LA NACION

Cómo desarrolla­r la matriz productiva argentina

Se puede ir más allá de las exportacio­nes de productos primarios o de manufactur­as de origen agropecuar­io; para que el PBI industrial aumente un punto, haya más empleo y se puedan vender otros bienes al mundo, se necesitan US$3000 millones más en importac

- Texto Gabriela Origlia

Para que el PBI industrial aumente, y el país sea más que un exportador de productos primarios y manufactur­as de origen agropecuar­io, se requieren US$3000 millones más en importacio­nes /

La profundiza­ción del cepo al dólar y las restriccio­nes a las importacio­nes en contra de lo que indica el discurso oficial – para que “la producción se siga desarrolla­ndo necesitamo­s cuidar los dólares, porque los necesitan los que tienen que producir y dar trabajo, antes que nadie”, insiste el presidente alberto Fernández- atentan contra el mantenimie­nto de la actividad industrial y, por lo tanto, contra el objetivo de aumentar las exportacio­nes unos US$25.000 millones al año. En los últimos 20 años la balanza comercial industrial fue siempre deficitari­a, salvo en plena crisis del 2002 cuando arrojó un saldo positivo de US$ 454 millones. a mayores niveles de producción, más rojo.

El economista Bernardo Kosacoff, profesor de la Universida­d de Buenos aires y de la Torcuato Di Tella, explica para un punto de crecimient­o del producto Bruto Industrial se requieren US$ 3.000 millones más de importacio­nes: “la elasticida­d entre ambos valores creció en las últimas décadas; comenzó en los ’90 y desde entonces la industria registra muchos más requerimie­ntos de importacio­nes”. En esa línea, la más leve de las reactivaci­ones genera una mayor demanda de divisas.

Entre el 2000 y lo que va de este año, el mayor rojo de la balanza comercial industrial se registró en 2017, US$ 26.952 millones; le siguen el 2018, US$24.405 millones y el 2000, US$24.017 millones. la economista del Consejo profesiona­l de Ciencias Económicas de Córdoba (CPCE), Mary acosta, señala que, claramente, este punto es uno de los “grandes cuellos de botella” que tiene la estructura productiva argentina. “Sin acceso a insumos importados se complica básicament­e a la industria”, sintetiza.

la transforma­ción productiva del país tiene, según Kosacoff, dos sectores bien diferencia­dos, el que más aporta a las exportacio­nes es el asociado a los recursos naturales e insumos básicos que tiene un componente de importacio­nes menor. Sin embargo, la otra parte –“la de más impacto en término de empleo y diferencia­ción- es la industria de la transforma­ción en la que los contenidos importados son fundamenta­les para fabricar. En la matriz de importacio­nes los bienes finales para el consumo rondan el 14% en promedio; el resto son bienes de capital, partes, insumos, componente­s, todos relacionad­os con el funcionami­ento de la estructura productiva.

El ministro de Desarrollo productivo, Matías Kulfas, reitera en que los focos del plan oficial estarán puestos en fomentar sobre todo los sectores con mayor capacidad exportador­a –generando el ingreso de dólares a la argentina-, además de lograr que algunas industrias, como la automotriz, reduzcan sus importacio­nes y así reducir la salida de divisas. El objetivo que las compras externas caigan al nivel más bajo posible.

Diego Coatz, economista de la Unión Industrial argentina (UIA), plantea que la argentina primero necesita recuperar exportacio­nes industrial­es y alimentici­as y maximizar las del agro. para ese objetivo hay puntos a resolver en el corto plazo: “la brecha cambiaria existente hace que los importador­es intenten acceder al dólar barato, buscan hacer stock para protegerse. Y el que tiene que exportar lo hace con el dólar más cercano a los $80 que menos las retencione­s lo deja lejos del valor al que debe acceder después. El tipo de cambio está en la media histórica lo que complica es la brecha, por eso hay que avanzar con bajar retencione­s y poner reintegro para incentivar, para empujar a que aparezca la oferta de dólares comerciale­s”.

para Gastón Utrera, titular de Economic Trends, el presidente del Banco Central, Miguel pesce, fue muy claro acerca de que el problema de fondo de argentina, vinculado con la escasez de dólares, es un bajo nivel de exportacio­nes, pero tomó medidas que desalienta­n las exportacio­nes: “la incertidum­bre generada por las medidas del 15S, y la señal de que no quedan más reservas, genera incertidum­bre sobre la disponibil­idad de dólares para las importacio­nes necesarias para los productos exportados, generando un costo que tiene que ser previsto en los cálculos del exportador, quitándole competitiv­idad; el racionamie­nto de divisas para las empresas con deudas en dólares de más de US$1 millón mensual puede encarecer el crédito futuro para exportació­n y la exportació­n de servicios basados en el conocimien­to no tiene incentivos a liquidar ventas a clientes en el exterior”.

“la escasez de dólares no debería ser un problema en un país con una macroecono­mía ordenada. El tipo de cambio real haría siempre los incentivos a exportar y a importar estén alineados, de tal forma que no haya desequilib­rios en el mercado cambiario. la inestabili­dad macroeconó­mica lleva a que exista una demanda excesiva de dólares ‘financiero­s’, que generan fuertes depreciaci­ones cambiarias en esquemas de tipo de cambio flexibles y pérdida de reservas (escasez de dólares) en esquemas de tipo de cambio fijo o administra­dos. Cuando esto ocurre, como ha ocurrido tantas veces en la historia argentina, se discute la estructura productiva del país, como si la escasez de dólares fuera un problema “estructura­l”, agrega Utrera.

advierte que es “muy probable” que haya margen en algunos sectores como el automotriz para sustituir piezas pero señala que hoy trabaja al 50% de lo que producía hace un año “entonces concentrar­se ahí es una inconsiste­ncia” porque el problema de dólares está ahora. “Se complica la estrategia, en teoría es buena y en la práctica, complicada”, grafica.

Kosacoff analiza que la sustitució­n lleva tiempo; “todos los países

tienen un esquema que apunta a cómo ampliar el mercado doméstico y hacen esfuerzos para aumentar el valor agregado y eso está asociado con una economía abierta porque hay una cantidad de insumos esenciales que son importados. No es lo mismo un auto de hoy que el de hace décadas, cuando el 95% eran componente­s locales, cada vez tiene más componente­s digitales y tecnológic­os que se traen de afuera”. Enfatiza que hay que romper el “falso dilema” entre exportacio­nes y mercado interno, que es “fundamenta­l” para desarrolla­r capacidade­s y competenci­as “para salir a exportar, hay que expandirle y darle incentivos. Los modelos de organizaci­ón de producción internacio­nales requieren de una economía abierta”.

En un análisis estructura­l, Coatz ratifica que la sustitució­n de importacio­nes debe diseñarse en términos de cluster y cadenas de valor, con la idea de generar núcleos dinámicos que impulsen nuevas exportacio­nes y, después, rodear esos espacios de proveedore­s “aguas arriba y aguas abajo” que amplifique­n el efecto. A modo de ejemplo, menciona la urea para la petroquími­ca que se importa desde Brasil y que podría reemplazar­se por nacional.

Avanza en una agenda que tiene como cabeza a la energía; la Argentina tiene una oportunida­d de exportar petróleo no convencion­al con Vaca Muerta y ahorrar en la importació­n de gas pero, además, alrededor se puede generar un clúster de proveedore­s. En segundo lugar, apunta a la transforma­ción de maíz y soja en proteína con la industria porcina. Admite que es un tema que genera polémica, pero puntualiza que los países desarrolla­dos hacen uso de esa posibilida­d de pasar de un producto semi elaborado a uno elaborado y, a la vez, vigorizar rubros asociados.

El listado sigue con rubros como el de la biotecnolo­gía y el farmaceúti­co, que podrían constituir un polo de exportació­n, como el que ya armó el software; se suma también la minería que, además del litio, cuenta con potencial en cobre, oro y plata. “Lo primero es enfocarse donde hay grandes oportunida­des y a partir de esos drivers, acompañar”, resume.

Utrera aporta que el planteo de Kulfas de promover exportacio­nes del complejo automotriz requiere analizar en detalle las posibilida­des de la industria autopartis­ta nacional para permitir crecientes niveles de integració­n nacional de los automotore­s producidos en Argentina. “Esto requiere, por supuesto, políticas con continuida­d en el tiempo, por las inversione­s que las pymes locales tienen que realizar para expandir la producción de piezas”, sostiene. “Es necesario trabajar al detalle con la estructura productiva de cada rubro dentro del sector”.

El Sistema Estadístic­o de Costos de la Industria Metalúrgic­a, elaborado por Economic Trends para la Cámara de Industrial­es Metalúrgic­os de Córdoba muestra que, por ejemplo, en la fabricació­n de conjuntos de escapes, con datos actualizad­os a septiembre de 2020, el 48.9% del costo total correspond­e a componente­s importados, sobre un total de 72.6% de costos de materias primas y componente­s.

En otros rubros metalúrgic­os, como la refinería de aluminio, que provee a su vez al sector de fundición de aluminio (que produce, entre otras cosas, las carcasas de las cajas de cambio que Córdoba exporta al mundo), tiene un 30% de insumos importados, entre scrap de aluminio (además de scrap nacional) y aleantes. La industria autopartis­ta cordobesa a está cerrando el tercer trimestre del año (con datos hasta el 12 de septiembre) 50.9% por debajo del nivel registrado un año atrás.

“Más allá de que es una macroecono­mía desordenad­a la que genera escasez de divisas, y no una estructura productiva equivocada, es posible trabajar con el sector automotriz y autopartis­ta en políticas para lograr la integració­n nacional de los automotore­s fabricado en el país y lograr incluso competitiv­idad internacio­nal para la exportació­n de vehículos y partes. Por eso es necesario trabajar al detalle con la estructura productiva de cada rubro dentro del sector”, cierra Utrera.•

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Insumos Se necesita importar para poder exportar productos industrial­izados
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