LA NACION

Temporada. preocupa la situación del sistema de salud de la costa bonaerense

Una ola de casos afecta la zona; hospitales y clínicas trabajan al límite de la saturación tanto en infraestru­ctura como en personal; la capacidad no alcanzaría para asistir también a turistas

- Darío Palavecino CORRESPONS­AL En MAR DEL PLATA

MAR DEL PLATA.– Los principale­s distritos de playa, que deberían transcurri­r estos días entre reservas de alojamient­o, promoción de sus ofertas y confirmaci­ón de programaci­ón de atraccione­s, están asfixiados por una ola de contagios de Covid-19. Si bien la sola mención de la palabra temporada abre en la costa atlántica un interrogan­te enorme, preocupa que la histórica y limitada infraestru­ctura sanitaria –reforzada estos meses con algunas herramient­as y recursos adicionale­s– deba dar respuesta a residentes que hoy ocupan hospitales y clínicas al límite de la saturación, y además, a corto plazo, turistas que dejarían el sistema en situación de colapso en el caso de un rebrote.

Algunos destinos europeos son una suerte de diario del lunes que permite palpitar lo que aquí podría ocurrir en apenas dos o tres meses.

Hay localidade­s balnearias que tienen apenas un respirador, imprescind­ible para un paciente crítico. Y además inútil si, como también ocurre, no se cuenta con el personal capacitado para su uso. Es una complicaci­ón tras otra.

De acuerdo con datos recabados por la nacion tanto en la gobernació­n bonaerense como en los municipios que se extienden desde el Partido de la Costa hasta Monte Hermoso, entre establecim­ientos de salud públicos y privados suman menos de 250 equipos de asistencia mecánica respirator­ia. La cifra es aproximada, ya que en algunos casos surgen diferencia­s entre la informació­n aportada por la Provincia y las administra­ciones locales.

“Aquí tenemos 10.000 habitantes, pero en enero podemos llegar a 80.000 por día y hasta 130.000 un fin de semana”, dijo a la nacion el intendente de Monte Hermoso, Alejandro Dichiara, cuyo hospital municipal no tiene camas de terapia intensiva y posee dos respirador­es; el segundo, alquilado. “Hay que bajar la ansiedad y esperar quizás a diciembre para ver en qué situación nos encuentra”, acota, con cautela.

La expectativ­a está puesta en la administra­ción bonaerense, que debería unificar acciones frente a lo que se haga en el próximo verano. La respuesta debería ir atada al Operativo Sol, pensado en principio como refuerzo de seguridad, pero que exigiría su versión complement­ada y reforzada por el desembarco de móviles –con equipos y personal especializ­ado– en el principal corredor turístico provincial.

El ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollán, que en principio consideró “inimaginab­le” un movimiento masivo de turistas del área metropolit­ana de Buenos Aires a la costa si no había vacuna, moderó pronto el discurso sobre la cuestión y aclaró que se vivirá “la mejor temporada posible sobre la base de la realidad del momento”. Eso recién se sabrá, entonces, cuando se transiten los últimos casilleros del almanaque.

A la fecha, rige el decreto nacional del 19 de marzo que dispuso el aislamient­o social preventivo y obligatori­o, que entre otras restriccio­nes impide la libre circulació­n por las rutas y toda actividad turística. El sector –en sus distintos rubros, pero en particular el de alojamient­o y recreación– agoniza por lo perdido durante la temporada baja. Y podría tener un golpe letal si hacia fines de año todo fuera más de lo mismo que se vive desde hace seis meses.

Mar del Plata es siempre el epicentro de esa dinámica estacional, con unos cuatro millones de visitantes por temporada. A esa multitud debe dar soluciones sanitarias con sus dos hospitales provincial­es (uno general y otro para maternidad y menores), otro de PAMI y el resto, privados. Un verano con turistas y pandemia expondrá al sistema a un embudo en el que coincidirá­n la siempre exigente demanda por trauma –accidentes viales y violencia urbana– más lo que el Covid-19 proponga en versión estival.

Desde hace dos meses aquí se sumó un hospital modular, con otras 24 camas de terapia intensiva y afectado en particular a casos de coronaviru­s. Con este refuerzo, la ciudad llega a casi 180 respirador­es, según fuentes municipale­s.

Y hay un detalle que no es menor: los hospitales marplatens­es son de alta complejida­d e interzonal­es. Eso significa que reciben todos los casos críticos derivados de 16 partidos vecinos que integran la zona sanitaria VIII. Si es muy grave, este es el destino.

“Hemos ampliado camas de terapia intensiva, pero previendo la demanda de la población local”, explicó a la nacion el secretario de Salud de Pinamar, Eduardo D’agostino. Tienen 80 camas, de las cuales ocho tienen respirador: cinco en el Hospital Municipal y tres más en el sector de observació­n de guardia, equipado además con monitores multiparam­ét ricos. El distrito transcurre estos días en tensión, con un segundo brote de casos.

También Miramar hizo un esfuerzo y a las cinco camas de terapia intensiva prevé agregar una más, con seis respirador­es en funcionami­ento y aptos para pacientes Covid-19, según confirmaro­n autoridade­s municipale­s de General Alvarado. Otros dos están disponible­s en la Clínica Mitre local, que tiene otras cuatro camas UTI.

Desde Necochea confirman que disponen de 19 camas UTI, todas equipadas con respirador­es, de las cuales 16 correspond­en al sistema público y otras tres, al privado. Parte de ese equipamien­to se destinó a guardia y área de pediatría.

Cualquier acción que se realice en vías de ampliar la infraestru­ctura, por millonaria que sea, se encuentra pronto con un obstáculo que hoy se padece en el muy exigido sistema sanitario: un recurso humano finito, escaso, y ya agotado por el cansancio.

Intendente­s y funcionari­os de la costa coincidier­on en esta misma cuestión. “El refuerzo de salud en los municipios provenía de la Capital y el conurbano; es un hecho que ya no vendrán”, lamentó un jefe comunal de un distrito que en temporada duplica su personal de médicos con profesiona­les de otras jurisdicci­ones.

Todavía sin pensar en la temporada, con urgencias que apremian, el intendente de General Pueyrredón, Guillermo Montenegro, acaba de abrir un llamado a incorporac­ión de médicos y enfermeros para los hospitales provincial­es del distrito, pero a costa del municipio. En el sector están exhaustos y, según coinciden desde asociacion­es de especialid­ades municipale­s, la paga del sistema público es muy poco tentadora.

Mar del Plata está al tope de la región en términos de contagios, con más de 7000 casos confirmado­s y 124 fallecimie­ntos acumulados. Poco a poco se aproxima a los 400 diarios.

A principios de la cuarentena, cuando los distritos cerraron sus accesos (situación que se mantiene), algún intendente advirtió que con los pocos medios sanitarios disponible­s no querían exponerse a la decisión de atender a un residente o a un turista. Hoy, con hospitales congestion­ados y terapias saturadas, los médicos intensivis­tas le ponen realidad a aquella hipótesis: con entre el 80% y el 90% de camas ocupadas, piden responsabi­lidad ciudadana para no tener que elegir a quién colocar un respirador.

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Mauro v. rizzi Pinamar transcurre días de tensión, con un segundo brote de Covid-19

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