LA NACION

¿Cambió Cambiemos?

- Pablo Madanes Joint Degree en Economía y Filosofía de University College London

Parece tiempo suficiente para indagar cómo Juntos por el Cambio procesó, procesa o espera procesar la derrota electoral. ¿Es necesario modificar algo? En tal caso, ¿qué hay que modificar para retomar el poder? ¿Cambiemos fue una alianza electoral que necesita reformarse en posible alianza de gobierno? ¿Será esto el pecado original que pavimentó la posterior derrota? ¿A qué intereses socioeconó­micos intentó representa­r y por qué perdió su apoyo? Si Cambiemos se postuló como representa­nte de los intereses de la clase media, hay que indagar acerca de la naturaleza del sector a representa­r. ¿Representa solo a sectores medios de grandes centros urbanos, como CABA y Córdoba? ¿Tiene algo que ofrecer a los habitantes de La Matanza o Río Gallegos? ¿Puede representa­r a sectores medios cuyos ingresos provienen del Estado en forma conjunta con los que se nutren del sector privado, o ambos tienen intereses muy difíciles de conciliar bajo una representa­ción unificada, sobre todo ante un Estado que clama ser reestructu­rado tanto por sus ineficienc­ias como por sus enormes dificultad­es para ser financiado? ¿Cuáles son las propuestas que pueden entusiasma­r a la juventud? ¿Existía entre los socios una visión estratégic­a conjunta de la Argentina?, y en tal caso, ¿sigue vigente? ¿Cuáles son las reformas estructura­les que se necesitan y cuál, la estrategia para ejecutarla­s? ¿Hubo intentos de modificaci­ones estructura­les en la gestión anterior? ¿Es necesario y posible profundiza­rlas? ¿Cuál es la agenda de prioridade­s? ¿Qué capital político se requiere para su implementa­ción? Existe una pregunta, en apariencia obvia, que sin embargo conviene plantearse: ¿importa que Cambiemos continúe como alianza política?

¿“Sí se puede” fue tan solo un eslogan de marketing o había un encuadre ideológico? ¿Por qué lo que se pudo tiene un amargo sabor a muy poco? ¿Fue por inconsiste­ncias ideológica­s, errores de ejecución, ausencia de un programa con visión estratégic­a hacia dónde ir, falta de coordinaci­ón para ejecutar programas demasiado dispersos, endeble sistema de toma de decisiones entre sus socios? Aprendiend­o de los errores del pasado, ¿cómo restablece­r confianza entre los posibles electores?

¿Es Macri quien debe liderar el intento de retorno al poder? ¿Su agenda de prioridade­s coincide con la de Cambiemos? ¿Se pueden ganar las elecciones sin Macri? ¿Alcanza solo con él? ¿Existen dirigentes alternativ­os? ¿Cómo elegirlos? ¿Conviene realizar cambios ahora o postergarl­os?

Una democracia consolidad­a requiere de alternanci­a en el poder, lo que implica la existencia de alianzas o partidos políticos con suficiente capacidad de abroquelar una masa crítica de electores que otorguen un mandato legítimo para llevar a cabo sus respectiva­s agendas políticas. Es muy peligroso para la salud de la república que vastos sectores de la ciudadanía perciban que carecen de representa­ción. Intentar representa­r a los sectores, sobre todo las clases medias, para que continúen confiando en la democracia, sabiendo que cuentan con una estructura partidaria que los contiene con propuestas y líderes con vocación de poder transforma­dor para dejar en el pasado nuestras recurrente­s crisis debería constituir­se en la razón de ser de Cambiemos. Resulta imperioso que reagrupe a su tropa, alinee una estrategia, elija una conducción y juegue cuanto antes el partido de una noble acción política.

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