LA NACION

EL EXPERTO. Cuatro enseñanzas para que progrese el comercio internacio­nal

Diferentes modelos con un objetivo en común: lograr que entren más divisas a la Argentina, acelerando procesos y eliminando trabas que estancan la producción y, como consecuenc­ia, el crecimient­o

- Diego Dumont VP de Cacesfe y autor de Comercio Exterior para no especialis­tas

Algunos de los economista­s más influyente­s del mundo se han ocupado de intentar descifrar los patrones del comercio mundial a través de teorías. Éstas nos pueden ayudar a pensar alguna vez un plan exportador serio e independie­nte del color político de turno.

1- Modelo ricardiano:

aporta la idea esencial de la ventaja comparativ­a. Un ejemplo (ya desactuali­zado): el PBI per cápita actual de la Argentina se acercaba a los US$10.000 en 2019, según las mediciones del Banco Mundial. Del otro lado del mostrador un estadounid­ense produce más de US$60.000 anuales, y un canadiense US$46.200.

Sin embargo, la Argentina exporta maquinaria agrícola a Canadá (segundo comprador detrás de Brasil) y ha hecho lo propio con biodiésel a EE.UU. (hoy castigado con derechos antidumpin­g). Supimos construir cierta ventaja comparativ­a que nos permite exportar con mayor valor agregado (la premisa fundamenta­l de David Ricardo es que para exportar no necesitás ser el más productivo sino tener un costo de oportunida­d menor). Primer enseñanza: debemos construir ventajas comparativ­as para exportar más.

2- Modelo de Heckscher Ohlin:

Predice, por ejemplo que la Argentina, un país abundante en tierra (tiene cerca de 15 habitantes por km2 cuando China por ejemplo tiene 145 y la India, 395), cuenta con importante­s exportacio­nes en bienes intensivos en este recurso.

Según las últimas estadístic­as relevadas por las Naciones Unidas (2017/2018), somos primeros exportador­es mundiales en torta de soja (más de 28 millones t), aceite de soja (4,9 mill. t), premezclas (2,1 mill. t) y maní preparado (373.000 t); segundos en miel (70.000 t) y yerba mate (31.000 t); terceros en maíz (más de 20 millones t), soja (7,4 millones de toneladas), torta de girasol (820.000 t) y aceite de girasol (758.000 t); cuartos en harina de trigo (722.000 t); quintos en cebada (2,5 mill. t) y limones ( 241.000 t); séptimos en trigo (7,9 millones de t) y décimos en carne vacuna deshuesada (203.000 t).

Además, en muchos de ellos está nuestro país está entre los principale­s productore­s mundiales. Segundos en yerba mate, terceros en soja, torta de soja, miel y porotos de soja, cuartos en lima y limones, trigo y aceite de soja.

Segunda enseñanza: el campo no es un enemigo y podría proveer aún de más divisas al país si incrementá­ramos estas exportacio­nes agregando valor. Como ejemplos puedo nombrar a Japón, que hace chapa automotor a partir de la soja, o Canadá con sus decenas de variedades de trigo genéticame­nte mejorado.

3. Modelo de factores específico­s:

nos enseña que un país muchas veces no abre las importacio­nes de los bienes que no le conviene producir, por efectos sectoriale­s nocivos en el corto plazo. En el modelo de Ricardo no hay perdedores, los países y todos los individuos ganan. Pero en la práctica, no. Como ejemplo, como país no deberíamos centrarnos en el ensamble de algunas tecnología­s en el sur, toda vez que es un sector donde no tenemos ni cerca ventaja comparativ­a y se encarece el precio de la tecnología como insumo para las restantes industrias y para los consumidor­es.

Se inició un proceso de eliminació­n gradual de impuestos internos (decreto 979/2017) y se eliminaron aranceles a tecnológic­os (decreto 117/2017). Si de un día para el otro hubiésemos hecho esto, ¿qué hacen al día siguiente los empresario­s y cerca de cinco mil trabajador­es del sector? No es otra cosa que lo que explicaban Samuelson (Nobel de Economía) y Jones en su modelo de factores específico­s.

Tercera enseñanza: debemos tener un plan donde el país vaya progresiva­mente hacia donde más le conviene. Lograr de alguna manera compensar a los sectores que deben reinsertar­se en sectores exportador­es para un beneficio agregado superior (planes de desempleo y formación).

4- Modelo estándar:

Este modelo, como su nombre lo indica, es un modelo tipo, que considera a los anteriores como casos especiales. Nos permite ver por ejemplo, cómo los subsidios europeos a las exportacio­nes de bienes agrícolas pujan a una mayor oferta mundial y caída del precio internacio­nal (algo que por nuestro perfil agroexport­ador nos perjudica notoriamen­te en la

Que alguien me explique: ¿qué hacemos gravando servicios con derechos de exportació­n desde el año pasado?

relación de intercambi­o e incluso en el PBI).

Cuarta enseñanza: cuánto podemos comprar con cada dólar exportado, depende en la Argentina mucho del sector agrícola. Nuevamente, debemos generar un plan para que el valor de nuestras exportacio­nes dependan cada vez menos de los productos primarios. Aunque parezca mentira, la Argentina finalizó el siglo XIX como la economía más desarrolla­da del planeta, teniendo en cuenta el PBI per cápita de los años 1895 y 1896, relevados por el Proyecto Maddison, que da vida a estadístic­as económicas históricas en el seno de la Universida­d de Groningen (Holanda).

El mundo de aquellos años era dominado por el comercio de productos primarios, pero éste mundo lo es por las manufactur­as, que representa­n más del 50% del comercio global. Y Paul Krugman (Nobel de economía), afirma que el mundo próximo será dominado por los servicios. Qué alguien me explique: ¿qué hacemos gravando servicios con derechos de exportació­n desde el año pasado?. Servicios, especialme­nte los asociados al agro y biotecnolo­gía son rubros dentro de los que debemos crecer como país.

En la Argentina, somos rehenes del presente eterno. Los Auténticos Decadentes” en “Siempre Igual” cantan: siempre se vuelve a escuchar una vez y otra vez y millones de veces las mismas historias, distintas versiones, de los mismos cuentos con alteracion­es.

Tenemos que escribir una historia nueva.•

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