Cine político sin declamación
★★★★ (Argentina-bolivia-españa/2020). Dirección, guion y fotografía: Eduardo Gómez. edición: Damián Tetelbaum. Música: Nico Deluca. elenco: Juan Cuevas Brañez, Mayko Crispin Méndez, Reinaldo Roa, Santiago Chara. Distribuidora: Rodeo Distribución. calificación: apta para todo público. Duración: 80 minutos. Disponible en: Cine.ar TV, hoy y pasado mañana, a las 20.
Filmado en blanco y negro en Villa El Chocón, una localidad de Neuquén construida como consecuencia directa de un proyecto hidroeléctrico en el río Limay, y Orcoma, una zona minera de Cochabamba, este largometraje del boliviano Eduardo Gómez cruza con eficacia el género documental con el ensayo cinematográfico para reflexionar sobre un tema de gran alcance, la relación que tenemos con nuestro entorno.
Hay una ley intrínseca detrás de cada obra reflejada en el relato: se debe destruir para poder crear. A partir de esa idea-fuerza, y sin acudir a la denuncia explícita, la película va desplegando su discurso crítico en torno al extractivismo en las canteras de la montaña, la construcción de edificios gigantescos en las grandes urbes e incluso la profanación de cementerios indígenas para desarrollar otros costosos proyectos edilicios.
Hay testimonios que apoyan esa línea editorial, pero lo que resalta es una confianza evidente en el poder de las imágenes que recuerda al espíritu de Mercado de futuros, un gran documental de Mercedes Álvarez estructurado como narración poliédrica de la devastación provocada en su país, España, por la burbuja inmobiliaria. De ese modo, La conquista de las ruinas arma su propio paisaje: es una película política que evita la declamación y, al mismo tiempo, regala una serie de postales inolvidables, de esas que solo puede ofrecernos el cine.