Sputnik V: la inmunización que todavía genera incertidumbre en su propio país de origen
Recientes sondeos muestran que los maestros y los médicos, que serían los primeros en recibir las dosis, no le tienen confianza; rechazo opositor
El presidente Alberto Fernández anunció esta semana que la Argentina va a adquirir 25 millones de dosis de la vacuna Sputnik V contra el Covid-19. Según el mandatario, las primeras dosis llegarán al país en diciembre y las restantes, en los primeros días de enero de 2021. A partir de ese anuncio, se generó una polémica alrededor de la “vacuna rusa”, como pasó a llamarse popularmente.
Esta vacuna, como el resto de las más avanzadas, no superó la fase 3 de prueba y no tiene aprobación de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ni de la Administración de Medicamentos y Alimentos de los Estados Unidos (FDA). Además, debería ser aprobada por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología (Anmat) antes de su uso en la Argentina.
El 11 de agosto pasado, el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció la aprobación de la vacuna. A nivel mundial surgieron cuestionamientos sobre la puesta en práctica de una vacuna en estado de prueba. Esa decisión generó polémica también en Rusia, donde su aplicación genera la oposición de parte de la población.
Así lo demostró esta semana el Centro Levada, la encuestadora más independiente que se conoce en Rusia, al publicar un sondeo que señala que el 59% de la población de ese país rechaza ser inoculado con la Sputnik V. La razón principal: la vacuna aún se encuentra en período de ensayo y eso no la hace confiable. El rechazo tuvo manifestaciones públicas de varios sectores, como los maestros y los médicos, que están entre los primeros grupos señalados como indicados para recibirla.
A fines de agosto comenzó en Rusia a manifestarse una oposición del sindicato de docentes sobre la obligatoriedad de la vacuna Sputnik V. Según se recoge de declaraciones públicas de dirigentes sindicales y de docentes, los trabajadores de la educación no se sienten seguros acerca de la efectividad de la vacuna que el gobierno de Putin está intentando instalar en el plano internacional.
“Antes del final de los ensayos no pueden hacer que sea obligatoria”, señaló a la televisión rusa Yuri Varlamov, docente en Moscú y miembro del sindicato de maestros. Marina Balouyeva, copresidenta del sindicato de docentes rusos, no dudó en señalar en el mismo informe publicado por la cadena CNN que desconfía de la vacuna Sputnik V. “En primer lugar, se sabe en general que la calidad de las vacunas nacionales es peor que la de las extranjeras. Y, en segundo lugar, la vacuna se creó a la velocidad del ferrocarril, lo que genera preocupaciones. Se creó apresuradamente”, afirmó.
Prestigio e incertidumbre
También, días atrás, La Vanguardia, de España, publicó un sondeo entre 3040 doctores y especialistas de salud rusos que arrojó que un 52% de los profesionales sanitarios no están dispuestos a ser vacunados, mientras que el 24,5% indicaron que estarían de acuerdo con recibir la vacuna. Solo una quinta parte de los encuestados dijo que recomendaría la vacuna a sus pacientes, colegas o amigos. Los que la rechazan argumentaron que tuvo una aprobación acelerada y no hay datos suficientes para considerarla confiable.
Algunos científicos fueron más allá y señalaron su temor ante la posibilidad de que se coloque el prestigio nacional por delante de la seguridad. En tanto, el ministro de Sanidad, Mikhail Murashko, rechazó las preocupaciones de algunos expertos por “carecer de fundamento”.
Vasilyeva, líder de un sindicato de profesionales médicos, fue arrestada en abril pasado por denunciar debilidades en la preparación del sistema de salud para luchar contra el coronavirus, un caso que obligó a Amnistía Internacional a peticionar por ella. A pesar de su detención, Vasileyeva no dejó de criticar al Kremlin. De hecho, días atrás, lo acusó de manipular políticamente la vacuna y su expansión internacional.
Los partidarios de Putin señalan que los informes extranjeros que no avalan la vacuna están basados en “celos” por el éxito de la ciencia rusa y que esos informes malintencionados son adoptados por la oposición como argumentos para manifestarse en contra.
Los cuestionamientos hacia la vacuna también se metieron en la pelea política interna de Rusia. Anastasia Vasilyeva, una médica rusa aliada del líder de la oposición Alexey Navalny, que actualmente se encuentra internado en un hospital de Berlín después de un presunto intento de envenenamiento en Siberia el mes pasado, no dudó en señalar la presión política que le impone el gobierno de Putin para intentar mostrar a Rusia como una fuerza científica mundial.
Mientras tanto, Kirill Dmitriev, presidente del Fondo Directo de Inversión, encargado de financiar la investigación científica, afirmó que una veintena de países han pedido dosis de esta vacuna. Rusia asegura que la producción masiva comenzó en septiembre y la exportación será a partir de enero de 2021.
Los tiempos de producción y aplicación de la vacuna también generan dudas. “La vacunación masiva en Rusia contra el coronavirus comenzará dentro de un mes”, afirmó el director del Centro de Microbiología y Epidemiología Gamaleya, Alexandr Ginzburg.
“Estamos preparando todo para comenzar a vacunar masivamente a fines de enero”, confirmó Andrei Vorobied, el gobernador de la Región Moscú. Sin embargo, hay información contradictoria respecto de la capacidad de producción a gran escala de la vacuna Sputnik V.