LA NACION

El semifinali­sta que no podía agacharse ni para ponerse las medias

El increíble cambio del español Carreño Busta, uno de los cuatro mejores del extraño US Open

- Sebastián Torok

El tenista asturiano Pablo Carreño Busta, formado y fortalecid­o en canchas de polvo de ladrillo con el clásico ADN español, alcanzó, por segunda vez en su carrera, las semifinale­s del Abierto de Estados Unidos, sobre el cemento neoyorquin­o. Lo hizo al vencer a Denis Shapovalov, una de las joyas canadiense­s, en cinco sets. El alemán Alexander Zverev es el único obstáculo que separa a Carreño Busta de la que sería su primera final en un Grand Slam. Pero, al margen de esa gran oportunida­d deportiva, el actual 27° del ranking tiene una historia de superación. Todo comenzó en 2012, cuando tenía 20 años, con una severa lesión que lo obligó a entrar en un quirófano.

Una hernia discal lumbar alteró su vida. Los médicos le dijeron que tenía que operarse, con los riesgos que eso implicaría para su carrera. “No podía jugar. El dolor era debajo de todo, en la última vértebra lumbar. Hubo un momento en el que no podía hacer vida normal. Llegué a no poder agacharme para ponerme las medias. No podía conducir el auto. Apenas podía caminar. Tras unas infiltraci­ones mejoré, pero para hacer vida normal, no para seguir jugando al tenis. Llegué a un momento en el que mi única solución era operarme si quería volver a competir. A pesar de los riesgos, lo hice”, le contó Carreño Busta a la nacion en 2018, durante su quinta visita a Buenos Aires para competir en el ATP porteño (su mejor actuación fueron las semifinale­s de 2017).

La cirugía fue en Barcelona, con el doctor Enric Cáceres, un especialis­ta en ese tipo de daños que también operó a futbolista­s como Touré Yaya. El camino hacia el quirófano no fue demasiado agradable… “El que me estaba llevando en la camilla me anunció que esa noche había muerto Manolo Preciado, un entrenador que tenía mucha historia en el Sporting Gijón [NDR: Carreño Busta es fanático de ese club de fútbol de la segunda división española]”, confesó el tenista, con una sonrisa, el jugador que integró el equipo español campeón de la Copa Davis 2019.

La intervenci­ón dejó inactivo durante siete meses y con muchas dudas. Comenzó 2012 en el puesto 136° del ranking y, tras jugar algunos Futures desde octubre sin buenos resultados, lo terminó en el 654°. Lloró mucho, según narró, cuando volvió a competir y vio que su nivel no era el mismo de antes de la lesión (“Sentía que no sabía jugar al tenis”, rememoró). Pero poco a poco fue recuperand­o la memoria tenística y en 2013 protagoniz­ó el mejor regreso del tour, ascendiend­o 650 posiciones, acción que le valió el premio ATP al Jugador que más progresó en el año (votado por los jugadores).

“Las lesiones son lo peor para los deportista­s, porque se ve truncada tu carrera, se para, no tienes opción. Si juegas y haces las cosas mal se puede mejorar, pero si no tienes la opción de jugar, te frustrás. Mi familia me apoyó, como también mi preparador físico, que es argentino, Walter Navarro”, apuntó Carreño Busta, haciendo referencia a un hombre nacido en Río Cuarto (Córdoba) pero rosarino por adopción, que jugó al rugby en el club Duendes en los 80 y con el tiempo se radicó en España, llegando a trabajar en el Centro de Alto Rendimient­o de Sant Cugat del Valles, en Barcelona.

En 2016, Carreño Busta tomó una decisión que lo ayudó a dar un salto de calidad. Se unió a la academia del ex número 1 del mundo Juan Carlos Ferrero. “Gané mucha confianza y agresivida­d en mi juego”, explicó. En 2017 construyó una temporada muy destacada, con un título (Estoril) y una final (Río de Janeiro), las semifinale­s en Indian Wells y el US Open, más los cuartos de final en Roland Garros. Claro, todo ello lo llevó a su mejor posición histórica (10°, en septiembre) y a clasificar­se para la Copa de Maestros, en Londres. “Empecé a creer en mí. También soy una persona autoexigen­te y no siempre se puede, en esos momentos me cabreo mucho. Pero generalmen­te soy tranquilo”, dijo, quien ya se aseguró un premio de US$ 800.000 por haber llegado a ser uno de los mejores cuatro tenistas del US Open 2020.

Carreño Busta ostenta cuatro títulos de singles (además del citado en Estoril, Winston-salem y Moscú 2016 y Chengdu 2019). En dobles también tuvo éxito: posee cuatro trofeos, entre ellos el del Masters 1000 de Cincinnati, hace apenas unos días en Nueva York en pareja con el australian­o Alex De Miñaur, y cinco finales, incluida la del US Open 2016 (con su compatriot­a Guillermo García López).

Hoy, a los 29 años, Carreño Busta hace que el mundo del deporte hable del tenis español y no precisamen­te por Rafael Nadal. “¡Enhorabuen­a!”.

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USA TODAY SPORTS una hernia discal lumbar, en 2012, amenazó con acabar con la carrera de Carreño Busta

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