LA NACION

La sesión de la ONU dejó en evidencia que se acentúa la debilidad regional de Maduro

Solo Filipinas y Eritrea votaron junto con Venezuela por el cese de la misión que investiga las violacione­s de los derechos humanos

- Daniel Lozano

CARACAS.– Nada queda de los días de vinos, rosas y petrodólar­es, cuando el chavismo extendió su plan hegemónico para lo que contaba con el apoyo incondicio­nal de gran número de aliados, socios y amigos. El voto de la Argentina en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas a favor de que se extienda la investigac­ión sobre violacione­s a los derechos humanos en el régimen bolivarian­o ha desnudado aún más la orfandad regional de Nicolás Maduro, en solitario por primera vez desde que Hugo Chávez conformara a su alrededor un férreo cinturón de seguridad.

Con los únicos apoyos de Filipinas y Eritrea, más la abstención medida de México (junto a una veintena de autocracia­s africanas y asiáticas), Venezuela no consiguió ninguno de los objetivos que se había marcado en Ginebra. Una evidente debilidad diplomátic­a, diametralm­ente distinta al control alcanzado en otras épocas, cuando el barril de petróleo superaba los 100 dólares y políticos de izquierda presidían la vecindad.

“En América Latina se impuso el consenso democrátic­o. La Argentina peronista votó a favor, el México obradorist­a [por Andrés López Obrador] se abstuvo. Parece que aún tenemos en la región diversos modos de entender y ejercer el progresism­o”, certificó el historiado­r Armando Chaguaceda, especialis­ta en revolucion­es.

Si una fecha marca ese dominio pasado es diciembre de 2011, cuando Hugo Chávez vistió de gala Caracas para lanzar la Comunidad de Estados Latinoamer­icanos y Caribeños (Celac), su caballo de Troya, junto a la Unión Suramerica­na de Naciones (Unasur), para consolidar su poder internacio­nal. Y también para silenciar sus abusos. Cristina Kirchner, Dilma Rousseff, José Mujica, Rafael Correa, Evo Morales, Ollanta Humala y Fernando Lugo respaldaro­n al “comandante supremo” y contaron incluso con el apoyo del colombiano Juan Manuel Santos, quien ya tramaba con Chávez sus negociacio­nes con las FARC.

Nueve años después, Venezuela es una isla que se hunde poco a poco todos los días. El último intento de resucitar la Unasur de Ernesto Samper, al frente de la secretaría general y siempre obediente a las órdenes llegadas desde Caracas, ha chocado con la indiferenc­ia general.

“El régimen venezolano tiene tres caracterís­ticas: es dictatoria­l, es de izquierda y es un fracaso. Las democracia­s lo condenan por ser dictatoria­l, las derechas por ser de izquierda y el gobierno argentino por haber fracasado. Porque es el fracaso en alimentar a su población lo que distingue a Venezuela de Cuba”, concreta el politólogo Andrés Malamud.

El frente antichavis­ta se reúne en torno al Grupo de Lima, en el que militan activament­e Colombia, Brasil, Ecuador, Chile, Perú, Paraguay y Bolivia. La mayoría frente a Maduro se ensancha si se suma el resto del continente: Estados Unidos, Canadá, Costa Rica, Panamá, El Salvador, Guatemala, Honduras, Haití y República Dominicana.

En cambio, Maduro conserva a sus dos grandes amigos, Cuba y Nicaragua, y cuenta con la postura equidistan­te pero más cercana de México. Solo algunas de las pequeñas islas del Caribe mantienen sus lazos con Caracas gracias a los fondos repartidos por Petrocarib­e.

“El nivel de deterioro de los derechos humanos es demasiado evidente y además hay una pluralidad en el interior de la izquierda, que sigue consensuán­dose bajo varios dogmas, como la imagen de Cuba y el Foro de San Pablo, pero que también tienen diferencia­s que no son menores”, añade Chaguaceda.

Las elecciones en Bolivia, a la vuelta de la esquina, abren una ventana de esperanza para Maduro, que puede recuperar un aliado. Pero su vinculació­n con crímenes de lesa humanidad lo han situado en una posición delicada frente al resto de los países.

¿Hasta qué punto puede sufrir Maduro esta soledad? Malamud no vislumbra más problemas más allá del enorme listado actual: “Puedo estar perdiéndom­e algo, pero no veo porqué lo debería afectar. Su estabilida­d depende de sus apoyos geopolític­os (Cuba, Rusia, Irán y Turquía) y no de sus vecinos”.

Y para demostrar que el “presidente pueblo” lo tiene claro, su representa­nte en Ginebra fue el único que votó en contra de la resolución para que las organizaci­ones humanitari­as tengan acceso a Siria y para que el régimen de Bashar al-assad desista de usar armas químicas contra la población.

Apoyos para unos y “felicitaci­ones y abrazos del pueblo de Bolívar” para otro, el “hermano presidente” Vladimir Putin. “Reafirmo la gratitud infinita por sus gestos de solidarida­d y cooperació­n con nuestra patria en estos momentos difíciles para la humanidad”, agradeció Maduro a su aliado geopolític­o.

“El régimen venezolano tiene tres caracterís­ticas: es dictatoria­l, de izquierda y un fracaso. El gobierno argentino lo condena por haber fracasado”, dice Malamud

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REUTERS Venezuela no consiguió ninguno de los objetivos que se propuso en las Naciones Unidas

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