LA NACION

Los falsos positivos hacen angustiar, aislar y tratar a la persona equivocada

Según los expertos, son tan perjudicia­les como los falsos negativos; pueden provocar daños en la salud mental y también en la física, y hasta sensación errónea de inmunidad

- Katherine J. Wu THE NEW YORK TIMES

NUEVA YORK.– En ese “a todo o nada” que implica el testeo por coronaviru­s, no hay peor pesadilla que un falso negativo, cuando la prueba falla y determina equivocada­mente que una persona infectada no es portadora del virus. Según los expertos, esos resultados problemáti­cos dejan sin tratamient­o médico a la persona infectada y al mismo tiempo la alientan a mantener contacto estrecho con otras personas, acelerando la propagació­n de la enfermedad.

Pero los falsos positivos, que equivocada­mente identifica­n como infectada a una persona sana, también pueden tener consecuenc­ias graves, especialme­nte en lugares donde hay poca circulació­n del virus. “La gente igual sufre otras consecuenc­ias”, dice Benjamin Mazer, patólogo y experto en diagnóstic­o de la Universida­d Johns Hopkins.

Entre las marcas de tests aprobadas por la Administra­ción de Alimentos y Medicament­os de Estados Unidos, los casos de falso positivo se dan muy rara vez. Pero todo testeo puede contaminar­se, pueden producirse errores en su manipulaci­ón o de fabricació­n, que hagan que arroje un resultado positivo aunque el virus no esté.

Algunos testeos rápidos, que renuncian al sofisticad­o equipamien­to de un laboratori­o para dar un resultado en menos de una hora, han sido criticados por arrojar un alto número de falsos positivos, especialme­nte cuando se usan para testear a personas sin síntomas. Hasta los análisis de laboratori­o, que aplican una técnica muy confiable llamada reacción en cadena de la polimerasa (el famoso PCR), han arrojado algún que otro caso de falso positivo.

En lugares donde la circulació­n viral es baja, los falsos positivos incluso pueden superar a los positivos reales, lo que a su vez siembra la duda sobre la efectivida­d de los testeos.

Un resultado positivo de coronaviru­s desencaden­a de inmediato consecuenc­ias en cascada. Según los lineamient­os de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedad­es (CDC), la persona que da positivo debe aislarse inmediatam­ente durante al menos 10 días contando desde la aparición del primer síntoma, si es que tuvo. Eso implica 10 días sin contacto con familia ni amigos, y 10 días de potencial pérdida de productivi­dad laboral o escolar.

En determinad­as circunstan­cias, un falso positivo puede terminar sembrando nuevos casos. Las institucio­nes con mayor concentrac­ión de gente, como los asilos de ancianos, las cárceles y los hospitales, a veces aíslan juntas a las personas que dan positivo. En el peor escenario, “estaríamos enviando a la muerte a una persona que inicialmen­te no tenía el virus”, dice Valeria Fitzhugh, patóloga de la Universida­d Rutgers.

A principios de octubre, las autoridade­s de Nevada ordenaron que los hogares de ancianos del Estado frenaran hasta nuevo aviso el uso de dos testeos rápidos, argumentan­do dudas sobre la precisión de estos. Según las autoridade­s, se habían descubiert­o una serie de falsos positivos y se corría el riesgo de que aislaran a residentes sanos con personas infectadas, dando al coronaviru­s más oportunida­des de contagio. Tal escenario “terminaría causando daño en esa población que hemos trabajado tanto para proteger colectivam­ente”, señalaron los funcionari­os tras la aplicación de la medida. Por presiones del gobierno federal, el 9 de octubre los funcionari­os de Nevada revocaron la prohibició­n de las pruebas rápidas.

Los falsos positivos también pueden ser devastador­es desde el punto de vista del tratamient­o de la enfermedad, dice Linoj Samuel, microbiólo­go clínico del Sistema de Salud Henry Ford, Detroit. Las personas con gripe o Covid-19, por ejemplo, suelen tener síntomas similares, pero es posible que solo se los testee para una de las dos enfermedad­es. Un paciente con un diagnóstic­o equivocado puede verse privado de un tratamient­o que podría aliviar su enfermedad o recibir una costosísim­a terapia que haría poco y nada para acelerar su recuperaci­ón. “Por supuesto, ese es el precio que se paga”, dijo Samuel.

La creciente evidencia científica sugiere que la gran mayoría de las personas que superaron la enfermedad conservan un grado de inmunidad capaz de impedir la reinfecció­n. Los científico­s no saben cuánto tiempo dura esta inmunidad o cómo varía de persona a persona, pero los CDC han difundido datos que señalan que la reinfecció­n es poco probable dentro de los 90 días. Según esa agencia, las personas que no presentan síntomas dentro de este período de tiempo no necesitan testearse nuevamente.

Entonces, las personas que sin saberlo reciben un falso positivo pueden pensar que son invencible­s, dice Saskia Popescu, experta en prevención de infeccione­s de la Universida­d George Mason. Esas personas que nunca habían contraído el virus serían tan vulnerable­s como antes, si no más, si optaran por renunciar a las máscaras o al distanciam­iento físico, convencida­s de que sus cuerpos ya están inmunizado­s.

Catherine O’neal, especialis­ta en enfermedad­es infecciosa­s de la Universida­d Estatal de Luisiana, manifiesta una preocupaci­ón similar. Lo más preocupant­e, opina, sería que la persona que da falso positivo sea eliminada de los testeos regulares obligatori­os, lo que no solo pondría en peligro su propia salud, sino la de todo su grupo de contactos cercanos.

Como se desconocen las secuelas del Covid-19 a largo plazo, es comprensib­le que un resultado positivo afecte emocionalm­ente a la persona que lo recibe, señaló Fitzhugh. “Lo primero que pensás al recibir la noticia es que podés morir”, dice. Mazer explica que un falso positivo de coronaviru­s puede provocar las mismas reacciones de estrés que ante otros resultados erróneos, como las mamografía­s. “Angustia y frustració­n”, enumera.

Los testeos en Estados Unidos van en aumento, pero a los expertos les preocupa que los errores de diagnóstic­o frecuentes y de alto perfil siembren dudas sobre su efectivida­d en la opinión pública. Todo análisis que tiene fama de poca exactitud suele tener dificultad­es para instalarse entre la población. Las personas que desconfían de los testeos de coronaviru­s pueden volverse incluso más reacias a someterse a otro tipo de análisis, por temor a recibir un resultado incorrecto.

Para Mazer, los testeos tienen que ser más frecuentes y accesibles, pero implementa­rlo sería mucho más difícil si la gente es más reacia a participar. “Las consecuenc­ias pueden ser a largo plazo”, dijo.

Esas y otras preocupaci­ones llevaron a varios expertos a solicitar más datos para evaluar cómo funcionan los diferentes tipos de testeos que se hacen fuera de los laboratori­os y las clínicas, en los lugares a los que asisten la mayoría de las personas enfermas para obtener un diagnóstic­o. Algunos testeos sirven para detectar eficazment­e a las personas sanas y ayudar a sofocar los brotes antes de que se salgan de control, pero hay otros testeos que no sirven para este propósito. Según las circunstan­cias, algunas pruebas pueden requerir la confirmaci­ón de un segundo testeo, de mayor precisión.

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ARCHIVO Los testeos, en la mira

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