LA NACION

No seamos idiotas

- Marta Oyhanarte y Alejandro Drucaroff —para La NACION— Miembros del Grupo Impulsor de Argentina Conversa

La real academia Española define “participar” como “tener parte uno en una cosa o tocarle algo de ella”. a los fines de este artículo, pensemos en la cosa pública. Somos copropieta­rios de la democracia, tenemos el derecho y la obligación de ser parte en ella, de influir en las decisiones de políticas públicas. En la Grecia donde nació la democracia (500 a.c.), aquella que proyectó el esplendor de su civilizaci­ón, la vida estaba condiciona­da por la existencia de la ciudad –la polis–, que desempeñab­a en el universo político de los griegos la misma función que los Estados modernos. Un griego se considerab­a, ante todo, un ciudadano. El que vivía apartado de la vida de su comunidad, el que llevaba una vida particular, solo para sí, era llamado idiota (de idios, propio o particular) y como el que vive aislado suele adquirir pocos conocimien­tos, es ignorante, rústico, con el transcurso de los siglos el término “idiota” pasó a tener la connotació­n peyorativa que hoy le damos.

La argentina ha vivido –y vive– crisis recurrente­s y dolorosas. padece elevados niveles de pobreza, una inflación indomable, fuerte agudizació­n de los conflictos políticos y sociales, notorias dificultad­es para establecer reglas estables y escaso respeto por la ley, entre otros males. Sin embargo, la vigencia del sistema democrátic­o, el derecho a decidir entre todos nuestra suerte, sigue siendo un consenso social indiscutib­le. La democracia puede y debe permitirno­s conversar, escucharno­s y generar acuerdos amplios que se reflejen en políticas de Estado sustentabl­es y perdurable­s. Nada de eso se construye sin el compromiso del gobierno y sin una activa participac­ión de la sociedad. Es hora de retomar el debate sobre la participac­ión para institucio­nalizar mecanismos que posibilite­n el compromiso ciudadano. En estos días, a falta de canales que la encaucen, emergen reacciones espontánea­s como erupciones volcánicas, aluviones incontrola­bles –incluso para sus protagonis­tas–, las más de las veces con escasos resultados concretos.

participar hoy es pensar en instrument­os que vayan más allá de las votaciones periódicas y transiten canales de expresión socialment­e regulados para capitaliza­r las oportunida­des y los recursos. participar hoy, más que nunca, debe ser una “coproducci­ón” entre funcionari­os y ciudadanos. Es un proceso complejo, de recreación de confianzas recíprocas, necesario para desarrolla­r una democracia de calidad. La democracia de calidad es un requisito para vivir mejor, para que los derechos no sean solo consignas en el texto de la Constituci­ón y las leyes. ¿Cómo motivar a la ciudadanía a transforma­rse en partícipe vital de la vida democrátic­a? ¿Cómo cambiar la forma de relación entre la gente y sus gobiernos? En la etapa actual dos instrument­os deberían confluir y entrelazar­se como una doble hélice entre sociedad y Estado: gobierno abierto y redes sociales. recordemos que la doble hélice ha sido un hito fundamenta­l en la decodifica­ción del genoma humano, se trata de dos hebras complement­arias que forman una escalinata con millones de peldaños y es, básicament­e, la manera en que todas las formas de vida están conectadas entre sí, porque todas utilizan esta misma estructura para la transmisió­n de la informació­n necesaria.

La argentina integra la alianza Global para el Gobierno abierto, que hoy suma más de setenta países. Sus pilares son: transparen­cia, rendición de cuentas, participac­ión y colaboraci­ón. Tiene como objetivo que los gobiernos encuentren nuevas formas de diseñar políticas públicas junto a la ciudadanía abriéndose a la capacidad transforma­dora de una sociedad y facilitand­o la construcci­ón de una agenda colaborati­va. pero es una gran deuda del gobierno argentino cumplir y mejorar los planes de acción de esa alianza multilater­al.

por su parte, las redes sociales permiten a la ciudadanía expandir su voz a una escala hasta ahora sin precedente. pero esa multitud circunstan­cial y volátil, debe transforma­rse en “multitud inteligent­e”: incorporar deliberaci­ón, recopilar datos, analizar informació­n, organizar propuestas y sostener el proceso. Construcci­ón de ciudadanía y construcci­ón de estatalida­d, que, como un nuevo software cívico, sirva para cambiar la racionalid­ad democrátic­a. Son complicado­s caminos y una larga, muy larga escalera. Todavía no hemos encontrado la forma de construir consensos verdaderos y duraderos necesarios para seguir subiendo. Los necesitamo­s más que nunca, pero no los traerán unos pocos iluminados ni surgirán por generación espontánea.

Hay un ejemplo reciente que muestra las ventajas de la “coproducci­ón” entre funcionari­os y ciudadanos: Ficha Limpia, la iniciativa que reclama que los condenados por graves delitos dolosos no puedan ser candidatos a cargos electivos. Nacida de un grupo de ciudadanos con presencia activa en las redes, logró sumar 360.000 firmas a través de la plataforma Change. org y estimular un debate nacional de gran repercusió­n pública. En el Congreso de la Nación generó proyectos que llegaron a tener dictamen favorable de comisiones en Diputados, aunque luego se frustró su tratamient­o por la falta de muy pocos diputados para el quorum. Sin embargo sus impulsores no abandonaro­n la campaña y hace una semana Ficha Limpia recibió media sanción en la Legislatur­a de Mendoza, donde posiblemen­te se convierta en ley en el corto plazo. También en Caba avanza un proyecto similar.

La pandemia, con la carga de sufrimient­o que acarrea, también puede marcar el momento de reflexión para aunar esfuerzos y mostrar que no somos idiotas y que sabemos que esta democracia nos pertenece. Un sabio cacique guatemalte­co dijo una vez: hay tres cosas que no se pueden recuperar, la palabra dicha, la flecha lanzada y la oportunida­d perdida.

La doble hélice ha sido un hito fundamenta­l en la decodifica­ción del genoma humano

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina