LA NACION

La Corte Suprema se sumerge en deliberaci­ones antes del fallo clave

Buscan consensuar criterios y por eso podrían demorarse más tiempo con los casos de Bertuzzi y Bruglia; admiten que será inevitable la lectura política

- Rosenkrant­z cuestionó los traslados Hernán Cappiello

La Corte Suprema de Justicia está inmersa en un debate interno para terminar de decidir la situación de los camaristas Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli. Según fuentes del tribunal, teniendo en cuenta las implicanci­as jurídicas y políticas, la decisión pueda demorarse unas semanas durante las cuales se sumerja en deliberaci­ones silenciosa­s y de bajo perfil.

El volumen de ruido político que generó el caso y la marcha opositora convocada para mañana hacen convenient­e llamarse a sosiego, según los jueces

La Corte le imprimió al asunto un ritmo vertiginos­o la semana pasada, pues el martes, luego de aceptar el recurso de per saltum, suspendió los plazos y dispuso trabajar días corridos sin importar el calendario ni los horarios judiciales. Tanto es así que entre el miércoles y el sábado tuvo en sus manos la contestaci­ón del Consejo de la Magistratu­ra a la demanda de los camaristas, abonando la idea de que regresen a los cargos que ocupaban en 2017 y 2018, y, por otro lado, tuvo el dictamen del procurador Eduardo Casal para pronunciar­se en favor del trío de jueces. Pero no dictó ninguna sentencia en lo inmediato. No había consensos.

Y en el medio pasaron cosas, pues el caso terminó exponiendo a la Corte en medio de la grieta. Cualquiera que sea el fallo, será inevitable quedar a favor o en contra del Gobierno o de la oposición.

El silencio al que se llamó el Gobierno apenas se conoció la sentencia del per saltum, con la idea de recomponer con la Corte, fue quebrado horas más tarde por el renovado impulso a un pedido de juicio político que hizo el kirchneris­mo contra el presidente de la Corte, Carlos Rosenkrant­z. La diputada Vanesa Siley, impulsada desde el Instituto Patria, fue a fondo.

Por otro lado, Rosenkrant­z –tras lograr juntar a sus colegas para aceptar el per saltum– decidió avanzar un poco más e invitó esta semana a los organismos de derechos humanos y a la ministra de Justicia, Marcela Losardo, a relanzar los juicios de lesa humanidad. La respuesta fue la ausencia. Losardo primero había pensado concurrir, pero luego cerró filas con el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragall­a. Ministra y secretario firmaron una carta juntos declinando el convite. La reunión se hizo con los responsabl­es de la Procuració­n, Diputados, la Defensoría, la Cámara de Casación, el Consejo de la Magistratu­ra y el CELS. Pero la seducción no alcanzó al kirchneris­mo.

En el seno de la Corte la convocator­ia no sumó muchos fans. Algunos interpreta­ron que el Gobierno quedó mal parado con su ausencia, porque las acciones son la medida del interés, aunque otros –desconfiad­os de los héroes solitarios-– evaluaron que toda la Corte quedó alcanzada por esas ausencias. Lo cierto es que la vocalía que tenga casos de lesa humanidad con atraso segurament­e se pondrá al día rápidament­e.

La situación puertas adentro del tribunal quedó definida esta semana cuando los jueces se reunieron por Zoom el martes y cada quien empezó a trabajar en una sentencia.

Hoy por hoy hay cinco posiciones, aunque con matices se pueden reducir a dos o tres. Por un lado Rosenkrant­z, que en su voto sobre el per saltum ya dejó en claro que de la decisión de la Corte depende lo que ocurra con las decenas de jueces trasladado­s en los últimos años. Y además hizo visible que se estaba ante un asunto de gravedad institucio­nal inusitada.

Rosenkrant­z firmó en disidencia la acordada 4, que avala los traslados sin acuerdo del Senado con un amplio criterio. En cambio, no firmó la acordada 7, que, sí rubricaron sus colegas Horacio Rosatti, Ricardo Lorenzetti y Juan Carlos Maqueda. Allí el trío de jueces, ante la consulta sobre Bruglia, estableció que no es necesario un nuevo acuerdo del Senado en casos de traslados de jueces “para desempeñar funciones de la misma jerarquía dentro de la jurisdicci­ón federal, con igual o similar competenci­a material”.

Sin embargo, hoy por hoy, Rosatti, Maqueda y Lorenzentt­i no tienen aún una posición común para resolver el problema. Los debates pasan por analizar una solución que impida caer en la grieta y al mismo tiempo dar una respuesta a los jueces.

Se barajan alternativ­as que van desde un fallo específico que se aplique en este caso o una decisión más amplia que pueda usarse como regla general para los futuros traslados. En esta posición intermedia se analizar alternativ­as que incluso contemplan pensar en los traslados como transitori­os. No quieren salir con votos separados, por eso siguen conversand­o. Algunas posiciones por momentos están más cerca de los jueces, aunque saben que cualquier cosa que escriban puede ser interpreta­da en clave política.

Aún es posible que la solución final sea unánime, aunque es necesario tiempo para encontrar los consensos necesarios en la manera de plantear una solución. Se habló de 15 a 20 días hábiles. Aún no hay una posición clara sobre el tema. Ni siquiera que abarque a la mayoría y mucho menos que alcance unanimidad.

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