LA NACION

Negar la historia

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Llevo largo rato pensando qué tono dar a mis palabras y he decidido hacerlo desde el corazón. Nosotros, los parientes de víctimas de las organizaci­ones armadas, llevamos profundas heridas en nuestra vida familiar. La locura de los 70 nos golpeó tempraname­nte. La muerte violenta (en estos casos, por asesinato) de un ser querido deja surcos imborrable­s. Y si bien el tiempo aminora el dolor, la herida sigue presente y el sufrimient­o aparece cada vez que alguien le arroja un puñado de sal o golpea nuestra memoria con medias verdades que terminan conformand­o una nueva mentira oficial. El Ejército, por orden del Ministerio de Defensa, retiró un tuit en el que se recordaba a un oficial y a un soldado que murieron a manos del ERP. Tanto el subtenient­e Berdina como el soldado Maldonado contaban con apenas 22 años. Argumentan que la decisión se tomó porque ofendió a algunos ciudadanos. Lo curioso es que no se tuvo en cuenta el dolor que causó en otros, la falta de respeto, la indiferenc­ia, el desmerecer haber cumplido con el juramento de defender la patria y obedecer una orden impartida desde el Ejecutivo, gobierno constituci­onal en 1975. No intento reivindica­r a ninguno de los actores que tuvieron parte en la violencia de los 70. Sin embargo, considero que, a más de 40 años, esta mirada maniquea, lejos de contribuir a lograr la paz entre los argentinos, profundiza las heridas

Haciendo un juego de palabras, la ausencia de nuestros parientes tiene cada vez más presencia, y esto se da con el correr de la vida misma. Me gustaría saber si alguien dio una explicació­n que repare el espíritu a las familias de estas víctimas y, en ese caso, qué les dijeron. El dolor es infinito al negárseles el derecho a un sencillo recuerdo y homenaje. Se sienten impotencia, profunda tristeza, desamparo. Perdieron lo más preciado, hijos que, como en este caso, servían a la patria, defendían la Constituci­ón.

Me gustaría saber qué explicació­n darán a los otros caídos en cada aniversari­o. Inexplicab­le actitud que se traduce en indiferenc­ia, menospreci­o y olvido. Sorprenden­te, penoso, indolente. Me pregunto cuál es exactament­e el objetivo de tamaña actitud.

No quiero permanecer en silencio, sino expresar mi admiración y reconocimi­ento por la entrega de estos soldados, que fueron ejemplo de lealtad, dignidad, honor, hombría de bien. Lamento el destrato y la actitud de negar la historia y el heroísmo de nuestros caídos.

Silvia Ibarzábal Vicepresid­enta Asoc. Familiares y Amigos de las Víctimas del Terrorismo en Argentina silviaibar­zabal@hotmail.com

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