LA NACION

Miedos diferentes De la guerra en Ucrania a la burbuja de la MLS en Disney, las confesione­s de Sebastián Blanco

- Ariel Ruya

“Era cruzar la calle y que una bala perdida te pegue y te mate… Estaba en una situación de peligro”. Tres años y medio vivió Sebastián Blanco en Ucrania, entre 2010 y 2014. Cuando la nostalgia no lo quebraba, ensayaba gambetas en Metalist, un club con sede en Járkov, fundado en 1925, que compitió en la liga de la URSS y que fue expulsado de la Premier de Ucrania por deudas. En julio de 2014, como consecuenc­ia de la guerra civil en el este de Ucrania y del derribo del vuelo 17 de Malaysia airlines, ya no quiso volver.

“Mientras yo jugaba a la pelota, había una guerra entre rusos y ucranianos. Y me fui cuando explotó el conflicto; después, el club desapareci­ó. Te podría contar mil historias… Un día íbamos a jugar a Kiev, la capital, donde estaba la cosa muy fea. Cuando llegamos al estadio, había barricadas de neumáticos y soldados por todas partes. El partido era a puertas cerradas, pero de repente, entró gente a la cancha y se puso en la pista de atletismo a mirar el partido y después se metieron en el campo de juego, nos sacaron las camisetas… y en las calles había gente en el piso, con los edificios quemados, con humo, gritos, fue bastante heavy”, se confiesa, como nunca antes, a los 32 años.

Hay postales que no puede olvidar. “Un día fuimos a visitar al dueño del club, porque habíamos clasificad­o a la copa y había unos asuntos que resolver y nos llevaron en micro a la frontera, porque el hombre estaba escondido en Rusia, fuimos y volvimos y teníamos un miedo…. Cuando entrenábam­os, había filas y filas de tanques de guerra. Nuestra ciudad era gobernada por los rusos”, cuenta Blanco, en la distancia de una llamada de Whats app. Luego de superar a Philadelph­ia por 2 a 1, con un gol de cabeza (mide 1,68m), mientras suma 3 tantos y 5 asistencia­s y a pocos días de jugar la final de la MLS en la burbuja de Disney.

Envuelto, ahora, en otros temores, invisibles si los compara con militares armados dispuestos a matar o morir. “Yo vivía a dos cuadras de una plaza en donde estaban las estatuas de Lenin y Stalin; cuando las tiraron, hubo tiroteos, fuego…, vivía a diario en esa situación. ahora no escucho tiros en la esquina de mi casa, pero hay un virus dando vueltas. Siempre algo pasa, hay que estar protegido. De todas maneras, el miedo de vivir en esa época en Ucrania es mayor al que te provocaría contagiart­e del virus”, cuenta Blanco, figura de Portland Timbers, un 10 que nunca la patea afuera. Mucho menos, cuando abre los ojos lejos del campo de juego.

“El miedo a enfermarse no lo tengo por mí, porque tengo buena salud, sino porque puedo contagiar a otro y que lo pueda llegar a matar. Y en la guerra tenía miedo a morir”, cuenta esa otra historia, que excede goles y asistencia­s. Blanco tiene prohibido olvidar.

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Portland / craig mitchelldy­er “No temo enfermarme, sí contagiar a otro que pueda llegar a morir”, cuenta Blanco, que mañana, con Portland, definirá la MLS ante Orlando City

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