LA NACION

De González Catán a Retiro en bici: planes de Transporte

La política del Gobierno para el sector parece una larga lista de desaguisad­os

- Diego Cabot

Jetsmart, la aerolínea low cost, fue intimada ano ejercer sus derechos; la firma de ómnibus de larga distancia Vía Bariloche fue denunciada por sus colegas: Ferrocarri­les Argentinos la contrató en forma directa. Aerolíneas Argentina s pinta un avión retro y ya consumió cientos de millones de dólares en el primer semestre. La lista de desaguisad­os sigue.

Latam desarma sus oficinas y el Gobierno deja traslucir que cerrará El Palomar. En paralelo, cada colectivo del área metropolit­ana recibe un subsidio de $513.000 por mes y uno del interior, $132.000. Paradójico, este desaguisad­o se da con los argentinos quietos y con el país sin transporte.

Uno de los sectores que muestran más cambios y menos planes de salida es el mundo de trenes, colectivos y aviones. Nadie sabe muy bien cómo seguirá el transporte cuando, alguna vez, el Gobierno decida que regresa el momento de moverse libremente dentro y fuera del país. Más aún, incluso para ir de un lado a otro en una misma ciudad.

Hace unas horas, el ministro de Transporte, Mario Meoni, habló en la Fundación Mediterrán­ea, vía Zoom. Al funcionari­o no le gusta demasiado que lo entreviste­n los periodista­s en esas charlas, prefiere académicos. Allí dio algunas definicion­es que se podrían resumir en dos palabras: paciencia y piernas.

La primera se explica con los planes aéreos. “Tendrá que ver con la evolución de la pandemia en los distintos lugares del mundo. En los próximos 180 días tenemos que pensar que va a ser bastante difícil tener interconex­ión, tanto dentro de nuestro país como de manera internacio­nal. Mientras no esté la vacuna, parece difícil”, dijo. No hubo repregunta.

La segunda de aquellas formulacio­nes de política de transporte, piernas, se explica de la siguiente manera: “Queremos incentivar la micromovil­idad en el AMBA y en las grandes ciudades, particular­mente en bicicleta. Queremos estimular ese modo de transporte en las principale­s ciudades para reducir el uso del transporte público”. La bicicleta como política de Estado.

El sistema de transporte está paralizado. Sin embargo, los millones se escurren para sostener la infraestru­ctura, las empresas y los puestos de trabajo. Claro que esto es lo esperado y esperable en medio de semejante crisis; el punto es que nadie trabaja en adaptar un esquema que irremediab­lemente será distinto.

En los últimos días, el ramal Sarmiento del ferrocarri­l metropolit­ano cambió su régimen de servicios. Con 36 trabajador­es contagiado­s de Covid y más de 100 aislados, la línea decidió que haya menos trenes, solo corren hasta las 10 de la mañana. Después funciona un sistema de colectivos de dos pisos, de larga distancia, que copian la traza del oeste bonaerense.

Hace unos días, Meoni recibió una carta de dos de las cámaras que agrupan a los empresario­s del sector (Aaeta y Celadi). Con los coches parados desde hace meses, los viajes especiales contratado­s para destinos específico­s y previament­e autorizado­s son el único alimento de miles de ómnibus. “Los viajes especiales, señor ministro, resultan casi el único ingreso genuino por prestación de servicios que poseen las empresas de transporte automotor de pasajeros de carácter interurban­o. El 6 de agosto recibimos la ingrata y sorprenden­te noticia de que la empresa estatal Ferrocarri­les Argentinos decidió contratar unilateral­mente a Vía Bariloche para la realizació­n de los viajes especiales”, dice la carta. Le piden que distribuya el juego entre más jugadores.

El caso es una muestra de lo que sucede con las empresas del sector estos días. Por más que los subsidios crezcan –ya se confeccion­aron varios cheques para los ómnibus de $1000 millones cada uno–, los empresario­s saben que ya nada volverá a ser como antes. Que aquellos transporte­s, en el mejor de los casos, llevarán menos gente y que perderán muchos usuarios, que preferirán otro medio en el que no se pase tanto tiempo en un lugar que podría ser contagioso. Otros, en cambio, optarán por el auto.

Lo mismo podría decirse de los colectivos urbanos. Si Meoni anticipa que la política de Estado será incentivar el uso de la bicicleta, pues ya debería ponerse a trabajar al menos en dos ramas. La primera, cómo dotar de infraestru­ctura y seguridad a grandes zonas urbanas que no tienen ni la más mínima condición de infraestru­ctura ni de seguridad como para que se generalice el uso de las dos ruedas. La otra, no menor, es empezar a decidir el futuro de un parque de colectivos preparado para otra demanda. En el sector, los empresario­s y los gremios miran extrañados. El ministro suele parecerse más a un panelista que a un funcionari­o con tareas ejecutivas.

Por lo pronto, Meoni firma cheques de subsidios con poco de federalism­o. Los colectivos del área metropolit­ana reciben, cada uno, $513.000 por mes para correr con unos pocos pasajeros; los del interior del país reciben $132.000. La diferencia ya llevó a una rebelión de los funcionari­os de Transporte provincial­es. En Santa Fe, por caso, el actual ministro de Economía, Ángel José Sciara, y un exsecretar­io de Servicios Públicos, Alejandro Boggiano, publicaron un trabajo que da cuenta de esta asimetría.

“Las varias decenas de leyes, decretos y resolucion­es, siempre de carácter ‘provisorio’, que forman un intrincado corpus legal, casi imposible de ordenar en un solo texto por sus superposic­iones y cambios veloces, han ido concentran­do cada vez más la autoridad de aplicación en un único organismo, el Ministerio de Transporte, con decisiones porteñocén­tricas y su correlato en una distribuci­ón de los recursos cada vez más sesgada hacia el espacio denominado AMBA”, dice el documento. Segurament­e podría ser suscripto por decenas de pares de otras provincias.

Meoni sabe que el sistema de transporte que viene deberá cambiar frente al que llegó hasta el día anterior a la cuarentena. Pero, por ahora, la única idea es mandar subsidios sin control. Sobre todo a la provincia de Buenos Aires, ya que el gobernador Axel Kicillof dijo que no pondrá una moneda para los colectivos. Todo el país aporta para Axel.

El mercado aerocomerc­ial está absorto. Hoy, la IATA, la asociación que abroquela a la gran mayoría de las aerolíneas del mundo, organizó un seminario web. Peter Cerda, el vicepresid­ente para las Américas, era el moderador del evento “Argentina, listos para el despegue; mesa de discusión virtual para la reanudació­n segura de la aviación”. Estaban invitados ejecutivos de Aerolíneas Argentinas, Aeropuerto­s Argentina 2000, Albus y la asociación de aerolíneas ALTA, además de Paola Tamburelli, directora de la Administra­ción Nacional de Aviación Civil (ANAC).

Sobre la hora, el evento perdió a los dos que más expectativ­as generaban. Tamburelli y el gerente general de Aerolíneas, Pablo Ceriani, se excusaron de participar. Dicen que, casualment­e, sonaron algunos teléfonos con llamados del senador Mariano Recalde (expresiden­te de Aerolíneas) y del gremialist­a Pablo Biró, verdaderos líderes de la política aerocomerc­ial argentina. Finalmente, ellos decidirán cuándo los argentinos podrán a volver a viajar.

Cuando esa decisión se tome, los usuarios volverán a las pistas de aterrizaje. Se encontrará­n con el Aeroparque cerrado por reformas, al menos hasta fin de año, y con la operación en Ezeiza. Se toparán con mucha menos oferta para viajar al interior. Latam termina estos días de levantar sus oficinas y de negociar con gran cantidad de sus empleados. Cerca de 1000 ya cerraron su retiro voluntario y prefiriero­n esa solución al juicio.

Para varios el cielo será más celeste y blanco que nunca. Mientras Aerolíneas está quieta y no vuela, la simbología hace estragos. La poscuarent­ena eliminará los colores y el logo de Austral del fuselaje de los Embraer de la empresa, que será absorbida por su hermana mayor. Se contrató a una empresa para que los pinte y, de paso, hará lo propio con uno de Aerolíneas Argentinas al que le estamparán los colores viejos, la onda retro, como quien dice.

Se gastarán un puñado de dólares para mimar a Biró. El líder del gremio de pilotos, sentado en el directorio de la compañía, exige gestos que los camporista­s que manejan la línea aérea entregan gustosos. En voz alta reclama el Aeroparque porteño solo para la Aerolíneas Argentinas. Cuando terminen las obras en la terminal se conocerá si el gremialist­a se llevó el regalo de fin de año.

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