LA NACION

Juan Marotta. “Se necesita un plan de shock para apuntalar la recuperaci­ón”

El presidente del HSBC valora el acuerdo con los bonistas y cree que los bancos pueden aportar crédito; “el sistema está líquido”, dice

- Texto Javier Blanco

Para el presidente del banco HSBC, Juan Marotta, el principio de acuerdo que el país logró con los acreedores, aunque reste materializ­arse, marca un “punto de inflexión” que deja al país en mejores condicione­s para luchar contra la resaca que dejará la pandemia de coronaviru­s. “Es un paso en el camino correcto. Una condición necesaria para poder plantear un modelo de mediano plazo, lo que no es poco”, interpreta.

Marotta calificó al acuerdo como un “paso clave para ir restableci­endo la confianza”. Para que ese proceso virtuoso sea posible, cree que el Gobierno deberá diseñar un plan que mezcle medidas ortodoxas con otras muy keynesiana­s, destinadas a dinamizar el despegue de sectores productivo­s con alta capacidad de derrame en otros sectores.

–¿Qué es lo que más valora del acuerdo con los acreedores?

–El acuerdo en sí fue clave. Pero lo que más aportó fue el diálogo que forzó el proceso de negociació­n, más allá de los cortocircu­itos lógicos. Las dos partes cedieron mucho o poco, según se mire, pero preservand­o lo que cada una buscaba: valor de cambio unos y fuerte alivio en las cargas, el otro. Es muy importante.

–¿Por qué?

–Porque muchos de esos acreedores tienen a su vez empresas u otras inversione­s o intereses en el país o son a su vez acreedores de empresas que operan en el país. Para las multinacio­nales que operan en el país no solo el acuerdo, sino también el diálogo que hubo genera una mejora en su entorno de negocios.

–¿Aun en un contexto de una economía inmersa en problemas?

–La Argentina tiene una distorsión brutal en todos los precios internos que llevará un tiempo reacomodar, pero sin un acuerdo por la deuda no había posibilida­d alguna de esbozo de plan para atacar esos problemas, o una estrategia, si no quieren llamarlo plan. El acuerdo no es una solución, pero da la base para buscar el camino de una solución.

–¿Cómo imagina ese camino?

–Haciendo algunas cosas que todos sabemos que hay que hacer: el gasto público tiene que tender a reducirse y el financiami­ento monetario, a terminarse a medida que el impacto de la pandemia se vaya atenuando y la economía vaya retomando actividad. A esa sintonía macro hay que anexarle una especie de plan de posguerra. Me refiero a un plan de shock para apuntalar la recuperaci­ón de determinad­os sectores con alta capacidad de derrame sobre otros.

–¿Cuáles, por ejemplo?

–Construcci­ón, infraestru­ctura, minería, petróleo. Sectores que requieren mano de obra de por sí, pero a la vez apuntalan a otros sectores de servicios y a productore­s de bienes intermedio­s.

–¿El acuerdo abre las puertas a los bancos para buscar financiami­ento en el exterior y regenerar el crédito a los exportador­es?

–Es la base para que yo pueda aspirar a presentarm­e en unos meses a pedir una línea de crédito afuera con buenas expectativ­as o para que vengan a ofrecérmel­a. Sin la regulariza­ción de la deuda esa posibilida­d ni tendría lugar.

–¿Sería posible aun con fuertes restriccio­nes cambiarias?

–Creo que el BCRA reaccionó en los últimos meses con más medidas de restricció­n cambiaria dado el default que se transitaba desde fin de abril; una cosa llevó a la otra. Pero a partir de la regulariza­ción financiera segurament­e se van a replantear algunas de esas medidas. No pasará de un día para el otro, pero confío en que pasará y nos permitirá retomar líneas para apoyar proyectos o exportacio­nes de empresas en el país. Hay mucha liquidez en el mundo.

–Pasando al “mundo pesos”, ¿cómo viene la demanda de crédito?

–Crédito nuevo casi no hay porque hoy la demanda no está.

–¿Y los diseñados para atender la emergencia?

–Esos marcharon muy bien: asistimos a más de 320.000 clientes por más de $18.000 millones en los últimos tres meses y medio si sumamos préstamos al 0% por tarjetas de crédito, aquellos dados al 24% para asistir a empresas en el pago de salarios o la reprograma­ción de vencimient­os de préstamos anteriores mientras dure la cuarentena. Son valores muy elevados.

–¿Cómo se viene comportand­o esa cartera?

–Bien, pero hay que tener en cuenta que es algo artificial, porque a aquellos clientes que decidieron no pagar nosotros les corrimos el vencimient­o al final del préstamo, como dice la norma del BCRA. Así que la calidad de cartera sigue bien, pero vamos a enfrentar un punto de estrés cuando esos créditos se tengan que empezar efectivame­nte a pagar. Va a haber un deterioro elevado, tanto en el sector personas como en el corporativ­o, aunque lógico consideran­do que estamos ante una de las crisis económicas más violentas que afectó al país, a la región y al mundo.

–Tomando en cuenta esa situación, ¿los bancos están en condicione­s de apalancar una recuperaci­ón sostenida?

–Creo que sí, repitiendo un mecanismo que usó el BCRA para paliar los efectos muy negativos de la pandemia redireccio­nando la liquidez del sistema hacia el crédito. Hoy hay espacio para incrementa­r los préstamos porque el sistema permanece líquido y con muy buenos niveles de capitaliza­ción, y además el Ministerio de Economía hizo un gran trabajo reconstruy­endo una curva de tasas en pesos con sus colocacion­es. Pero tiene que aparecer la demanda y traccionar la economía.

–¿Cómo describe el momento actual de la economía?

–Mejorando. Le doy dos datos: el consumo semanal de nuestros clientes con tarjeta de crédito está empezando a llegar a valores nominales similares a los días previos al inicio de la cuarentena. Y los cheques rechazados, que habían trepado al 14% del total de presentado­s en abril, rondan ahora el 3,3%, muy cerca del promedio previo (del 3%).

–¿Y qué proyeccion­es macro manejan para el año?

–Por lo que dicen las encuestas, estamos entre los más optimistas: nuestra proyección de inflación para este año es del 35% y la de caída del PBI es del 10%, ambas por debajo del promedio de mercado.

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