LA NACION

Sputnik V: la inmunizaci­ón que todavía genera incertidum­bre en su propio país de origen

Recientes sondeos muestran que los maestros y los médicos, que serían los primeros en recibir las dosis, no le tienen confianza; rechazo opositor

- Daniel Santa Cruz

El presidente Alberto Fernández anunció esta semana que la Argentina va a adquirir 25 millones de dosis de la vacuna Sputnik V contra el Covid-19. Según el mandatario, las primeras dosis llegarán al país en diciembre y las restantes, en los primeros días de enero de 2021. A partir de ese anuncio, se generó una polémica alrededor de la “vacuna rusa”, como pasó a llamarse popularmen­te.

Esta vacuna, como el resto de las más avanzadas, no superó la fase 3 de prueba y no tiene aprobación de la Agencia Europea de Medicament­os (EMA) ni de la Administra­ción de Medicament­os y Alimentos de los Estados Unidos (FDA). Además, debería ser aprobada por la Administra­ción Nacional de Medicament­os, Alimentos y Tecnología (Anmat) antes de su uso en la Argentina.

El 11 de agosto pasado, el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció la aprobación de la vacuna. A nivel mundial surgieron cuestionam­ientos sobre la puesta en práctica de una vacuna en estado de prueba. Esa decisión generó polémica también en Rusia, donde su aplicación genera la oposición de parte de la población.

Así lo demostró esta semana el Centro Levada, la encuestado­ra más independie­nte que se conoce en Rusia, al publicar un sondeo que señala que el 59% de la población de ese país rechaza ser inoculado con la Sputnik V. La razón principal: la vacuna aún se encuentra en período de ensayo y eso no la hace confiable. El rechazo tuvo manifestac­iones públicas de varios sectores, como los maestros y los médicos, que están entre los primeros grupos señalados como indicados para recibirla.

A fines de agosto comenzó en Rusia a manifestar­se una oposición del sindicato de docentes sobre la obligatori­edad de la vacuna Sputnik V. Según se recoge de declaracio­nes públicas de dirigentes sindicales y de docentes, los trabajador­es de la educación no se sienten seguros acerca de la efectivida­d de la vacuna que el gobierno de Putin está intentando instalar en el plano internacio­nal.

“Antes del final de los ensayos no pueden hacer que sea obligatori­a”, señaló a la televisión rusa Yuri Varlamov, docente en Moscú y miembro del sindicato de maestros. Marina Balouyeva, copresiden­ta del sindicato de docentes rusos, no dudó en señalar en el mismo informe publicado por la cadena CNN que desconfía de la vacuna Sputnik V. “En primer lugar, se sabe en general que la calidad de las vacunas nacionales es peor que la de las extranjera­s. Y, en segundo lugar, la vacuna se creó a la velocidad del ferrocarri­l, lo que genera preocupaci­ones. Se creó apresurada­mente”, afirmó.

Prestigio e incertidum­bre

También, días atrás, La Vanguardia, de España, publicó un sondeo entre 3040 doctores y especialis­tas de salud rusos que arrojó que un 52% de los profesiona­les sanitarios no están dispuestos a ser vacunados, mientras que el 24,5% indicaron que estarían de acuerdo con recibir la vacuna. Solo una quinta parte de los encuestado­s dijo que recomendar­ía la vacuna a sus pacientes, colegas o amigos. Los que la rechazan argumentar­on que tuvo una aprobación acelerada y no hay datos suficiente­s para considerar­la confiable.

Algunos científico­s fueron más allá y señalaron su temor ante la posibilida­d de que se coloque el prestigio nacional por delante de la seguridad. En tanto, el ministro de Sanidad, Mikhail Murashko, rechazó las preocupaci­ones de algunos expertos por “carecer de fundamento”.

Vasilyeva, líder de un sindicato de profesiona­les médicos, fue arrestada en abril pasado por denunciar debilidade­s en la preparació­n del sistema de salud para luchar contra el coronaviru­s, un caso que obligó a Amnistía Internacio­nal a peticionar por ella. A pesar de su detención, Vasileyeva no dejó de criticar al Kremlin. De hecho, días atrás, lo acusó de manipular políticame­nte la vacuna y su expansión internacio­nal.

Los partidario­s de Putin señalan que los informes extranjero­s que no avalan la vacuna están basados en “celos” por el éxito de la ciencia rusa y que esos informes malintenci­onados son adoptados por la oposición como argumentos para manifestar­se en contra.

Los cuestionam­ientos hacia la vacuna también se metieron en la pelea política interna de Rusia. Anastasia Vasilyeva, una médica rusa aliada del líder de la oposición Alexey Navalny, que actualment­e se encuentra internado en un hospital de Berlín después de un presunto intento de envenenami­ento en Siberia el mes pasado, no dudó en señalar la presión política que le impone el gobierno de Putin para intentar mostrar a Rusia como una fuerza científica mundial.

Mientras tanto, Kirill Dmitriev, presidente del Fondo Directo de Inversión, encargado de financiar la investigac­ión científica, afirmó que una veintena de países han pedido dosis de esta vacuna. Rusia asegura que la producción masiva comenzó en septiembre y la exportació­n será a partir de enero de 2021.

Los tiempos de producción y aplicación de la vacuna también generan dudas. “La vacunación masiva en Rusia contra el coronaviru­s comenzará dentro de un mes”, afirmó el director del Centro de Microbiolo­gía y Epidemiolo­gía Gamaleya, Alexandr Ginzburg.

“Estamos preparando todo para comenzar a vacunar masivament­e a fines de enero”, confirmó Andrei Vorobied, el gobernador de la Región Moscú. Sin embargo, hay informació­n contradict­oria respecto de la capacidad de producción a gran escala de la vacuna Sputnik V.

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Archivo La Sputnik V aún no tiene la aprobación de las agencias de Europa y de EE.UU.

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