Fernández envió el proyecto del aborto y espera que Diputados lo vote este año
Miércoles 18 de noviembre de 2020 Permite la interrupción voluntaria del embarazo hasta la semana 14 de gestación; para el Presidente, es una forma de resolver “un problema de salud pública”
El presidente Alberto Fernández envió ayer el proyecto de legalización del aborto al Congreso, con la expectativa de tener media sanción antes de fin de año. La iniciativa permite la interrupción voluntaria del embarazo hasta la semana 14 de gestación, fija 10 días para realizar la práctica y admite la objeción de conciencia individual de los profesionales.
Al anunciarlo a través de un video por Twitter, Fernández dijo que “la legalización no aumenta la cantidad de abortos ni los promueve, solo resuelve un problema de salud pública”. Como parte de un mismo paquete –y con la clara intención de persuadir a los legisladores indecisos–, Fernández también envió el proyecto “de los 1000 días”, que prevé una ayuda económica para la mujer embarazada en situación de vulnerabilidad.
El texto ingresó por Diputados, donde los números son más holgados. En el Senado –la cámara que en 2018 frustró el proyecto– serán claves los indecisos y las eventuales abstenciones de senadores oficialistas que, sin querer votar a favor, podrían colaborar con la voluntad presidencial.
Alberto Fernández envió el proyecto de legalización del aborto al Congreso, con la expectativa de tener media sanción antes de fin de año. La iniciativa, que tiene el sello del Presidente y la pluma de la secretaria legal y técnica, Vilma Ibarra, permite la interrupción voluntaria del embarazo hasta la semana 14 de gestación inclusive, obliga a realizar la práctica en el plazo de diez días y admite la objeción de conciencia individual de los profesionales.
“La legalización no aumenta la cantidad de abortos ni los promueve, solo resuelve un problema de salud pública”, dijo el Presidente en un video vía Twitter. Lució para la ocasión una corbata verde.
Como parte de un mismo paquete –y con la clara intención de persuadir a los indecisos–, Fernández también envió el proyecto “de los 1000 días”, que prevé una ayuda económica para la mujer embarazada en situación de vulnerabilidad. El Presidente anticipó así los argumentos que esgrimirá para defender las iniciativas: que es una cuestión sanitaria y que “el Estado debe acompañar a las mujeres en sus proyectos de maternidad”, pero también “cuidar la vida de quienes deciden interrumpir su embarazo”.
El texto ingresó ayer por Diputados, donde los números son más holgados que en la Cámara alta. En el Gobierno se discutió cuándo enviar la iniciativa. Se llegó a evaluar postergarlo un día, para evitar que interfiriera el debate del proyecto del impuesto a las grandes fortunas de Máximo Kirchner. Pero ganó la moción inicial, de presentar la iniciativa ayer, mientras las agrupaciones oficialistas se congregaban por el Día de la Militancia.
“Las mujeres tienen que tener la tranquilidad que un presidente acompaña su demanda”, dijo Fernández, en un mensaje que fue emitido en la pantalla gigante montada frente al Congreso.
La movilización estuvo pensada, primero, como un apoyo al Gobierno. Sobre eso se montó la defensa del proyecto que Máximo Kirchner introdujo en la agenda el viernes pasado. Y con ese telón de fondo ayer se impuso el proyecto del aborto.
Trámite
Según los cálculos que realizan en la Casa Rosada, los tiempos parlamentarios alcanzarían para conseguir una media sanción antes de fin de año. Esa es, al menos, la apuesta del Gobierno para ganar volumen político de cara a la batalla más difícil, que tendrá lugar en el Senado.
Fernández se juega un importante capital político con el proyecto del aborto, que fue una promesa de su campaña. El Gobierno utilizará como argumentos la experiencia de otros países donde la legalización del aborto bajó la tasa de mortalidad (como Uruguay) y la mayor vulnerabilidad por abortos clandestinos en los sectores de menores ingresos. Todo para intentar persuadir a los legisladores indecisos, que son los que inclinarán la balanza en ambas cámaras. “Cada año se hospitalizan alrededor de 38.000 mujeres por abortos”, dijo ayer el Presidente.
En el Senado –la cámara que en 2018 frustró el proyecto– serán claves los indecisos y las eventuales abstenciones de senadores oficialistas que, sin querer votar a favor, podrían colaborar con la voluntad presidencial. Con ese cálculo hacen el poroteo en la Casa Rosada, aunque saben que el rol de Cristina Kirchner será fundamental.
Por ahora, las señales no son alentadoras.allegadosacristinayaleadvirtieron al Gobierno que no están los votos en el Senado. El interrogante que persiste es si la vicepresidenta se pondrá al servicio de impulsar un proyecto que tiene la autoría de la Casa Rosada en medio de la tensión creciente con Fernández.
En el Senado se contabilizan más votos en contra que a favor, aunque serían claves las voluntades de un puñado de senadores que todavía no se pronunciaron. Si bien muchos estiman que detrás de quienes no adelantan posición se esconde un rechazo, en otro caso, como el del senador santafecino Roberto Mirabella (reemplazante del gobernador Omar Perotti), que se calculaba como negativo, en las últimas horas se relativizó su postura. Los números no están, pero en la Casa Rosada ayer se respiraba confianza.
más tienen pueden ser en la emergencia solidarios con el resto de los argentinos. Ese es el debate, aquí nadie se salva solo”, concedió el Presidente ante la militancia que lo escuchaba atentamente sobre la avenida Entre Ríos. “Somos más fuertes que nunca porque estamos unidos”, resaltó el jefe del Estado, un claro gesto de que el malestar y la tensión no implican un rompimiento.
Lo cierto es que en la Casa Rosada tienen un registro de los últimos desplantes, que ya suman cuatro en el último mes. En esta oportunidad, a diferencia de las tres anteriores, el Presidente no se dejó marcar la cancha y privilegió su decisión por sobre los intereses de la expresidenta.
Entre los hechos que se fueron acumulando en los últimos 30 días hubo cuatro que dejaron expuesta la tensión que atraviesa al Frente de Todos. El 17 de octubre, Día de la Lealtad, Máximo Kirchner llegó al acto en la CGT tarde y sin confirmar.
En medio del malestar de los organizadores, además, tuvo una actitud que cayó muy mal. Es que le habían reservado una silla en la primera fila entre Héctor Daer y Sergio Massa, pero apenas entró cambió su lugar con la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza. Mientras casi todos los invitados se reunieron después de las palabras del Presidente en el cuarto piso de Azopardo, el jefe del bloque del FDT cerró su participación con una salida fugaz.
La ceremonia se había pensado para escenificar a un presidente con el respaldo de los gobernadores del peronismo y la CGT. Algunos incluso imaginaron que podría transformarse en una buena oportunidad para convertirlo en el mandamás del movimiento. Nada de eso ocurrió.
Nueve días después llegó la primera carta de la vicepresidenta Cristina Kirchner, donde se refirió a la crisis económica y a la suba del dólar, pero volvió a marcar diferencias con el Presidente al decir que hay “funcionarios o funcionarias que no funcionan”. Una de las consecuencias directas de esas palabras se materializó hace seis días, cuando el Presidente echó a la ministra de Desarrollo Territorial y Hábitat, María Eugenia Bielsa, y designó en su lugar a Jorge Ferraresi, intendente de Avellaneda, muy cercano a Cristina Kirchner.
Al día siguiente, en el homenaje a Néstor Kirchner, Máximo sumó un nuevo desplante y pegó el faltazo en el Centro Cultural Kirchner, donde se homenajeó a su padre. Un rato antes, el Presidente envió un mensaje al Instituto Patria al salir de la Casa Rosada escoltado por la secretaria legal y técnica, Vilma Ibarra, y el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, dos de los apuntados por la expresidenta.
El último sucedió el domingo. El bloque de senadores nacionales del Frente de Todos, que conduce Cristina Kirchner, le envió una dura carta a la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, para que “se abstenga de exigir o condicionar las políticas económicas de la Argentina para los próximos años”.
En medio de las negociaciones del organismo con el Gobierno por la deuda, la presentación de los senadores “generó ruidos” en la negociación con los representantes del organismo multilateral de crédito que se encuentran en el país.
A diferencia de lo que ocurrió en las últimas semanas, en medio de la implementación de medidas restrictivas que generan incomodidad y tirantez en algunos sectores del Frente de Todos, el Presidente priorizó su agenda de reforzar la coalición con un discurso más cercano al Instituto Patria.