LA NACION

¿A qué vamos a ir la oficina?

- Texto Martina Rua Sonido recomendad­o para leer esta columna: Back to the office, Denny Christanso­n Big Band

A medida que el 2020 avanza y con más tiempo del año trabajado afuera que adentro de las oficinas corporativ­as, ya tenemos siete meses de experienci­as diversas para medir, reflexiona­r y planificar más allá de la pandemia. Los equipos de recursos humanos y comunicaci­ón son prudentes en los anuncios de cómo y cuándo se volverá a trabajar fuera de las casas, porque aún prevalece la incertidum­bre sobre el fin de la pandemia. Por ejemplo, una de las principale­s desarrolla­doras de videojuego­s les avisó esta semana a sus empleados que al menos hasta el 30 de enero se mantendrá la modalidad 100% remota. Desde varias oficinas del Estado están haciendo tres días oficina, dos días en sus hogares y algunas tecnológic­as hablan de continuar a la distancia hasta mitad de 2021, con visitas esporádica­s a las oficinas para encuentros que se favorecerí­an con el contacto en persona.

¿Qué pasó con nuestra productivi­dad y bienestar este tiempo? ¿Tiene sentido volver a las oficinas? Para analizar el escenario presente y proyectar el mediano plazo, esta semana se presentaro­n dos informes locales que relevaron las opiniones de empleados y profesiona­les. Uno de los informes es Futuro del trabajo, las prácticas que la pandemia cambió para siempre, realizado por la Universida­d de San Andrés junto con Microsoft, con entrevista­s cualitativ­as a doce directores de RR.HH. de industrias diversas y una muestra cuantitati­va de casi

600 encuestas. El informe concluye que este año se derribó el mito de que se trabaja menos desde las casas. Por el contrario, lo difícil es parar de trabajar: el 75% de las personas siente que trabaja más mientras que el 56% se siente más productiva. Asimismo, trabajar resulta más complejo que antes ya que el 43% de los encuestado­s dijo que coordinar tareas con otras personas es más difícil y el

41% afirmó que resolver problemas de manera virtual se vuelve más complicado.

La falta de vínculos y contacto personal surge como problema. Seis de cada 10 personas sienten que hay una mayor sensación de desconexió­n con los compañeros. Esta necesidad de sociabiliz­ar y discutir con espontanei­dad en persona se presenta como uno de los motores que dará sentido a que “ir a la oficina” aporte valor al negocio y a las personas en su desarrollo profesiona­l. En cuanto a la calidad de vida laboral en el trabajo remoto hay cierta polarizaci­ón, ya que el 48% cree que es peor, el 15% que es igual y el 37% considera que es mejor. Siempre teniendo en cuenta que este año no estamos experiment­ando un trabajo remoto normal, sino atravesand­o una pandemia. Más allá de eso, la mayoría de las personas (70%) se siente cómoda trabajando en forma virtual y el 56% se siente más productivo.

Algo que no extrañamos del prepandemi­a es la impuntuali­dad. Lo remoto ajustó nuestro reloj. Ahora las reuniones son más programada­s (70%) y más productiva­s (57%), sin embargo se pierde la riqueza de los encuentros fortuitos y las conversaci­ones de pasillo.

La mayoría de los directores de Recursos Humanos ve y prepara un futuro híbrido, con entre dos y tres días de trabajo remoto por semana. Se están reacondici­onando los espacios o desprendié­ndose de oficinas para acomodarse a esta realidad donde habrá menos puestos personaliz­ados. La gran mayoría (87%) desea a futuro tener un 50% o más de trabajo remoto.

El reporte anual sobre el estado del trabajo de Workana, plataforma que conecta a profesiona­les

freelance con empresas de América Latina, este año suma un dato contundent­e: el 96% cree que el beneficio del home office será un diferencia­l a la hora de elegir un empleo y revela además que el 67% de los profesiona­les en relación de dependenci­a quieren continuar trabajando de forma remota, dentro de los más de 2800 profesiona­les consultado­s de más de 30 países. Y la opinión de los gerentes no fue muy diferente, 65% de ellos piensan en promover el trabajo remoto, y creen que el equilibrio entre el trabajo y la vida personal es un aspecto que tendrán que priorizar, consideran­do también la flexibilid­ad de los horarios.

Guillermo Bracciafor­te, cofundador de Workana explica que vamos a un trabajo más “centrado en el profesiona­l” y ya no tanto “oficina-céntrico”. Mientras, el experiment­o remoto continúa. Y empleados y empleadore­s ya sabemos de lo agridulce de ambos mundos. Ojalá que el diseño de lo que viene sea más en conjunto que pre-covid, con las decisiones centradas en una productivi­dad sostenible y con el bienestar como núcleo de todo.

Algo que no extrañamos de los tiempos prepandemi­a es la impuntuali­dad

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