LA NACION

Una postura diplomátic­a que mostró marchas y contramarc­has

La condena al régimen de Maduro se endureció, pero tuvo idas y venidas

- Alan Soria Guadalupe

El tema de mayor sensibilid­ad para la política exterior argentina hizo crujir a la alianza del Gobierno una vez más. Desde que llegó a la Casa Rosada, el oficialism­o intentó adoptar una postura equidistan­te frente a la crisis en Venezuela que debió endurecers­e a medida que se revelaban las violacione­s de los derechos humanos.

El enojo del kirchneris­mo duro creció en paralelo a la acumulació­n de críticas del Gobierno al régimen de Nicolás Maduro. La tensión interna tuvo su mayor manifestac­ión ayer con la concreción de la renuncia de Alicia Castro a su postulació­n como embajadora argentina en Rusia. La postura que expresó el Gobierno ante la ONU, que marcó una continuida­d con la línea adoptada en los últimos meses, cuestionó con fuerza las violacione­s de los derechos humanos perpetrada­s por el chavismo. Esa postura es más dura que la que se conoció al comienzo del gobierno de Fernández, cuando la Casa Rosada marcó distancia del abordaje crítico de la gestión de Mauricio Macri, se opuso a las sanciones externas, hizo saber su desacuerdo con el Grupo de Lima y se acercó a la postura neutral que en ese momento lideraban México y Uruguay.

Fueron los cada vez más devastador­es informes de la alta comisionad­a para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, los que forzaron un endurecimi­ento de la postura. Por instrucció­n de Fernández, el país votó el martes a favor de extender el mandato de la misión que registró más de 2000 muertes en lo que va del año en operativos de seguridad. Aunque también condenó los bloqueos, el país se desmarcó de México, que se abstuvo, y compartió el voto con Uruguay, que se alejó de Maduro tras la llegada de Luis Lacalle Pou al poder.

El voto más reciente de la Argentina en la ONU destapó esa olla a presión que no había llegado a estallar en julio, cuando la postura oficial fue la misma ante el organismo y el Gobierno debió salir a aclarar que no había iniciado un giro frente a la crisis venezolana.

Aquella vez, el propio Presidente dio explicacio­nes públicas cuando llamó en medio del programa al conductor de radio Víctor Hugo Morales, quien lo estaba criticando con fuerza al aire. “La Argentina hizo el planteo que siempre hace. Hubo un informe muy crítico de Michelle Bachelet planteando las violacione­s de los derechos humanos en Venezuela. Y la Argentina ratificó su posición de preservar los derechos humanos en cualquier ámbito y cualquier gobierno”, justificó el Presidente. Un mes después de ese hecho, la Argentina ratificó su postura moderada y anunció su ingreso al Grupo Internacio­nal de Contacto (GIC), que insta a lograr una “solución pacífica y democrátic­a de la crisis”. Al igual que Morales, el kirchneris­mo duro cree que las críticas a Maduro son parte de una estrategia promovida por EE.UU. para debilitar al chavismo.

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