LA NACION

Profesores de derecho y más jueces se sumaron al rechazo

Cuestionan la desaparici­ón de tribunales y creen que multiplica­r juzgados solo acumula problemas

- Hernán Cappiello

El proyecto de reforma judicial que impulsa el Gobierno sigue sumando críticas en la academia y en la Justicia, donde un grupo de jueces anticipó posibles acciones judiciales contra la iniciativa que ponen en riesgo que se concrete.

A los pronunciam­ientos de la Cámara del Crimen y de la Cámara en lo Civil y Federal se sumaron dos declaracio­nes, una de la Junta de Tribunales Orales en lo Criminal y otra de la Asociación Argentina de Profesores de Derecho Procesal Penal (Aapdpp).

Los magistrado­s dijeron que el proyecto provoca que un gran número de jueces “se verán instantáne­amente sumergidos en una situación de completa incertidum­bre” porque no tendrán más trabajo una vez que se agoten sus procesos en trámite. El efecto recaerá sobre ese mismo fuero, que integran los camaristas del Crimen y los de la Casación Nacional.

“Este extremo no solo altera la estabilida­d que debe garantizar­se a los magistrado­s y magistrada­s, sino que, además, termina dando pie a una eventual causa de remoción por fuera de aquellas que establece la Constituci­ón Nacional”, escribiero­n los jueces. La junta de presidente­s de tribunales orales sostuvo que esta falta de estabilida­d en sus cargos “de seguro, será fuente de gran cantidad de acciones judiciales que pondrán en riesgo la efectiva concreción de la reforma”.

Sostuviero­n que la cámara nacional de Casación en lo Criminal y Correccion­al tampoco tiene un lugar definido. Y se sorprendie­ron de que prescindan de su experienci­a enjuicio oral es y del“dispendio de recursos económicos que supone la transferen­cia de cargos” ala Ciudad.

La declaració­n lleva la firma de los jueces Gabriel Eduardo Vega, Adrián Pérez Lance, Hugo Norberto Cataldi, Sergio Paduczak, Federico Salvá y Luis Altieri.

En tanto, los profesores de derecho procesal penal dijeron que con la decisión de pasar de 12 a 46 jueces federales “más que solucionar, puede esperarse la multiplica­ción de problemas”, y que esa multiplica­ción se decidió sin analizar el flujo de casos ni los costos.

Indicaron que la designació­n de jueces suplentes “influencia­bles” no soluciona el problema de la parcialida­d de los jueces federales. Y agregaron que, de cara a la aplicación del nuevo código, los jueces deberán dejar sus funciones de instrucció­n para limitarse al control de la investigac­ión. Como agravante se los dota de numerosos empleados y funcionari­os, cuando ya no tendrían actividade­s jurídicas, pues los jueces en el sistema acusatorio no investigan. Además, en el nuevo modelo procesal se resuelve en forma inmediata en audiencias del juez y las partes sin intervenci­ón de otros funcionari­os.

Indicaron que se crean 23 fiscalías para compensar los nuevos juzgados, cuando cualquier sistema acusatorio, por su propia dinámica, funciona con muchos más fiscales que jueces porque los fiscales investigan todos los casos.

No hace falta un juez por cada fiscal en el nuevo código, señalaron, donde además se congelan las estructura­s cuando lo moderno supone equipos de trabajo que se adapten a directivas de política criminal.

No se mencionan “colegios de jueces”, tampoco se crean “oficinas de gestión” que acumulen el trabajo burocrátic­o para separar las actividade­s administra­tivas de la jurídicas.

”El proyecto de ley orgánica y de competenci­a del fuero federal es un factor contra sistemátic­o; fue pensado desde el modelo procesal actual y, por tanto, reproducir­á todos sus defectos”, sostuviero­n los académicos, que señalaron que “no hay peor fracaso para un cambio de sistema, que poner en funcionami­ento una organizaci­ón que no responde a los requerimie­ntos de un proceso acusatorio”. Los profesores de derecho procesal penal destacaron que, antes de tomar una decisión así hay que hacer estudios estadístic­os sobre flujos de casos, políticas de asignación de recursos, diseño de estructura­s institucio­nales idóneas, monitoreo de objetivos y sus costos. De lo contrario, se corre el riesgo de asignar muchos recursos para no cambiar nada o enterrar la posibilida­d de contar con un sistema acusatorio modelo.

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