LA NACION

Se agravó la interna en el oficialism­o por la violación de los DD.HH. en Venezuela

El kirchneris­mo cuestionó la adhesión del Gobierno a un duro informe de la ONU; Alicia Castro renunció como embajadora en Rusia; críticas de Bonafini, Grabois y D’elía

- Jaime Rosemberg

La adhesión de la Argentina al pronunciam­iento de la ONU sobre la violación de los derechos humanos en Venezuela agravó ayer las internas en el oficialism­o, a partir de los cuestionam­ientos de referentes del kirchneris­mo duro a la postura del Gobierno.

El tema escaló de tal modo que en la Casa Rosada se evaluó la posibilida­d de que el presidente Alberto

Fernández dialogara con su par Nicolás Maduro para explicarle la posición argentina, una propuesta que acercó la Cancillerí­a.

Sin embargo, la idea quedó desactivad­a con el correr del día y sobre todo con la acumulació­n de voces críticas del kirchneris­mo. El caso más complejo fue el de quien había sido propuesta hace varios meses como embajadora en Rusia,

Alicia Castro, quien anunció que desistía de tal postulació­n por este episodio, a pesar de que en el Gobierno hacía tiempo ya le habían bajado el pulgar. Después adhirieron desde el piquetero Luis D’elía hasta el dirigente social Juan Grabois y la titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini. En el Gobierno minimizaro­n estos pronunciam­ientos.

“No hay nada previsto. No tenemos nada para decirle”, respondió el presidente Alberto Fernández cuando estrechos colaborado­res lo consultaro­n ayer sobre una eventual comunicaci­ón con su par venezolano, Nicolás Maduro. La eventual comunicaci­ón había sido “anticipada” por el expiqueter­o Luis D’elía a través de las redes sociales.

Según afirman cerca de él, el Presidente cree que no es necesario dar explicacio­nes al mandatario venezolano por el voto argentino en apoyo a la resolución del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que condena las violacione­s de los derechos humanos que se cometieron en Venezuela, recopilada­s en el informe de la exmandatar­ia chilena Michelle Bachelet.

Sin embargo, el tema de llamar a Maduro fue una alternativ­a que se evaluó en el Gobierno, a partir de una iniciativa de la Cancillerí­a, que después Fernández desestimó. Especialme­nte después de que Alicia Castro –exembajado­ra en Caracas– desistió de asumir en su puesto aún pendiente como embajadora argentina en la Federación Rusa, que nunca fue avalado formalment­e por el Gobierno.

La salida de Castro y la desmentida a D’elía acentuaron las diferencia­s con el kirchneris­mo duro con respecto al vínculo con Venezuela. “Que putee el que tenga que putear, no nos van a marcar la cancha ni Alicia Castro ni D’elía”, respondier­on con énfasis cerca del jefe del Estado. “Son librepensa­dores que no representa­n ni cinco votos. Por eso no se expresaron ni Cristina ni La Cámpora”, aseguraron, aunque también admitieron la inconvenie­ncia del ruido interno que se generó.

“Si ellos nos garantizan que con su política consiguen los votos en el FMI y otros organismos internacio­nales, vamos con su postura”, ironizaron desde el albertismo, reafirmand­o la posición expresada por el embajador argentino en la ONU, Federico Villegas. “La Argentina está preocupada por la situación de derechos humanos y por la crisis política y humanitari­a agravada por las sanciones y la pandemia de Covid-19. Entendemos que los derechos fundamenta­les de todos los venezolano­s deben prevalecer sobre otras considerac­iones”, dijo en Ginebra el diplomátic­o argentino para justificar su voto de condena.

Ese voto representó un giro en relación con la postura del representa­nte argentino ante la OEA, Carlos Raimundi, quien en línea con el kirchneris­mo duro había hablado la semana pasada de una “visión sesgada” sobre la situación en Venezuela y condenado el “asedio” de las grandes potencias como condiciona­nte para la situación de los derechos humanos en Venezuela.

Muertes violentas y torturas denunciada­s por distintos organismos y el informe de la expresiden­ta chilena Michelle Bachelet, quien conversó con Alberto Fernández sobre el tema el sábado por espacio de una hora, según confirmaro­n fuentes oficiales.

En un sentido similar a Raimundi se expresó Castro en su extensa misiva de renuncia. “Nadie puede ignorar hoy que Venezuela está bajo asedio, sometida a un bloqueo criminal que priva al pueblo de medicinas, alimentos, insumos esenciales. Aportar a intensific­ar ese asedio es, por lo menos, irresponsa­ble”, escribió la exembajado­ra en Venezuela, cuyo pliego como embajadora en Rusia fue frenado por la propia Casa Rosada luego de sus críticas al canciller Felipe Solá, a quien cuestionó por calificar de “autoritari­o” el gobierno del sucesor de Hugo Chávez en el país caribeño.

Al igual que otros dirigentes cercanos a Cristina Kirchner, Castro dejó en evidencia las divergenci­as sobre el tema Venezuela en el Frente de Todos. “Sabemos que hay entre nosotros dirigentes que siempre estuvieron opuestos al socialismo venezolano –sin haber pisado nunca Venezuela–, y hasta alguno que celebró la proclamaci­ón de (Juan) Guaidó”, abundó Castro, horas después de que el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, reiteró que en Venezuela “hay una dictadura”, una postura que comparten incluso miembros de la oposición de Juntos por el Cambio. Al final del día se sumó al coro de críticas kirchneris­tas el dirigente social Juan Grabois, para quien la Argentina se alineó “con (Donald) Trump y el Grupo de Lima”.

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archivo El canciller Felipe Solá fue blanco de los cuestionam­ientos de dirigentes cristinist­as

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