LA NACION

Que el fuego de octubre ilumine a los Pumas

- Jorge Búsico

la canción Fuegos de octubre, de Los Redonditos de Ricota, dice en una de sus estrofas: “Te prefiero… igual, internacio­nal”. Si bien las connotacio­nes no son las mismas, de alguna manera se relaciona con una rica parte de la historia de los Pumas. Ocurre que durante el décimo mes del calendario, más que en cualquier otro, el selecciona­do argentino de rugby tuvo actuacione­s que marcaron a fuego su leyenda. No se trató sólo de victorias, pero sí de hitos –diez en este caso, como para rendir honor al número de mes– que todavía se mantienen frescos en la memoria.

El 16 de octubre de 1976, en el viejo Arms Park de Cardiff, los Pumas jugaron un partido memorable ante el selecciona­do que cambió el rugby: Gales de la década de 1970. Aquel fabuloso equipo invencible comandado por el genio de Gareth Edwards estuvo a punto de caer rendido ante un rival que le jugó de igual a igual. Pese a perder 20-19 en la última pelota, los argentinos esa tarde dieron un paso adelante. Casi dos años después, el 14 de octubre de 1978, los Pumas pisaron por primera vez el césped sagrado de Twickenham. Frente a una inglaterra que para no darle valor de test se agregó el XV, lograron un histórico empate en 13, con el try de Marcelo Campo saltando sobre dos rivales, que aún hoy sigue reviviéndo­se a través de las redes sociales.

Octubre tiene directa relación con victorias ante los Wallabies. La primera fue el 27, en 1979, en la cancha de Ferro, por 24-13. Y el 4, en 2014, en Mendoza, el 21-17 significó el primer triunfo de los Pumas en el Rugby Championsh­ip. De los tries de Rafael Madero y el pié de Hugo Porta a los de Leonardo Senatore y Juan imhoff y los penales de Nicolás Sánchez. En esta historia con los australian­os hay que darle un lugar al San isidro Club, que el 10 de octubre de 1987 consiguió un heroico empate en 22 en el estadio de Vélez.

La trascenden­cia de los Pumas en octubre se completa con los Mundiales. Otra vez volvemos a Gales, pero ahora a Llanelli, al Stradey Park. Allí, en 1999, el lluvioso y frío domingo 10, lograron, luego de 10 derrotas consecutiv­as, la primera victoria en una Copa del Mundo: 32-16 a Samoa. El 16, en el Millennium de Cardiff, pasaron por primera vez la rueda inicial al superar a Japón por 33-12. Y el 20, en Lens, el gran impacto: 28-24 a irlanda y el pasaje a los cuartos de final, para quedar quintos en la tabla general.

Si aquel fue un octubre soñado, ¿cómo calificar al de 2007? La noche del domingo 7, en el Stade de France de París, el triunfo 19-13 sobre Escocia significó el pasaje a las semifinale­s. Dos semanas después, el viernes 19, también en París, pero en el Parque de los Príncipes, la goleada (34-10) a Francia selló el Bronce y, con ello, el comienzo de una nueva era en el plano de la alta competenci­a profesiona­l.

La otra semifinal de los Pumas también se tiñó de octubre. Vamos de nuevo a Cardiff. Otro día histórico. La tarde del domingo 18, bajo techo, frente a una multitud, la corrida y la palomita de Juan imhoff inmortaliz­aron aquella actuación soberbia ante irlanda, que tras el 43-20 les aseguró a los argentinos seguir hasta el final de inglaterra 2015.

Los Pumas pasaron en Australia el mes que se está yendo. La mayoría del plantel actual –staff y jugadores– ha sido parte de este recuento. En un año totalmente anormal, que rompió el programa que tenía armado el rugby profesiona­l argentino, el selecciona­do ofrece su cuerpo en pos de competir, aun en inferiorid­ad de condicione­s ante sus dos rivales y sometiéndo­se a una larguísima concentrac­ión/burbuja sanitaria que afecta su ideal preparació­n. Con una hidalguía deportiva digna de rescatar más allá de si se debió aceptar o no jugar en estas condicione­s. Por eso, los Pumas merecen que el fuego de octubre los vuelva a iluminar.

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