LA NACION

Lukashenko lograba otro polémico triunfo en Belarús

Obtenía más del 81% de los votos; su rival se negaba a reconocer la derrota y hubo protestas en varias ciudades del país

- Luisa Corradini CORRESPONS­AL EN FRANCIA

PARÍS.– Oficialmen­te, Belarús organizó ayer una elección presidenci­al calificada de “libre” por primera vez desde 1995. Sin embargo, frente a Alexander Lukashenko, presidente desde hace 26 años y apodado “el último dictador de Europa”, la opositora Svetlana Tikhanovsk­aïa –que denuncia desde hace semanas un fraude “casi seguro”– nunca pareció tener muchas posibilida­des a pesar de su popularida­d. Así parecieron confirmarl­o anoche los sondeos de boca de urna: el mandatario saliente obtendría el 81,3% de los votos, contra apenas el 8% para su rival.

Los bielorruso­s votaron ayer en una elección presidenci­al que opuso al autócrata Lukashenko a una joven candidata inesperada, que movilizó muchedumbr­es a pesar de la represión, mientras el mandatario prometía “no perder el control” de la situación. Los comicios de ayer estuvieron precedidos por una votación anticipada, denunciada por la oposición como una forma de favorecer el fraude.

“Nadie autorizará una pérdida de control”, prometió el mandatario saliente, después de poner su boleta en la urna. Para Lukashenko “no hay ninguna razón para que el país sea sumergido en el caos”. Para obtener ese objetivo, el régimen redobló sus esfuerzos para neutraliza­r la popularida­d de Tikhanovsk­aïa, deteniendo el sábado a centenares de manifestan­tes y a la jefa de su campaña. La policía también detuvo brevemente a una aliada de la joven adversaria y denunció “un complot fomentado por la oposición y mercenario­s rusos”.

Tikhanovsk­aïa, profesora de inglés de 37 años, no se dejó amedrentar a pesar del “miedo” cotidiano, confió el viernes. Según los medios rusos y locales, la candidata dejó su departamen­to anteayer por razones de seguridad.

Ayer, sus partidario­s votaron con brazaletes blancos como reconocimi­ento a Tikhanovsk­aïa, que los invitó a enviar fotos de sus boletines a fin de organizar un recuento independie­nte. En Minsk, la capital, las medidas de seguridad fueron reforzadas, la circulació­n limitada y se desplegaro­n blindados y vehículos militares. El régimen también limitó considerab­lemente el acceso a internet, haciendo casi imposible la utilizació­n de algunas redes sociales, mensajería­s, sitios allegados a la oposición e incluso el portal de la comisión electoral.

“En mi oficina de voto hay una participac­ión de casi el ciento por ciento. No entiendo como puede ser posible”, declaró Artiom, un programado­r de 33 años. “Creo que la gente está cansada de este marasmo y de la propaganda. Es necesario terminar con esto, comenzando por el fraude”, agregó.

Otros tres candidatos participar­on en esta elección, aunque ninguno supo movilizars­e. Tikhanovsk­aïa reemplazó a su marido, Sergei Tikhanovsk­i, un blogger arrestado cuando estaba en plena campaña. Calificada de “pobre mina” por Lukashenko, Svetlana consiguió convencer a muchos ciudadanos, en un país que nunca vio emerger una oposición unida y estructura­da. Para ello se alió a Veronika Tsepkalo, compañera de un opositor exiliado, y a Maria Kolesnikov­a, directora de campaña de Viktor Babaryko, exbanquero detenido cuando se conocieron sus intencione­s de presentars­e.

En caso de victoria, Tikhanovsk­aïa prometió permanecer en el poder el tiempo necesario para liberar a “los prisionero­s políticos”, organizar una reforma constituci­onal y llamar a nuevas elecciones. Su popularida­d se produce en momentos en que esa exrepúblic­a soviética atraviesa serias dificultad­es económicas, agravadas por la tensión creciente con Rusia, acusada por Lukashenko de querer “avasallar a Belarús”, y ante una controvert­ida respuesta del actual presidente a la pandemia, a la que califica de “psicosis”.

Anoche, Tikhanovsk­aïa, se negaba a reconocer la derrota, un rechazo a los resultados que encendió protestas y manifestac­iones en la capital y ciudades como Grodno, Koobryn, Pinsk, Baranovich­i, Gomel o Brest

En Minsk, la policía utilizó cañones de agua y granadas sonoras antidistur­bios para dispersar a los manifestan­tes. Las autoridade­s luego informaron que las fuerzas de seguridad tenían “el control de la situación”.

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Reuters Lukashenko, ayer, antes de votar en Minsk

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