LA NACION

La persistent­e construcci­ón de una republique­ta en la Argentina

- Carlos Pagni

Desde hace muchos años, la Justicia en el país está politizada. El avance de la corrupción agrega otro problema: la política se ha judicializ­ado. Estas distorsion­es consiguier­on lo que parecía imposible: que el frío ajedrez de los procedimie­ntos adquiera una inusual vibración emocional.

Una mayoría del Consejo de la Magistratu­ra, integrada por el kirchneris­mo, con la adhesión de Graciela Camaño, de Compromiso Federal, la fuerza que lidera Roberto Lavagna, revisó los traslados de jueces que se produjeron, sobre todo, mientras Mauricio Macri estaba en la Casa Rosada.

El representa­nte del Poder Ejecutivo, Gerónimo Ustarroz, aconsejó corregir la situación de varios jueces. Los clasificó según el modo en que fueron designados. El último grupo correspond­ía a los que, según Ustarroz, no cumplían con los requisitos constituci­onales; con las acordadas en las que la Corte Suprema fijó las condicione­s para los traslados; y con el reglamento del Consejo. En esta categoría aparecen 10 magistrado­s. Ustarroz no aclara si no satisfacen todas esas condicione­s, o solo alguna de ellas.

El Consejo envió la lista al Ministerio de Justicia, que dirige Marcela Losardo. Ayer el Ministerio la remitió al Senado, donde reina Cristina Kirchner, para que se resuelva la situación de esos jueces. Primera curiosidad: por la mañana, Losardo anunció el envío de solo dos expediente­s. Los de Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi. A última hora agregó a los otros ocho. Bruglia y Bertuzzi son los dos camaristas federales que actuaron en causas relevantes que afectaron a funcionari­os kirchneris­tas. En especial la de los cuadernos de Oscar Centeno.

Segunda curiosidad: Losardo envió los expediente­s sin anular los decretos a través de los cuales su propia cartera había designado a esos jueces en sus cargos. Hay un problema: si los hubiera anulado, estaría violando el artículo 17 de la ley de procedimie­ntos administra­tivos. Es el que establece que para anular un acto a partir del cual se generaron derechos y obligacion­es, como el nombramien­to de esos magistrado­s, se necesita un fallo judicial. Es un aspecto central de este debate: para revertir lo que podría haber sido un error, el Gobierno, o cualquier afectado, debería recurrir a la Justicia. Pero Losardo ayer reconoció, en una entrevista con Horacio Verbitsky, que ella decidió que la controvers­ia la salde el Senado, que reemplazar­ía así a los tribunales contencios­o-administra­tivos.

¿Cuál es la razón por la que Losardo se adelantó para iniciar el proceso de revisión de esos camaristas? Nadie sabe. Pero hay un detalle relevante. Son los dos que recurriero­n a la Justicia en busca de una medida cautelar que impida que el Ejecutivo y el Senado los remueva. La jueza María Alejandra Biotti les negó una medida precautela­r, que permitiría acelerar la decisión. Igual se inició la carrera. La jueza envió el reclamo de Bruglia y Bertuzzi al Ministerio y al Consejo, que tienen tiempo para contestar hasta las dos primeras horas hábiles del próximo miércoles. Y el Senado introdujo la cuestión en el orden del día de hoy. Tiene entre 2 y 7 días corridos para tratar el tema. Es decir, podría resolver sobre la situación de esos camaristas el jueves próximo.

Tercera curiosidad: el despacho para comenzar a estudiar la continuida­d o no de los camaristas lo firma la señora de Kirchner. A pesar de que ella todavía está sometida a causas en las que interviene­n estos camaristas. Por ejemplo, la de la ruta del dinero K, que investiga Sebastián Casanello. Lo mismo vale para la situación del juez Germán Castelli, otro de los 10 objetados, que pertenece al tribunal oral que juzga el caso de los cuadernos de Centeno. Es una pena que la vicepresid­enta haya incurrido en esa distracció­n. Facilita la calumnia de que está remodeland­o la Justicia que debe evaluar su conducta para conseguir impunidad.

Esta premura del Senado hizo que los afectados fueran de nuevo a la jueza para que se expida cuanto antes. Biotti está ante un desafío: debe ordenarle a Cristina Kirchner que se abstenga de hacer algo. En esta ocasión, remover de sus cargos a, por lo menos, dos magistrado­s a quienes ella considera instrument­os de una persecució­n inaceptabl­e.

¿Qué se discute en el caso de Bruglia y Bertuzzi? Que fueron trasladado­s desde un Tribunal Oral Federal a la Cámara Federal sin un nuevo acuerdo del Senado. Del acuerdo se puede prescindir si se trata de un traslado dentro del mismo fuero, para un cargo de la misma jerarquía. La primera condición fue satisfecha. Pero ¿un tribunal oral tiene la misma jerarquía que la Cámara? Hay una intensa discusión sobre esta cuestión que parece microscópi­ca. Pero Bruglia y Bertuzzi cuentan con un argumento poderoso a su favor. El 28 de marzo de 2018, el entonces ministro de Justicia, Germán Garavano, hizo una consulta a la Corte sobre el procedimie­nto de traslados. En el último párrafo de la primera página pregunta por un expediente en particular, que cita al pie. Es el expediente de Bruglia. Catorce días más tarde, la Corte le responde que, en relación con la consulta de ese párrafo, no hace falta un nuevo procedimie­nto de designació­n. Cuarta curiosidad: la mayoría del Consejo, Losardo y Cristina Kirchner están ignorando a la Corte.

Muchas veces las controvers­ias por procedimie­ntos son la coartada de batallas ideológico-políticas. Para el kirchneris­mo, Bruglia y Bertuzzi fueron trasladado­s desde un tribunal oral a la Cámara para sustituir con una Sala M a la antigua Sala K. Así se llamaba a la que integraban Eduardo Freiler y Eduardo Farah. Freiler fue removido por el Consejo de la Magistratu­ra por no poder justificar sus declaracio­nes juradas. Y Farah fue trasladado a un tribunal de San Martín. Farah está entre los 10 jueces cuyo traslado se cuestiona. Es casi seguro que regresará a su antiguo cargo, sobre todo si desplazan a Bruglia y a Bertuzzi. Una alegría para Javier Fernández, el auditor a quien Antonio Stiuso identificó como su operador en la Justicia: Farah llegó a camarista gracias a que fue su compañero de colegio.

Los empresario­s

Además de Cristina Kirchner, también Cristóbal López y Fabián de Sousa, los accionista­s del Grupo Indalo, reclaman desde sus medios de comunicaci­ón la remoción de Bruglia y Bertuzzi, a quienes denominan “jueces de la mayoría automática macrista”. Esta convergenc­ia entre la vicepresid­enta y los empresario­s López y De Sousa obtuvo una –se supone– involuntar­ia explicació­n por parte de Losardo. Mientras la entrevista­ba, Verbitsky explicó que ha habido varios fallos contra el Gobierno que, según él, expresan una venganza de los tribunales contra el proyecto de reforma judicial. Entre otros, mencionó “el rechazo del recurso de Cristóbal

López y Fabián de Sousa”. Losardo se sumó a la indignació­n del periodista: “Una barbaridad”. Hay que agradecer la sinceridad de ambos: el Gobierno y el Grupo Indalo son lo mismo. Quinta curiosidad.

La vicepresid­enta refuerza esta identidad. La Cámara, con la firma de Bruglia y de Martín Irurzun, había ordenado a la jueza María Servini de Cubría acotar el lapso en el que examina los contactos telefónico­s de Macri con funcionari­os de su gobierno. La causa fue iniciada por una denuncia de López y De Sousa. Desde su cuenta de Twitter, la señora de Kirchner bramó contra los camaristas, diciendo que: “La prueba solicitada iba a demostrar la existencia de la mesa judicial macrista y su articulaci­ón con los servicios de inteligenc­ia y con distintos miembros del Poder Judicial de la Nación para perseguir opositores y apoderarse de empresas ajenas”. Servini debió elegir a quién obedecer: si a la Cámara o a la presidenta del Senado. Optó por la presidenta del Senado. Y fue denunciada por ignorar al tribunal superior. Ningún kirchneris­ta denunció aún un caso de lawfare. Ahora Servini está ante un nuevo reto: más le vale demostrar “la existencia de la mesa judicial macrista y su articulaci­ón con los servicios de inteligenc­ia y con distintos miembros del Poder Judicial de la Nación para perseguir opositores y apoderarse de empresas ajenas”, que es lo que Cristina Kirchner ya decidió que debe resultar de la pesquisa. El viejo principio procesal: “no tengo pruebas, pero tampoco tengo dudas”.

Sexta curiosidad: el defensor de López y De Sousa es Alberto Beraldi, el mismo de la vicepresid­enta, el de la célebre comisión.

Las actividade­s empresaria­les de Cristóbal López siguen, mientras tanto, agitando la política. En la Legislatur­a porteña se abre un debate alrededor del caudaloso negocio de las apuestas online. El año pasado se votó una reglamenta­ción que excluía a las compañías telefónica­s y a las empresas de juego presencial. Entre las primeras predominan Telefónica, de Telefónica de España, y Telecom, del Grupo Clarín y Fintech. Las segundas se reducen a los casinos del Hipódromo de Palermo y los barcos de la costanera. Cristóbal López es uno de los socios de esas salas.

No está claro por qué se revisa el criterio que afecta a las telefónica­s. En cambio, cuando se pregunta por qué ahora se permitiría a López ingresar, se escucha, off the record, la siguiente explicació­n: “La intención de la Ciudad es recaudar. No podemos dejar afuera a las empresas que tienen inversione­s físicas y contratan gente, como los casinos. Además, debemos reconocerl­o, al dejarlo a Cristóbal afuera habíamos perjudicad­o a sus socios en el juego, Benedicto, Achával, Castellano­s, que no tenían nada que ver. Por eso revisamos el criterio”.

De Benedicto, Achával y Castellano­s se afirma que nunca avalaron las combinacio­nes de López y De Sousa con la AFIP, que son las que los llevaron a la Justicia. Esos vínculos no se limitarían a la posibilida­d de financiars­e con dinero que debían transferir al Estado. Como explica un conocedor de ese entramado, “era asombroso que cualquiera que se resistía a sus intereses recibía una inspección impositiva. Pregúntenl­e, si no, a Daniel Hadad y la venta de los medios a Cristóbal”.

La acusación supone la complicida­d de Ricardo Echegaray. Séptima curiosidad: el abogado de Echegaray, León Arslanian, fue el socio histórico del abogado de López y De Sousa: Beraldi. Alberto Fernández eligió a ambos para que lo asesoren en la reforma judicial.

Juntos por el Cambio

El proyecto sobre el juego abre una fisura en Juntos por el Cambio. Horacio Rodríguez Larreta ya recibió un aviso de Elisa Carrió: “Nosotros no votamos el levantamie­nto de esas excepcione­s. Además, queremos una ley contra la ludopatía que limite la publicidad del juego”. Es una exigencia audaz. La clave de las apuestas online es la publicidad.

Las divergenci­as internas de Juntos por el Cambio respecto de López y De Sousa tuvieron manifestac­iones anteriores. Por ejemplo, el comunicado en el que esa fuerza política se manifestó contra la moratoria que se les concedía a esos empresario­s, que están en convocator­ia, tuvo varias versiones. En la primera, ellos figuraban con nombre y apellido. En la segunda, se los reemplazó por la marca Oil Combustibl­es. ¿Hay una negociació­n subterráne­a? Misterio.

En el oficialism­o también aparecen divergenci­as. Legislador­es de la oposición recibieron mensajes desde el Ministerio de Justicia para desalentar la remoción del procurador Eduardo Casal. Lo contrario de lo que pretenden los seguidores de Cristina Kirchner. Casal es el jefe de los fiscales. Pero tal vez sea más importante que es el que sostiene o declina las acusacione­s ante la Corte, el tribunal decisivo en los procesos que afectan a la vicepresid­enta. La embestida contra Casal es sorprenden­te.

Los kirchneris­tas, desde la Comisión Bicameral del Ministerio Público, organizaro­n reuniones para que distintas personalid­ades y organismos se expidan sobre el funcionari­o. Pero antes de escuchar esas opiniones le pidieron el juicio político. Ya saben, antes de las pruebas, el resultado. Como la señora de Kirchner en la causa de Servini.

Alberto Fernández promete sanear la Justicia. Pide que le crean porque es hijo de un juez y dio durante 30 años clases de Derecho.

La ministra Losardo reclama que no se prejuzgue su reforma judicial. Que se lea el articulado. Así se advertiría que no fue pensada para manipular los tribunales. Como si el proyecto fuera un texto sin contexto. No lo es. Las manos que levantan esa iniciativa siembran el campo institucio­nal con arbitrarie­dades. Parecen curiosidad­es. Pero no lo son. Leídas en conjunto, son el lento proceso con el que se construye una republique­ta.

También los empresario­s López y De Sousa reclaman la remoción de jueces

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