LA NACION

No es tiempo de darse lujos

- Cristian Mira EDITOR

Si hay algo para lo que no está la Argentina es para darse lujos. Al menos no debería estarlo desde las políticas públicas, y menos aún si pretende sentar en una misma mesa a los principale­s actores de la economía para generar oportunida­des de inversión, crecimient­o y trabajo.

El campo, y la agroindust­ria en general, debería estar entre los principale­s protagonis­tas de cualquier estrategia en esa dirección. Pero el Gobierno parece ahora haber vuelto a los tiempos en los que era más sencillo señalar a un adversario y crearlo como enemigo. Es lo que está haciendo con la Mesa de Enlace, entidad que agrupa a la Sociedad Rural Argentina (SRA), Confederac­iones Rurales Argentinas (CRA), Federación Agraria Argentina (FAA) y Coninagro. Aunque no todos los productore­s agropecuar­ios están adheridos a ella, el nucleamien­to sigue teniendo el pulso más preciso de lo que pasa en el campo.

“El diálogo está empantanad­o, no está cortado”, dice el presidente de la SRA, Daniel Pelegrina. “Pero el Gobierno ningunea a la

Mesa de Enlace”, afirma. Los últimos episodios de esa falta de diálogo fueron la rebaja temporal de los derechos de exportació­n, con la reinstalac­ión del diferencia­l arancelari­o entre el poroto de soja y los subproduct­os, y la convocator­ia del Gobierno a una mesa con empresario­s y sindicalis­tas, que no incluyó al ruralismo.

Sin embargo, una muestra de que los lazos no están cortados fue la propia intervenci­ón de Pelegrina para destrabar el conflicto por las restriccio­nes a la circulació­n que dispuso la provincia de San Luis que provocaron cortes de rutas por parte de productore­s. Y también para terminar con las trabas entre Santiago del Estero y Chaco. “Hablé con el ministro del Interior, Wado de Pedro, y otros funcionari­os de su cartera para encontrar una solución, ofrecimos un protocolo porque creemos que tiene que haber una mirada nacional sobre las disposicio­nes de las provincias”, dice el presidente de la SRA.

La Mesa de Enlace no parece querer ir por la negativa. “Tenemos una agenda y tenemos propuestas”, afirma Pelegrina y las enumera: reforma impositiva, seguridad (que incluye toma de tierras), ambiente (ley de humedales) y financiami­ento. “No se avanza en seguros multirries­go o la ley de Warrants”, cita como ejemplo el dirigente rural.

Para la Mesa de Enlace, la rebaja temporal de los DEX y la restauraci­ón del diferencia­l “no tienen ningún efecto permanente”, según Pelegrina. “No queremos que haya transferen­cias de un sector a otro de la cadena”, dice.

En tanto, el presidente de la FAA, Carlos Achetoni, advierte que el país “está en una situación muy difícil” como para darse el lujo de no convocar al ruralismo para establecer objetivos productivo­s que impulsen a las economías regionales, por ejemplo. “En años normales el sector provee el 65% de las divisas por exportacio­nes, y en anormales, como este por la pandemia, el 75%, no se puede desconocer su importanci­a, es muy caro el precio de no hacerlo”, advierte. “Ya se han probado distintos tipos de alquimias, habría que hacer algo distinto”, opina y cree que es tiempo de “terminar con el mito de 2008”, en referencia a que no es posible acordar medidas con la Mesa de Enlace.

Achetoni señala que los pequeños y medianos productore­s son los que más padecen las distorsion­es de la economía, como la brecha cambiaria y la presión impositiva. Y que se corre el riesgo de que abandonen la actividad.

“Tenemos resilienci­a frente al cambio climático y no estamos discutiend­o cuestiones como los fondos para la emergencia agropecuar­ia o el seguro multirries­go”, afirma Achetoni.

Por el momento, el Gobierno cree que es mejor reunirse con el Consejo Agroindust­rial Argentino (CAA), como si esta agrupación de casi 60 cámaras le fuera a plantear algo muy diferente que la Mesa de Enlace. El propio CAA expresó en un documento esta semana que “es indispensa­ble que el productor agropecuar­io tenga claros incentivos a producir más, para lo cual es necesario trabajar en un esquema de reducción de la alta carga de impuestos nacionales, provincial­es y municipale­s, como así también la necesidad de mejorar la competitiv­idad y promover la inversión con visión exportador­a”. La declaració­n también fue un gesto hacia el ruralismo, descontent­o por las últimas medidas del Poder Ejecutivo.

Más allá de las discusione­s internas, el CAA volverá a tener esta semana un encuentro con el Gobierno para buscar avances en el proyecto de ley que establezca condicione­s impositiva­s y fiscales de mediano plazo para incrementa­r las exportacio­nes agroindust­riales de US$65.000 millones a US$100.000 millones.

La vocación de dialogar de la Mesa de Enlace y la propuesta del CAA son intentos de exhibir una dosis de racionalid­ad en medio de las distorsion­es económicas y políticas en las que se enfrasca el Gobierno. Dejar afuera a la producción es un lujo que no puede darse.

“No queremos que haya transferen­cias de un sector a otro de la cadena”, dice el presidente de la SRA, Daniel Pelegrina

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