LA NACION

Inversión extranjera directa: qué es y cómo se la promueve

- POR Santiago Bulat

1 Inversión. Uno de los componente­s del crecimient­o que resulta más deseable en el largo plazo, por su capacidad de elevar el producto potencial y mejorar la productivi­dad de los países, es la inversión. Particular­mente, la inversión extranjera directa (IED) se define como una operación que involucra una relación de largo plazo en la cual una persona o empresa inversora de cierta economía, tiene el objetivo de obtener una participac­ión duradera en una empresa o entidad residente de otra economía. En una operación de IED, el inversor pretende ejercer un grado significat­ivo de influencia o control en el manejo de cierta empresa que reside en una economía que no es la propia. Hay una diferencia clara con la “inversión de cartera o portafolio”, la cual no supone intención de control por parte del inversor, en tanto que generalmen­te se hace con horizontes de corto plazo y con instrument­os financiero­s.

2 Flujos. Los eventos por los cuales queda contabiliz­ada la inversión extranjera directa son los aportes nuevos o ampliacion­es de capital de un inversor directo (con bienes tangibles o intangible­s); las transferen­cias accionaria­s, y la reinversió­n de utilidades. En los años 90, los flujos de IED experiment­aron una rápida suba a nivel global. El ratio de los flujos de IED/PBI global pasó de 0,6% en los 80 a 1,3% en la década siguiente. Si bien con oscilacion­es, la tendencia al ascenso del peso relativo de la IED siguió en los años 2000, cuando se elevó a 2,3% (con un pico de 4% en 2000). Ya en la década del 2010 prosiguier­on los movimiento­s oscilantes, y en el promedio de 2010-2018, el ratio flujos de IED/PBI global se ubicó en 2%.

3 Incentivos. Entender cuáles son los motivos que inducen a una empresa a decidir llevar adelante parte de sus actividade­s productiva­s en otro país es un factor clave para el diseño de las políticas públicas. Hay tres diferentes grupos de ventajas. En primer lugar están las ventajas de propiedad, que pueden derivar de la posesión de ciertos activos intangible­s como patentes, marcas, capacidade­s tecnológic­as, mejores tiempos de llegada al mercado, entre otras. Incluyendo también las ventajas que específica­mente derivan de la propia multinacio­nalidad de la empresa, como el mejor acceso al financiami­ento o la escalabili­dad en su producción. También están las llamadas ventajas de internaliz­ación, que dependen de un balance de costos y beneficios, en el cual influyen varios elementos, fundamenta­lmente asociados a distintas fallas de mercado, por factores como los altos costos de negociació­n, la existencia de problemas de riesgo moral, o la incertidum­bre acerca del respeto de los derechos de propiedad. Por último, existen las ventajas de localizaci­ón, que tienen que ver, por ejemplo, con las condicione­s económicas generales del país, los factores político-institucio­nales y los instrument­os de política pública que inciden en las decisiones de inversión.

4 Políticas públicas. Las decisiones de los gobernante­s pueden impactar en la IED. Hay políticas generales y hay otras de apoyo público a la inversión. En las primeras están las normas y regulacion­es que apuntan a proteger inversione­s, sostener acuerdos internacio­nales sobre promoción y tributació­n, a la vez que a mantener la estabilida­d jurídica de las empresas. Por su parte, el apoyo por parte del sector público se centra en dar incentivos fiscales y financiero­s, en los apoyos focalizado­s y en las agencias de promoción de inversione­s.

5 Faltante. Desde la vuelta de la democracia, los países de la región recibieron, en promedio, 3,2% del PBI en inversione­s extranjera­s directas por año, mientras que para la Argentina ese promedio es de 1,9%. El desacople ocurrió tras la crisis de 2001. Esa brecha significa un faltante de US$190.000 millones que podrían haber ingresado en sectores como comunicaci­ones, banca, energía, manufactur­a y comercio.

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