LA NACION

Con el fresco recuerdo de haberlo vencido en Roma hace 20 días, Schwartzma­n desafía a Nadal en Roland Garros

El ‘Peque’ está 1-9 en el historial con Nadal, pero su única victoria la consiguió hace tres semanas, en Roma, e invita a soñar; el español ganó sus once cruces con argentinos en Roland garros

- José Luis Domínguez

Si el tenis fuera un videogame con sus correspond­ientes pantallas de dificultad, segurament­e habría que pensar en tres encuentros como niveles extremos: superar a Novak Djokovic en el Abierto de Australia, vencer al Roger Federer modelo 2003-2012 en Wimbledon, y acaso el más difícil de todos, ganarle a Rafael Nadal en Roland Garros. Esa será la prueba que este viernes tendrá Diego Schwartzma­n, en la primera semifinal del Abierto francés, a partir de las 10 de nuestro país (transmite ESPN).

Cuando se considera a Nadal como el mejor jugador de todos los tiempos en canchas lentas, los números son los que reflejan el dominio abrumador del zurdo de Manacor en esta superficie. En torneos del primer nivel ATP, que disputa desde hace poco más de 15 años, tiene una marca de 443 victorias y 40 derrotas, con un 91,7 por ciento de efectivida­d. Nadal consiguió convertir Roland Garros en su feudo. Incluidos los partidos de 2020, tiene un récord de 98-2: 98 por ciento de partidos ganados, y un rotundo 11-0 sobre jugadores argentinos. Marcas que no hacen más que resaltar cada vez con más brillo aquellas victorias del sueco Robin Soderling, en 2009, y la de Novak Djokovic, en 2015, los únicos que consiguier­on celebrar ante el español en el imponente Philippe Chatrier.

Dentro de este contexto altamente desfavorab­le, ¿cómo se pueden evaluar las chances de Schwartzma­n? En el historial global ante Nadal, el ‘Peque’ está 1-9. Ese “1” es el que logró el 19 de septiembre pasado en los cuartos de final de Roma, una victoria por 6-2 y 7-5 que asombró al mundo como sólo puede hacerlo cualquiera que le gana a Rafa en la tierra naranja. ¿Sirve como antecedent­e para ilusionars­e? Aquí, la respuesta es relativa. El argentino dejó en claro que tiene armas para complicar a Nadal, y que puede estar por un buen rato a la par de la altísima intensidad que descarga el español en su juego. Hace un par de años, en los cuartos de final de Roland Garros, el ‘Peque’ dio un aviso, cuando le ganó el primer set. Pero la lluvia vino en ayuda del campeón, y después de la reanudació­n, nada fue igual: 4-6, 6-3, 6-2 y 6-2. Ese parcial que le arrebató Schwartzma­n fue el único que cedió Nadal en todo el torneo.

Pero, al mismo tiempo, no es nada fácil repetir lo hecho en Roma. Por un lado, porque Nadal ya tomó nota de lo que hizo mal entonces para no repetirlo y habrá buscado cómo neutraliza­r al ‘Peque’; luego, porque toda esa carga de intensidad deberá extenderse al menos durante tres sets de demanda sostenida. No importa que el español se haya sacudido de encima la presión de ser favorito: “Es un desafío jugar con Diego. Si perdí contra él [en Roma] es porque está jugando bien. Y le ganó un partido increíble a uno de los mejores del mundo, sin duda, y especialme­nte en su superficie (Dominic Thiem). Llega con confianza: finalista en Roma y ahora semifinal en Roland Garros. Buscaré ser agresivo e intentar algo diferente respecto de lo que hice en Roma. Él parte con una ligera ventaja, porque me ganó la última vez. No hay que ocultarlo, es una realidad. Las condicione­s son un poco más favorables para su tipo de juego, pero debo buscar mi camino para buscar las opciones de ganar”.

Cuando Nadal se refiere a las condicione­s, es porque entiende que este Roland Garros de otoño parisino es muy distinto de los otros 12 que ganó; porque las pelotas Wilson son más pesadas, y el frío y la humedad las convierte en “piedras”, según sus propias palabras. Es cierto que el pique es menor respecto de otros años, y eso obligó a modificar algunas tácticas; por eso el drop-shot y el contrapié se convirtier­on en los golpes estelares de este Abierto francés.

Eso sí: Nadal puede decir que está más complicado que en otros torneos, pero la realidad es que ganó sus cinco partidos sin ceder sets, y sólo el talentoso Jannik Sinner, en los cuartos de final, lo llevó a disputar un tie-break como máxima concesión. El español apenas necesitó 10 horas y 4 minutos para estar en semifinale­s, un gasto mínimo para su caudal de energía. Schwartzma­n llegaba con cifras similares, pero los cinco sets de cuartos contra Thiem llevaron su tiempo en cancha a 13h34m. En todo caso, las 5h8m contra el austríaco quizás hayan sido una suerte de preparació­n para el reto de este viernes.

“He tenido la suerte de jugar cinco sets, y luego dos días de descanso. Antes gané todos los partidos en tres sets. Es importante, porque si luego hay que ganar en cinco, está cargada la batería”, aceptó el ‘Peque’, a quien Roland Garros le dedicó un video en el que destaca su “poder, precisión y lucha”, elogia sus “impresiona­ntes” habilidade­s para deslizarse en el polvo de ladrillo, su gran defensa, resalta que tiene la segunda mejor devolución del torneo y que “es un experto en canchas lentas y juega como un gigante”. Ahora, habrá que esperar para ver si todas estas virtudes alcanzarán para superar el examen más difícil. Y algo más: en caso de superar a Nadal, Schwartzma­n no sería campeón, sino que luego debería jugar su primera final de Grand Slam contra el ganador de la restante semifinal entre Djokovic y Stefanos Tsitsipas. Así de difícil es conquistar Roland Garros, aunque Nadal nos haya acostumbra­do a que parezca una cosa de todos los días.

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Reuters El día que el ‘Peque’ dio el golpe: Roma, 19 de septiembre de 2020, Nadal acepta la derrota y saluda a Schwartzma­n en la red

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