Quiénes son menos inmunes a las teorías conspirativas
La investigación más amplia sobre el tema determinó cuáles son las personalidades más propensas a dejarse llevar por falsas creencias
NUEVA YORK.– Más de uno de cada tres estadounidenses cree que el gobierno chino diseñó el coronavirus como un arma, y otra tercera parte está convencida de que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades han exagerado la amenaza de la COVID-19 para socavar al presidente Donald Trump.
no hay certeza de que las cifras, tomadas de una encuesta que divulgó el Centro Annenberg de Políticas Públicas de la Universidad de Pensilvania, vayan a reducirse conforme las comunidades comiencen a contener el virus. Sin embargo, dan cuenta de una teoría conspirativa que se está popularizando: una creencia en que la “historia oficial” es una Gran Mentira que se propaga para beneficiar intereses oscuros y poderosos.
En los extremos, estas teorías tienen caníbales y pedófilos satánicos; gente lagarto, disfrazada de líderes corporativos y celebridades, y, en este año de la plaga, científicos y gobiernos malvados que conspiran para usar la COVID-19 para sus propios objetivos oscuros.
Los cálculos en torno a la cantidad de estadounidenses que creen en al menos una teoría conspirativa desacreditada rondan el 50%, pero esa cifra podría quedarse corta. Sin embargo, los psicólogos no comprenden muy bien el tipo de personas propensas a creer en las teorías de las Grandes Mentiras.
En el análisis más extenso que se haya hecho hasta la fecha, un equipo de investigación de Atlanta esbozó varios perfiles de personalidad que parecen ser claros. Uno es conocido: el recolector de injusticias, impulsivo y arrogante, que está ansioso por exponer la ingenuidad de todo el mundo, menos la de él o ella. otro es menos conocido: una figura más solitaria y nerviosa, indiferente y malhumorada, tal vez incluye a muchas personas que son de edad avanzada y viven solas. El análisis también encontró, en los extremos, un elemento de patología verdadera: un trastorno de la personalidad.
“Con todos los cambios que están ocurriendo en la política, con la polarización y la falta de respeto, las teorías conspirativas tal vez están teniendo más presencia que nunca en la forma de pensar y en el comportamiento de la gente”, opinó Shauna Bowes, psicóloga investigadora de la Universidad Emory, quien dirigió el equipo de estudio. “Y no había un consenso en torno a las bases psicológicas de las creencias conspirativas. En este trabajo, intentamos abordarlo”.
Los psicólogos han empezado a tomar en serio este tema recién en la última década, y sus hallazgos han sido graduales y alineados con la sabiduría popular. A menudo, la gente adopta creencias conspiratorias como un bálsamo para un agravio profundo. Las teorías ofrecen una especie de contrapeso psicológico, una sensación de control, una narrativa interna para encontrarle sentido a un mundo que parece no tenerlo.
Por ejemplo, la creencia en que las farmacéuticas inventan enfermedades con el fin de vender sus productos puede ofrecer un mecanismo para procesar un diagnóstico grave que aparece de la nada. La llegada de la pandemia, y su inyección en la política partidista de Estados Unidos y otros países, ha vuelto urgente una comprensión más profunda de las teorías conspirativas, pues las creencias falsas pueden provocar que millones de personas ignoren los consejos de salud pública.
“En realidad es una tormenta perfecta, en el sentido de que las teorías están dirigidas a quienes tienen miedo de enfermarse y morir o infectar a alguien más”, comentó Gordon Pennycook, un científico conductual de la Universidad de Regina. “Y esos temores distraen a la gente y por eso no juzga la veracidad del contenido que puede leer en línea”.
Patrones de pensamiento
En el nuevo estudio, titulado “Looking Under the Tinfoil Hat” y publicado en el Journal of Personality, Bowes y Scott Lilienfeld encabezaron un equipo que realizó una serie de evaluaciones estandarizadas de personalidad a casi 2000 adultos.
Entre los rasgos de la personalidad que estuvieron muy relacionados con las creencias conspirativas hubo algunos sospechosos comunes: la presuntuosidad, la impulsividad egocéntrica, la ausencia de compasión, los niveles elevados de estados depresivos y ansiedad. Del cuestionario dedicado a evaluar los trastornos de personalidad surgió otro rasgo: un patrón de pensamiento llamado “psicoticismo”.
El psicoticismo es un rasgo fundamental del llamado trastorno esquizotípico de la personalidad, que se caracteriza en parte por “creencias extrañas y pensamiento mágico”, e “ideas paranoicas”. En el lenguaje de la psiquiatría, es una forma más tenue de una psicosis en estado avanzado, que tiene las alucinaciones recurrentes características de la esquizofrenia. Es un patrón de pensamiento mágico que va mucho más allá de la superstición común y corriente, y en términos sociales la persona suele dar la impresión de ser incoherente, rara o “distinta”.
Con el tiempo, tal vez haya algún científico o terapeuta que intente dar un diagnóstico sobre los devotos de las conspiraciones de las Grandes Mentiras que parecen estar bastante desconectadas de la realidad. Por ahora, según Pennycook, basta con saber que, cuando las personas están consternadas, es mucho más fácil que promuevan titulares o artículos sin investigar mucho sus fuentes, si es que llegan a indagar algo.
“Por regla general, la gente no quiere difundir contenidos falsos”, dijo. “Pero en un momento como este, cuando la gente está preocupada por el virus, los titulares como ‘La vitamina C cura la Covid’ o ‘Todo es un engaño’ tienden a circular ampliamente. Eventualmente, estas cosas llegan al Tío Loco, que luego las comparte” con su red de afinidad”.
Las teorías de conspiración sobre las tramas secretas del gobierno probablemente nunca pasarán de moda, y en algún nivel funcionan como salvaguardias contra las conspiraciones reales, oficiales y de otro tipo. En cuanto a las versiones caricaturescas, es probable que también se mantengan, sugiere la nueva investigación. Tienen un grupo de apoyo básico, y en la era digital sus miembros se encontrarán rápidamente entre sí. ●