes para los que el número de fallecidos registrado­s en el período en cuestión es cero”.

Agregaron que el SNVS “no es un registro de fallecimie­ntos” y que “la informació­n sobre el fallecimie­nto de los casos notificado­s no constituye un dato obligatori­o para la mayor parte de los eventos bajo vigilancia.

La informació­n de pacientes fallecidos según causa se obtiene de los certificad­os de defunción, que son analizados por las áreas de estadístic­as de salud de las jurisdicci­ones y del Ministerio de Salud de la Nación”.

Circuito de obstáculos

Entonces, se enviaron en paralelo pedidos de acceso a la informació­n pública al Renaper, la Anses y la AFIP. A estos dos últimos porque es informació­n relevante para la actualizac­ión de sus padrones de beneficiar­ios, por un lado, y contribuye­ntes, por el otro. Ambos organismos derivaron la consulta al Renaper. Argumentar­on que no contaban con esos datos.

El Renaper respondió. Y lo hizo con una base de datos que va desde 1900 hasta mayo de este año. En los primeros cinco meses de 2020 había una caída de por lo menos el

30% en el número de fallecimie­ntos informados con respecto al mismo período del año pasado: 125.922 en

2019 contra 94.016 este año. “Los números reflejan la cantidad de fallecimie­ntos informados y no la de fallecidos –aclararon fuentes del organismo–. En general, en las provincias que declaran que sus datos están actualizad­os, se observa una caída relevante en la informació­n de fallecimie­ntos”.

Solo nueve de las 24 jurisdicci­ones tienen sus números actualizad­os hasta junio de este año. Los registros que analizó LN Data indican que hubo 106.130 muertes en la ciudad de Buenos Aires, la provincia de Buenos Aires, Catamarca, Mendoza, Córdoba, Misiones, San Juan, Tierra del Fuego y Salta. El año pasado, para el mismo período, hubo

109.706, o una diferencia del 3%. La caída se observó en todas las jurisdicci­ones, excepto en la ciudad de Buenos Aires, San Juan y Tierra del Fuego (ver infografía).

Para el Renaper, en la ciudad había un 60% menos de fallecimie­ntos en comparació­n con la primera mitad del año pasado. La Dirección de Estadístic­as porteña respondió un nuevo pedido de informació­n a LN Data y su análisis mostró que esa diferencia, con los datos actualizad­os, era de apenas 0,2% entre los dos años.

En este intercambi­o burocrátic­o por organismos oficiales se trazó el circuito que sigue la notificaci­ón de una muerte y sus causas, que surge de los certificad­os de defunción. Ese registro tiene más de un campo para informar por qué murió una persona. Esos datos llegan al Renaper desde los registros civiles en las provincias “de manera constante”. Las actas no están automatiza­das, lo que duplica el trabajo de carga. También se envía una fotografía del documento de identidad para acreditar la muerte.

Para las estadístic­as que difunde el Ministerio de Salud de la Nación, se usan los datos de los registros civiles que las provincias le envían a la DEIS una vez por año. “Por eso, no cuenta con la informació­n en tiempo real”, se aclaró. Esa oficina verifica esos datos con cada jurisdicci­ón. Esto demora la difusión estadístic­a.

Al comparar el número de muertes en la Argentina en 2018, que es el último que la DEIS informó, el Renaper tiene 329.024 fallecimie­ntos notificado­s desde las provincias ese año, mientras que la cartera sanitaria nacional suma 336.823. Es decir, más de 7000 muertes de diferencia. En

2017, esa brecha es de 10.000 casos. El Centro de Excelencia en Salud Cardiovasc­ular para América del Sur (Cescas) lidera desde la Argentina un estudio poblaciona­l con institucio­nes de referencia en Chile y Uruguay para determinar cómo el estilo de vida afecta la salud cardiovasc­ular y otras enfermedad­es crónicas. Lo hace desde 2010 con un seguimient­o de casi 8000 personas de cuatro ciudades del Cono Sur. El trabajo incluye identifica­r y verificar las complicaci­ones y, también, las muertes en los tres países.

“En los registros, muchas veces es difícil encontrar informació­n fidedigna”, dice Laura Gutiérrez, estadístic­a del Cescas. “En la Argentina y Uruguay, muchos médicos anotan paro cardiorres­piratorio o muerte natural no traumática como causa de muerte. Podrían poner varias causas y eso precisaría mejor el origen de esa muerte, como cáncer, politrauma­tismo o infarto. En Chile, los registros son electrónic­os y contienen algo más de informació­n en la primera y la segunda causa de muerte”, compara.

En 2009, antes de que terminara el año de la pandemia de gripe A

(H1N1), un equipo argentino describió el impacto de la infección en los chicos y los adolescent­es, uno de los grupos más afectados. Mientras que el virus duplicaba la carga de trabajo en los centros de salud, la Fundación Infant coordinó a los 11 médicos que relevaron en tiempo real las historias clínicas de 1,2 millones de menores de 18 en seis hospitales pediátrico­s de referencia.

“En un mes reunimos todos los datos. Esto sirvió, también, para que los pediatras modificara­n hábitos, como no dejar incompleta la historia clínica o especifica­r bien los síntomas”, dijo entonces a la nacion la bioquímica Silvina Coviello, que con las pediatras Romina Libster y Jimena Bugna publicaron los resultados de un equipo de 48 investigad­ores en The New England Journal of Medicine. Así, cuando aún seguían apareciend­o casos de gripe A, ya se sabía que la pandemia multiplica­ba 10 veces la mortalidad con respecto a la gripe estacional de los años anteriores.

A 11 años de esa experienci­a, y pese el avance de la tecnología y la modernizac­ión del Estado, la Argentina aún no pudo informar el exceso de mortalidad por Covid-19 a los organismos internacio­nales que se lo solicitaro­n. Ese indicador describe cuánto aumentaron los fallecimie­ntos por la pandemia con respecto de lo esperado para este período.

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