Italia abre las aulas en medio de nuevas medidas y temores
Los sindicatos afirman que solo el 25% de las instituciones retomarán las clases en condiciones de seguridad; el gobierno de Conte mantiene un enfrentamiento con Liguria y Piamonte
ROMA.– Nunca el comienzo del año lectivo en Italia fue una prueba de fuego para el gobierno en el poder, casi una cuestión de vida o muerte, como en este 2020 marcado a fuego por la pandemia. Después de que las clases se suspendieron abruptamente el 4 de marzo pasado, al comienzo de una crisis sanitaria que causó 35.610 muertos, los casi 8 millones de alumnos que hay en el país nunca más volvieron a las aulas.
Tuvieron que adaptarse a la didáctica a distancia y en junio, cuando terminó el año lectivo, despedirse de sus compañeritos y maestros a través de la pantalla, a diferencia de estudiantes de otros países europeos, como Francia o Alemania. Ni siquiera durante la Segunda Guerra Mundial se habían suspendido por tanto tiempo las clases en Italia.
Después de polémicas, idas y venidas y fuertes discusiones ante la adopción de protocolos de seguridad que nadie sabe si podrán cumplirse, finalmente hoy comenzará en la mayoría de la península un año lectivo marcado por el temor y la incertidumbre total. Y en un clima de controversia porque, pese a que pasaron varios meses desde el fin del lockdown total (a fines de mayo) hasta ahora, muchos institutos no podrán reabrir porque no tienen los espacios adecuados, no les llegaron los bancos individuales adquiridos por el gobierno–indispensables para que pueda mantenerse el distanciamiento social– y ni siquiera tienen los maestros. Aunque deberían haber sido enrolados 85.000 docentes más, debido a problemas de todo tipo no pudo hacerse y ahora faltan incluso suplentes. Algo gravísimo porque muchos docentes son adultos mayores y, por lo tanto, población considerada de riesgo y tienen miedo de volver a clases porque temen contagiarse.
Según Cisl Scuola –el sindicato escolar–, un instituto sobre cuatro no podrá reabrir hoy en condiciones de seguridad. Un dato que para la criticadísima ministra de Educación, Lucia Azzolina, aparece como un “buen resultado” ya que tres escuelas sobre cuatro podrán reabrir. Muchos institutos debieron organizarse para obtener más espacios y aulas para que los cursos pudieran respetar el distanciamiento social y para ello hicieron acuerdos con parroquias, cines, teatros e incluso comisarías del barrio.
Como el virus sigue circulando, en las últimas semanas de vacaciones, desplazamientos y relajo los casos se multiplicaron (en las últimas 24 horas se contabilizaron 1501 nuevas infecciones), y hay quienes creen que la vuelta a clases debería haberse aplazado. La reapertura determinará, en efecto, un aumento del índice de contagio, admitieron los expertos. En lugares donde la semana pasada reabrieron jardines de infantes se registraron casos positivos, como el de una chica de 4 años de pavía, positiva asintomática, que determinó la cuarentena de su curso.
Elecciones
Más allá del índice de contagio, muchos insistían en retrasar la vuelta a clases teniendo en cuenta que el fin de semana que viene se celebrarán elecciones en siete regiones y un referéndum sobre el recorte del número de parlamentarios, que significará el cierre de miles de escuelas que funcionan como colegio electoral. Esta cita con las urnas será otra prueba de fuego para el gobierno de Giuseppe Conte, que sabe que si mañana se desencadenara un caos en la entrada o salida de las escuelas, esto podría repercutir en el voto.
Consciente de la importancia crucial de la reapertura de la escuela, considerada el primer gran obstáculo de la denominada fase 3, Conte envió ayer un mensaje de buenos augurios a estudiantes, docentes y demás personal escolar, en Facebook, donde admitió que habrá “inconvenientes”, pero aseguró el respaldo absoluto del gobierno.
“Habrá dificultades, inconvenientes, sobre todo al principio, pero estaremos con todos ustedes, a su lado, y seguiremos estándolo en los próximos meses”, aseguró el premier. “La escuela tiene carencias estructurales que se arrastran desde hace años, agravadas por la actual pandemia”, admitió Conte, que hizo un llamado a todos, especialmente a los alumnos, a “respetar las reglas que les permitirán tutelar su salud y la de las personas que aman”.
Lo cierto es que en vísperas de una vuelta a clases considerada un verdadero Día D, seguía habiendo un fuerte enfrentamiento entre el gobierno y algunas regiones “rebeldes”, que rechazan los protocolos impuestos por el gobierno para el retorno a los bancos. por ejemplo, piamonte y Liguria, en el norte, impugnaron la ordenanza que indica que son las familias quienes deben tomarles la temperatura a los chicos en casa. Si el termómetro supera los 37,5°, deben quedarse. “No se entiende por qué se mide la temperatura en las fábricas, oficinas y museos y no en las escuelas”, protestó el gobernador de piamonte, Alberto Cirio, que como muchos otros considera que sería mejor un termoescáner en las entradas de las escuelas.
También había regiones que denunciaban la falta de barbijos, que el gobierno había prometido enviar junto a litros de alcohol en gel. “Todo esto es inaceptable, la seguridad de los alumnos debe ser una prioridad para el país”, clamó Giovanni Toti, gobernador de Liguria.
En esta atmósfera, las familias no ocultaban su preocupación ante el comienzo de un año lectivo distinto, inserto en la “nueva normalidad”, en el que la didáctica a distancia seguirá estando a la orden del día, así como la cuarentena, en caso de contagio de alguien –alumno o profesor–, algo que todos consideran inevitable.