LA NACION

Nadal va por más récords y Djokovic es la última gran barrera

Si gana su 13° Roland Garros, llegará a 100 éxitos en París e igualará los 20 Grand Slam de Federer

- Ariel Ruya

Rafael Nadal es insaciable: a los 34 años compite como si no hubiera un mañana. Le aburren las historias del pasado, aquello de que es “el mejor de la historia sobre el polvo de ladrillo”. Lo que lo desafía es el hoy, el mañana. Suma 19 de los grandes, está a uno de Roger Federer, con 39 años y una vida dedicada a la excelencia. Acaba de pulverizar a Diego Schwartzma­n (6-3, 6-3, 7-6 y un desmoraliz­ante 7-0 en la definición) y no afloja ni un músculo. En el calor y en el frío, en el verano y en el otoño, de día o de noche, el español alcanza la final de Roland Garros y va, literalmen­te, por todo. Lo que le pertenece: lo separa una victoria de su 13° título en París, su vigésimo Grand Slam y de los 100 triunfos en el torneo que ya debería llevar su nombre.

Novak Djokovic era el tercero en discordia y se convirtió en una leyenda: a los 33 años, el número 1 mundial sabe que el veredicto final será el día después de su retiro, tal vez en dos, en tres temporadas. Es un provocador, un bufón, un gran campeón: tiene 17 de los grandes, menos dolencias que el español, diversidad de recursos en todas las superficie­s y seis años de “ventaja” sobre el reloj suizo, que todavía tiene cuerda. Supera al griego Stefanos Tsitsipas por 6-3, 6-2, 5-7, 4-6 y 6-1, con más sudor de lo que presagiaba­n los libros de pronóstico­s, y alcanza otra final de Roland Garros, un trofeo que sólo consiguió en 2016.

La historia del tenis reúne a varios cracks que traspasan el tiempo. Ninguno se compara con estas tres leyendas, ni con este tiempo, aún con el desgarrado­r espacio de la nostalgia. Esto es único. La cita de mañana, a las 10, es otra muestra de la supremacía. Es, además, la mayor rivalidad de la historia del tenis. El duelo 56. En la quiniela, este número representa “la caída”. En el tenis, es “el paraíso”. El serbio domina al español en el mano a mano, 29 a 26. También supera al Gran Roger: 2723. Y, sin embargo, en afecto popular, se mantiene en un cómodo tercer lugar entre los gigantes.

La primera vez que se encontraro­n fue en los cuartos de final del clásico de la arcilla en 2006. Nadal escribía el prólogo de su leyenda, Djokovic daba sus primeros pasos fuertes y se retiró con problemas de respiració­n tras ceder los dos primeros sets por 6-4. Se enfrentaro­n en ocho finales de las grandes: están cuatro a cuatro. Rafa nunca perdió una finalísima en París; le gana en cruces de Grand Slam 9 a 6; en arcilla, 17 a 7, y en Roland Garros, 6 a

1. ¿Cuándo fue la única vez de Nole? En los cuartos de final de 2015: 7-5,

6-3 y 6-1. ¿Y en finales, en cualquier circunstan­cia? El serbio lleva la delantera, por 16-11. Los números confirman la teoría: están en la mesa de los mejores cinco de todos los tiempos.

Y no aflojan. Quieren, buscan más. Rafa se ríe de los datos cuando alguien menciona la marca de las 12 finales de Federer en Wimbledon. “Yo entiendo todas estas cosas y es bueno para el tenis que se hablen de estas cosas. Yo vivo mi propia realidad y es que estoy jugando Roland Garros. Cuando se termine y se consiga o no, ya se hablará. Estoy jugando para mí el torneo más importante. Es lo que me llena y me motiva. En eso estoy. Todo lo demás pasa en un segundo plano. Mi objetivo cada vez que vengo es ganar Roland Garros, más allá de tener que superar a Borg, los diez títulos… siempre hay un motivo. Este año no es una excepción”, cuenta Nadal. Que se prepara para otro golpe sobre la mesa... de los más grandes de todos los tiempos.

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Reuters Rafa y Nole: 19 y 17 títulos de Grand Slam, respectiva­mente

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