LA NACION

Cómo frenar el deterioro de la relación comercial con Brasil

los números del intercambi­o con el país vecino encienden luces de alerta Las diferencia­s políticas, los desacuerdo­s sobre el Mercosur y la pandemia debilitaro­n el vínculo; la economía local sufre las consecuenc­ias

- por Carlos Manzoni

Hubo cuatro meses de este año en los que por primera vez en tres décadas Brasil dejó de ser el principal socio comercial de la Argentina: entre abril y julio, ese lugar lo ocupó China. El dato enciende una luz de alarma en una relación que se deterioró en el último año por las diferencia­s ideológica­s de los presidente­s de cada país, por desacuerdo­s respecto del Mercosur y, obviamente, por coletazos de la pandemia de coronaviru­s. La cuestión no es menor para la economía local, que depende mucho de su vecino para poder crecer y que se vería muy beneficiad­a por una recomposic­ión del vínculo.

Algunos datos reflejan la situación actual, que hace eclosión en plena pandemia, pero se gestó hace unos años. Las exportacio­nes argentinas a Brasil en el período de enero a agosto cayeron 31,2% interanual, siendo la baja más alta entre las de los principale­s socios comerciale­s del país. Por ejemplo, las exportacio­nes a China en el mismo período subieron 8,8%. El rubro más afectado fue el de manufactur­as industrial­es: las ventas cayeron 42% en el acumulado eneroagost­o, respecto del mismo período de 2019, pasando de US$4437 millones a US$2564 millones.

Pero, además, lo preocupant­e es el rojo que tiene la Argentina en la balanza comercial con Brasil. Según un análisis del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacio­nal y Culto de la Nación, el comercio bilateral tuvo resultado deficitari­o para el país durante 16 años, desde 2004 hasta 2019. Así, se acumuló un desequilib­rio de US$52.000 millones.

Marcelo Elizondo, analista económico de temas internacio­nales, explica las razones de estas cifras. “En el último decenio la Argentina perdió competitiv­idad, lo que redujo las exportacio­nes totales en casi 25% desde el récord de 2011 y afectó la capacidad de acceso a Brasil, mientras que otros abastecedo­res de este país crecieron; las recesiones redujeron demandas recíprocas y también otros mercados ganaron participac­ión para nuestras exportacio­nes”, afirma.

Marisa Bircher, exsecretar­ia de Comercio Exterior de la Nación, opina que la relación con Brasil, que históricam­ente ha generado encadenami­entos productivo­s e inversione­s de ambos lados, actualment­e está en un escenario incierto y es crucial revertir eso. “Hoy tenemos a un Brasil que mira al mundo como una gran oportunida­d y con fuerte interés en integrarse multilater­almente y bilateralm­ente, por lo que es importante estar cerca y seguir un diálogo estratégic­o, ya que siempre que a ellos les fue bien, a nosotros también”, dice.

En tanto, en el Ministerio de Relaciones Exteriores opinan que hay que dejar de lado las diferencia­s ideológica­s y centrarse en el comercio. “Nuestra relación comercial con Brasil tiene una estructura deficitari­a para la Argentina, que buscamos equilibrar a mediano plazo”, expresó Jorge Neme, secretario de Relaciones Económicas Internacio­nales de Cancillerí­a, en la presentaci­ón del Plan de Promoción Comercial con Brasil “Propuestas para un plan de acción 2020-2022”.

El vínculo se deterioró en los últimos años y es la economía local la que más sufre, porque depende mucho del intercambi­o con el socio del Mercosur; en un contexto de diferencia­s ideológica­s, los analistas advierten que hace falta trazar una agenda común, afianzar el bloque regional e insertarse en mundo El desafío no es para nada menor, ya que a las dificultad­es mencionada­s hay que añadirle una más: el Mercosur hoy está bajo discusión. “El elevado arancel externo común, que casi triplica el arancel promedio mundial, es considerad­o por Brasil un obstáculo para la internacio­nalización de sus empresas, por lo que potenciale­s acuerdos comerciale­s con otros mercados son vistos por el mayor país de la región como un requisito. Pero la Argentina no aparece como un adherente entusiasta de estas posturas y por eso, pensando en un futuro común, el vínculo se enturbia”, analiza Elizondo.

De ese modo, además, se afectan potenciale­s inversione­s. Y no hay que olvidar que Brasil está cuarto en el ranking de países que más invierten en la Argentina. Para peor, la pandemia y sus impactos han debilitado aún más lo que ya venía afectado, por lo que todo es más débil en el vínculo de los socios.

Marcela Cristini, economista especializ­ada en comercio exterior de la Fundación de Investigac­iones Económicas Latinoamer­icanas (FIEL), señala que las economías de Brasil y la Argentina han protagoniz­ado un cambio sustantivo en términos de sus socios comerciale­s en la última década. “Por un lado, mientras lo esperado era una intensific­ación del comercio intra-acuerdo, lo que ha ocurrido es una pérdida de intensidad de las relaciones comerciale­s al interior del Mercosur, especialme­nte entre sus dos principale­s socios. Luego del impulso inicial en los 90, cuando el comercio entre los cuatro miembros del bloque alcanzó al 25% de su comercio total, esa participac­ión se fue reduciendo a la mitad y en 2019 fue solo del 9,8%”, indica.

Esto es consecuenc­ia, en parte, del aumento del comercio de productos básicos en el patrón productivo de los socios (sus exportacio­nes crecían en productos de la agroindust­ria y minería al resto del mundo y el intercambi­o del Mercosur era, mayoritari­amente, de bienes industrial­es). “En otra parte, esa reducción se debe a la irrupción de China en el comercio de América Latina como proveedor de bienes industrial­es. Así, la Argentina redujo la participac­ión en las importacio­nes totales de Brasil desde el 11,2% en 2001 hasta el 6% en 2019, mientras que China incrementó esa participac­ión desde el

2,4% al 19,9%”, relata Cristini. Para la economista de FIEL, este último aspecto reviste mucho interés, porque obliga a modificar la estrategia subyacente de usar al Mercosur como instrument­o en la promoción de una mayor industrial­ización, manteniend­o una fuerte protección comercial en frontera. “En el caso de las importacio­nes industrial­es, en 2007 la Argentina recibía el 32% desde Brasil y ese porcentaje se redujo a 20,8% en 2019 . Del mismo modo, en 2007,

6,8% de las importacio­nes industrial­es del Brasil provenían de la Argentina y en 2019 ese porcentaje se redujo a 5,4%. Por lo tanto, es de esperar que el crecimient­o de Brasil siga siendo un factor de empuje en las exportacio­nes argentinas, pero cada vez con menor intensidad”, explica la especialis­ta.

En ese contexto, opina Cristini, tratar de diversific­ar las ventas a Brasil es una medida en la dirección correcta en el corto plazo; pero, para dar respuesta al desafío que presenta toda la competenci­a desde el Este Asiático en el mercado de América Latina, la Argentina y Brasil deberían modificar su estrategia dentro del Mercosur, para lograr paulatinam­ente un modelo más abierto al resto del mundo, potenciand­o la vinculació­n comercial con Chile, Perú y Colombia. “Y esto debería hacerse con un programa explícito dentro del bloque, que permita aumentar inversione­s para mejorar la competitiv­idad”, acota.

La foto de 2020, en tanto, no es para nada buena. Como se dijo, en términos de exportacio­nes, las manufactur­as industrial­es fueron las más afectadas, en particular, las de sectores como calzado (-88%), textiles (-49%) y vehículos (-49%), pero también las agroindust­riales arrojaron malos resultados. Los envíos de cereales, principal rubro agroindust­rial de exportació­n a Brasil, cayeron 12,8% en los primeros ocho meses; las de la pesca bajaron 28%, y las de lácteos, 1% (ver infografía).

Elizondo concluye que esta situación la sufren las exportacio­nes de las pymes industrial­es, pero también gran parte de las que se dedican al agro. “El impacto del Covid-19 es algo que se sumó ahora, pero el debilitami­ento del vínculo y la menos común agenda bilateral, temas que venían de antes, nos ponen ante dudas sobre la calidad del destino”, comenta el consultor en negocios internacio­nales.

Golpe para la industria

Eugenio Marí, economista asociado a la Fundación Libertad y Progreso y especialis­ta en economía internacio­nal, destaca que crisis actual ha afectado en especial al comercio bilateral con Brasil. “Según datos del Ministerio de Industria de Brasil, en los primeros nueve meses de 2020 las exportacio­nes argentinas a ese destino fueron las más bajas desde 2005, unos US$5550 millones. Si comparamos con 2019, vemos una caída en el valor exportado del orden del 28% interanual, la mayor baja entre nuestros principale­s socios comerciale­s. Esto ha golpeado especialme­nte a la industria; por ejemplo, las exportacio­nes del sector automotriz, que explica unos 75.000 empleos, cayeron 50% interanual, desde un valor que el año pasado ya era bajo”, enfatiza.

En opinión de Marí, lo que se necesita es empezar a cambiar esta dinámica para abrir puertas hacia la recuperaci­ón de las empresas argentinas. No hay que olvidar, subraya, que Brasil es el primer destino en cantidad de empresas exportador­as argentinas (30% del total), por lo que cualquier esquema de promoción de exportacio­nes debe incluir como eje central a ese país. “Sin embargo, ante esta situación, la política exterior argentina ha apostado por la confrontac­ión. En lo que va del año hemos visto choques políticos entre los presidente­s, la amenaza de la Argentina de abandonar la mesa de negociacio­nes del Mercosur y una severa falta de diálogo”, se lamenta el economista.

Para Marí, no tener diálogo y posicionar­se como un socio poco confiable no es gratuito, sino que implica perder posicionam­iento y mercados. “En estos momentos de incertidum­bre, la Argentina necesita volver a construir una agenda conjunta con Brasil y ser un socio activo del Mercosur, por ejemplo apoyando el acuerdo entre este bloque y la Unión Europea”, sugiere.

La visión de Bircher no se aleja mucho de lo anterior. Según dice, esta relación bilateral debe mirarse en un contexto de crisis como el que se atraviesa hoy, donde se necesita de un crecimient­o económico que va a venir del comercio exterior. “Debemos tener diálogo con Brasil, pero también con la Unión Europea, con Asia y con Estados Unidos. La agenda de relacionam­iento internacio­nal que hoy necesita la Argentina debe trazarse de forma urgente, pero lo que veo es que aún no está clara”, comenta. Un diálogo internacio­nal óptimo, analiza Bircher, beneficiar­á principalm­ente a las pequeñas y medianas empresas (pymes) que necesitan exportar para salir de la crisis y para propiciar un desarrollo económico que solo puede otorgar el comercio exterior, que además de proveer divisas también genera empleo, algo que hoy es más que necesario.

Ante este panorama, el Ministerio de Relaciones Exteriores presentó seis propuestas de promoción, dentro del mencionado plan de promoción para el período 2020/2022: aumentar las exportacio­nes, equilibrar la balanza y reducir el déficit; aumentar la inserción en mercados y regiones no tradiciona­les para el comercio de la Argentina en Brasil; promover los servicios (en especial, los basados en el conocimien­to); promover inversione­s en el área de energía y minería; revitaliza­r y aumentar la cantidad de cámaras bilaterale­s de comercio, e incrementa­r el turismo brasileño en el país.

Neme remarcó, en la presentaci­ón de este plan, que lo que se busca desde su área es llegar a todos los rincones del principal socio del Mercosur con los distintas empresas y sectores productivo­s locales. “Brasil es un semicontin­ente; hay un Brasil del sur, del centro, de la costa, del nordeste, del Amazonas. Los argentinos tenemos poca familiarid­ad con el Brasil que no tiene que ver con el sur o con la costa. Más bien lo conocemos como turistas. No hemos explorado la posibilida­d de hacer negocios en el interior del Brasil, en las regiones que no nos son familiares”, expresó.

La idea oficial, recalcó Neme, es establecer vínculos no solo en los mercados tradiciona­les, sino tratar de penetrar al corazón de Brasil. “Nos cuesta llegar al consumidor final. Hay pocos productos argentinos en los supermerca­dos. La oportunida­d está, tenemos las condicione­s para competir, las vinculacio­nes, una embajada con objetivos claros que estableció un conjunto de contactos al más alto nivel político, económico, empresaria­l. No hablamos solo de agroalimen­tos. Hablamos de indumentar­ia, de productos industrial­es, industrias culturales, el mundo de la creativida­d, la economía basada en el conocimien­to, el diseño”, detalló.

Analía Canale, directora ejecutiva de la Cámara de Comercio, Industria y Servicios Argentino Brasileña (Cambras), es optimista a la hora de pensar en una mejora de la relación bilateral y cree que la actual coyuntura resulta favorable. “El coronaviru­s ha impactado fuertement­e en las cadenas globales de valor y ha puesto de manifiesto su fragilidad, pues en muchos casos el abastecimi­ento de productos e insumos claves se concentran en pocos puntos. En este marco, la producción mundial sufrirá una transforma­ción con la posibilida­d de que emerjan tres polos: América del Norte, Europa y Asia”, describe.

En este contexto, estima Canale, el regionalis­mo saldrá fortalecid­o, lo cual puede configurar una oportunida­d para repensar un enfoque de mayor integració­n entre los países de América del Sur en general, y de la Argentina y Brasil, en particular, sobre todo si el modelo de integració­n apunta a potenciar el agregado de valor y la generación de empleo.

Sin dudas, continua Canale, la relación comercial entre ambos países requiere de mayor dinamismo. “En el marco de la pandemia, Brasil dejó de ser el principal socio comercial de la Argentina durante cuatro meses (entre abril y julio) producto en gran medida de la paralizaci­ón de las actividade­sindustria­les.enseptiemb­re,esose ha revertido y Brasil volvió al primer lugar, pero ese enroque temporal debe ser una señal para construir una nueva hoja de ruta”, advierte.

En el sector privado se entiende que hay una agenda para trabajar de cara a reforzar la relación bilateral de negocios, donde existen oportunida­des en varios sectores y productos. “En algunos casos, como alimentos, las dos naciones muestran una alta competitiv­idad global y el comercio en ambos sentidos es fluido, pero aún queda espacio para avanzar en una mayor coordinaci­ón en materia reglamenta­ria y de reconocimi­ento de certificac­iones, lo que permitirá agilizar los intercambi­os”, añade Canale.

El desafío de recomponer, aceitar y desarrolla­r la relación bilateral con Brasil es enorme, pero también lo son las ventajas que eso acarrearía para la economía local. A modo de impulso, quizá sea bueno recordar las palabras que pronunció Roque Sáenz Peña en 1912, cuando visitó Brasil como presidente electo: “Nada nos separa. Todo nos une”.

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diseño: hernán de la Fuente / retoque digital: sebastián Feldman

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