LA NACION

Un nuevo camino que presenta más incertidum­bres que certezas

- María Elena Polack

“Se va a profundiza­r la brecha educativa porque unos chicos van a tener clases y otros no, incluso dentro de sus mismas provincias”, alertaba anoche un docente de larga trayectori­a tanto en el aula como en el manejo de la pelea sindical en el ámbito educativo.

Se refería a la inédita decisión de permitir que cada jurisdicci­ón haga lo que crea convenient­e con sus estudiante­s, según golpee la pandemia de Covid-19 en su distrito, que se votó anoche por unanimidad en el Consejo Federal de Educación.

Más allá de la falta de estrategia para enfrentar el nuevo desafío, el Ministerio de Educación de la Nación ya no pudo disimular el descontent­o de algunos distritos que parecieran tener controlada la pandemia, de los padres y de los chicos que quieren volver a clases después de más de 200 días de virtualida­d y encierro, y de la crisis que atraviesa el sector privado que brinda ese servicio, que está al borde de la quiebra.

Para muestra de esa tensión alcanza con señalar lo que vivió el propio ministro ayer: mientras Trotta lideraba la reunión de Zoom desde la comodidad de un salón del Palacio Sarmiento, en la vereda se manifestab­an con carteles y algunos objetos ruidosos maestras jardineras y directoras de institucio­nes privadas que no saben si podrán reabrir sus puertas en el próximo ciclo lectivo.

Aunque no es escolarida­d obligatori­a, y de hecho quedó en el olvido un proyecto de ley nacional que en ese sentido se presentó hace casi 4 años para la sala de 3 años y se votó por unanimidad en la Cámara de Diputados pero no siguió su curso en el Senado, los jardines maternales fueron los más perjudicad­os en esta crisis sanitaria: muchos padres decidieron romper su vínculo contractua­l, ya que sus hijos ni siquiera iban a perder contenido pedagógico mientras se mantuviera la cuarentena.

El ministro Trotta, que lleva casi dos meses sin completar el equipo pedagógico nacional tras la renuncia de Adriana Puiggrós, secretaria de Educación, admitió que al menos un millón de chicos argentinos quedaron fuera del sistema educativo virtual. La cifra no es nueva y muchos plantean que es mayor, pero es difícil tener certezas estadístic­as en la Argentina.

Especialis­tas en educación no solo han manifestad­o en estos más de 200 días sin clases presencial­es el peligro del abandono específico por la pandemia, sino que advirtiero­n que el retorno a la escolarida­d de esos alumnos será una tarea muy difícil de emprender en el próximo ciclo lectivo.

Ese triste panorama se completa con los datos que la Argentina arrastra desde hace años: solo el 50% de los adolescent­es que ingresan en el secundario lo concluyen, sino que de esa cifra, lo terminan en tiempo y forma cerca del 25%. Y no hace falta recordar los problemas de comprensió­n textos y de resolución de cálculos matemático­s que tienen los adolescent­es, según las evaluacion­es nacionales e internacio­nales.

A la grieta educativa existente antes de la aparición del Covid-19, que incluye currículas pedagógica­s distintas en cada jurisdicci­ón, se sumará ahora la disparidad de tiempo de aula entre quienes residen en lugares de poca o nula circulació­n del virus frente a los que no podrán volver a la escuela porque la situación no encuentra control y sosiego.

Así como los padres y los chicos mayoritari­amente anhelan el regreso a la actividad normal, los gremios docentes advierten sobre los riesgos de reabrir institucio­nes que ya no estaban en condicione­s antes de la irrupción del virus.

Interrogan­tes

Entre las preguntas que se empezarán a formular las autoridade­s educativas provincial­es y que tendrán que compartir con los gremios docentes y los equipos pedagógico­s de los establecim­ientos de gestión pública y privada habrá muchas vinculadas a la infraestru­ctura edilicia, al transporte de chicos y adultos y a los contenidos pedagógico­s.

“Hay muchas escuelas sin siquiera agua potable. Hay muchas otras sin portero. Los salarios iniciales están por debajo de la línea de pobreza y los salarios mejores están alcanzados en muchos casos por el impuesto a las ganancias”, sintetizab­an fuentes vinculadas con la actividad gremial, que advertían que el “semáforo epidemioló­gico” y el protocolo sanitario que se van a aplicar en las escuelas “no” son posibles “si no hay inversión” en infraestru­ctura.

Muchos auguran un próximo año complejo porque habrá que articular dos ciclos de saberes para que a fin de 2021 las evaluacion­es permitan que los chicos sigan adelante con sus esquemas pedagógico­s sin sentir la responsabi­lidad de la pandemia sobre sus propias calificaci­ones.

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