LA NACION

Del FMI a la payasa Filomena

- Graciela Guadalupe La columna de Carlos M. Reymundo Roberts vuelve a publicarse el próximo sábado

Ya están acá. Contra todos los pronóstico­s, los temores y los consejos para que se quedaran en Washington velando por que Trump se deje puesto el barbijo, aterrizaro­n en Ezeiza los integrante­s de la nueva misión del FMI.

Fue todo muy secreto. Aparenteme­nte, los trasladaro­n desde el aeropuerto camuflados en un camión de berenjenas –es la época– alquilado al Mercado Central para zafar de los controles de tránsito, que les tomen la temperatur­a con una pistolita de plástico, los hisopen y terminen encerrados por dos semanas en un hotel del conurbano con Daniel Gollán como supervisor de cuentas, Axel Kicillof como conserje, y Cristina, a cargo del sector de lavado.

Zafaron de todo eso, pero no pudieron evitar las kilométric­as manifestac­iones de artistas kirchneris­tas portando por la ruta el cartelito con la leyenda “No volvamos al Fondo” que había hecho famoso Nicolás Dujovne en la tele antes de ser ministro de Hacienda de Macri y de sellar con el FMI un acuerdo a tres años para un auxilio financiero de 56.000 millones de dólares.

“No les hagan caso”, dicen que les decía el chofer del camión, un moyano-albertista de la primera hora. “Son los de la oposición”, les aclaraba el hombre mientras se preparaba un mate amargo con cascaritas de naranja. “¿Lo de opositores lo dice por mister Dujovne, claro?”, le preguntó, retórica, Julie Kozack, directora adjunta del Departamen­to del Hemisferio occidental del FMI. A lo que el camionero le respondió: “No. Lo digo por Cristina”.

El venezolano Luis Cubeddu, jefe de la misión del FMI para la Argentina, conduce la visita del Fondo. Dicen que apenas llegó a la opulenta Buenos Aires, llena de helechos bebiendo agua Evian en macetas con iluminació­n led, le preguntó al “trapito” que le abrió la puerta del camión si era cierto que tenemos un embajador que defiende las fechorías de Nicolás Maduro desde Washington (Carlos Raimundi), otro embajador que las condena en Ginebra (Federico Villegas) y una tercera frustrada aspirante a embajadora en Rusia (Alicia Castro) que debió renunciar antes de asumir precisamen­te por exceso de apoyo al señor que habla con los pajaritos.

Las dudas de esta gente no quedaron ahí. Cuentan que cuando se fueron a reunir con Miguel Pesce, le preguntaro­n al ascensoris­ta –manteniend­o la debida distancia socialsi era un chiste que el presidente del Banco Central y responsabl­e de haber endurecido el cepo sea el funcionari­o más rico del Gobierno con buena parte de su patrimonio en dólares. Es más, quisieron que les ratificara si era verdad que el ministro de Economía, Martín Guzmán, con quien también iban a reunirse, tardó 48 horas en desdecirse respecto de la transitori­edad del cepo en el país. El ascensoris­ta distrajo su mirada un momento de la cotización del dólar blue, inspiró el poco aire que le quedaba dentro del tapaboca y sentenció: “No lo vean tan así. Hasta un reloj parado tiene razón dos veces”.

Lo mejor ocurrió el jueves, cuando miss Kozack y mister Cubeddu se reunieron con la CGT. Los gremialist­as les pidieron “buscar un equilibrio” para la deuda, “sin un ajuste despiadado”. ¡Qué lindos que son!”, se sinceró la dama del Fondo al rescatar que los sindicalis­tas argentinos tengan tan asimilada la posibilida­d de ajustes económicos solo durante los gobiernos peronistas.

Fuentes del FMI se esforzaron mucho por aclarar que esta visita a nuestro país es para entender las últimas medidas adoptadas por el Gobierno y los fundamento­s del presupuest­o 2021, ya en estudio en el Congreso. Tarea complicada se propusiero­n: apenas si las entendemos nosotros que vivimos acá y ellos pretenden en cuatro días llevarse una radiografí­a de frente y de perfil, un análisis completo de laboratori­o, un certificad­o de buena conducta y una garantía extendida de que esta vez vamos a hacer las cosas bien.

Esta gente del FMI vino con mucho recelo al país. Para colmo, les dijeron que los argentinos somos impredecib­les, inconstant­es y poco confiables. Mentira total. El problema lo tienen ellos, que no nos creen cuando les explicamos el porqué de algunos de nuestros índices. Por ejemplo, el 40,9% de pobreza.

Eso es producto directo de la eficiente gestión del Estado. Es tanto lo que los gobiernos dedican a sostener la pobreza que cada vez más gente quiere ser pobre en la Argentina.

A propósito: el miércoles se dieron a conocer los nuevos datos del Indec sobre industria y construcci­ón (-7,1 y -17,7 interanual). Hubo quien en el Gobierno propuso hacer un trueque con el índice de pobreza en el paper para los visitantes, pero les pareció demasiado.

Desde ya que somos supercoher­entes. Fíjense si no: con Boudou, el Senado expropió Ciccone para cubrir los desaguisad­os del propio Boudou cuando era presidente del Senado. Y, ahora con Cristina, el Senado desterró a tres jueces para encubrir los desaguisad­os de la propia Cristina, que es la presidenta del Senado. Más claro, échele lavandina.

Con Alberto no se reunieron. Una lástima. Desde la Presidenci­a les mandaron un mensaje en sobre lacrado que decía: “Lo dejamos para otro día. Estamos teniendo problemas con la encriptaci­ón de datos. Se la dimos en concesión a la AFI, pero en un Zoom de espías se filtró hasta el talle de los zapatos de Macri”. Firmado: la payasa Filomena.

Tenemos problemas: en un Zoom de espías se nos filtró hasta el talle de zapatos de Macri

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina