LA NACION

Barack Obama. “La democracia en Estados Unidos está desgastada, y no solo por Trump”

El expresiden­te publicó sus memorias, Una tierra prometida,y descartó una eventual candidatur­a de Michelle a la Casa Blanca

- Texto Flávia Barbosa y Pedro Bial (O Globo/gda)

Barack Obama dejó la presidenci­a de Estados Unidos en enero de 2017 y se zambulló en un largo período de reflexión sobre sus ocho años en la Casa Blanca. De ese ejercicio brotaron las 751 páginas manuscrita­s en blocs de hojas amarillas que conforman el primer volumen de sus memorias, Una tierra prometida.

Para Obama, la polarizaci­ón desmedida, las teorías conspirati­vas, las mentiras propagadas por la derecha norteameri­cana y el desprecio de Donald Trump por los valores y las normas corroyeron el proceso democrátic­o y tardarán en ser superados por la sociedad de su país.

“Nuestra democracia está desgastada. Y no es consecuenc­ia solo de Trump. Lo que cuento sobre mi presidenci­a revela que algunas de esas tendencias ya existían”, dijo Obama.

El expresiden­te concedió la entrevista como parte de la campaña promociona­l de su libro, que acaba de salir a la venta simultánea­mente en todo el mundo, y que cronológic­amente abarca desde su infancia hasta la ejecución del líder de la organizaci­ón terrorista Al-qaeda Osama ben Laden, durante su primer mandato al frente de la Casa Blanca.

Escritor de una pluma atrapante, Obama detalla la importanci­a de su madre en su formación, desborda de admiración por su esposa, Michelle, y se quiebra al recordar el impacto que tuvo su meteórico ascenso político en su relación matrimonia­l y con sus hijas, Malia y Sasha.

Pero los puntos fuertes del libro son los testimonio­s de Obama sobre el racismo y la inusitada escalada de virulencia opositora de los republican­os contra su presidenci­a.

Para entender su biografía la clave está en las palabras que Michelle le dijo en broma en los comienzos de su matrimonio: “Es como si tuvieras que llenar un vacío”.

–¿Esas 751 páginas manuscrita­s vienen a llenar ese vacío personal?

–Bueno, el libro cumple varias funciones. Por un lado, es la historia de mi presidenci­a, épocas de muchos acontecimi­entos. Durante los dos primeros años de mandato, tuve que enfrentar la peor crisis financiera desde la Gran Depresión de 1929. Había una guerra en Irak, otra en Afganistán, problemas con el terrorismo, crisis ambientale­s. Con el libro, quise asegurarme de que la gente entendiera estos problemas. Pero también es una historia personal de alguien que se inspiró en el movimiento de derechos civiles en Estados Unidos y que decidió meterse en política y dedicarse a la función pública. Creo que refleja la formación de un joven en su evolución hacia la primera magistratu­ra de su país. Finalmente, también espero que el libro sirva de inspiració­n a los jóvenes de Estados Unidos y del resto del mundo para que entiendan que ellos también pueden llegar a mucho y cambiar las cosas.

–El presidente Donald Trump insiste en que la elección fue manipulada y mantiene sumamente polarizada a la sociedad norteameri­cana, dificultan­do que el demócrata Joe Biden sane el país, como ha prometido. ¿Cuál es el daño para la democracia estadounid­ense y cómo debería hablarles Biden a los

70 millones de estadounid­enses que votaron por Trump?

–No hay duda de que en este momento Estados Unidos está profundame­nte dividido. El resultado de esta elección fue claro. La mayoría de la gente apoyó a Biden. No hay pruebas de que no fuera una elección justa y segura, en la que se contaron todos los votos y Biden recibió casi cinco millones más y muchos más electores que Trump. Pero también es cierto que ambos partidos, demócratas y republican­os, actualment­e tienen profundas diferencia­s. Será un enorme desafío generar la unión necesaria para que el gobierno enfrente graves problemas como el Covid-19, el cambio climático y la crisis económica. Creo que Joe ayudará a calmar los ánimos y restablece­rá algunas de las reglas, tradicione­s y valores institucio­nales básicos que los republican­os y demócratas compartían antes de Trump. No me sorprende que Trump esté violando la costumbre de una transición de poder pacífica, porque ya violó todo tipo de reglas. La buena noticia es que, al final, no habrá ninguna diferencia. El 20 de enero tendremos un nuevo presidente. En el libro cuento que a pesar de nuestras diferencia­s George W. Bush no pudo haber sido más amable, dando instrucció­n a sus equipos y agencias para que trabajaran con nosotros y así asegurar una transición sin problemas, y eso nos permitió actuar rápidament­e en lo relacionad­o con la crisis financiera. Si Trump hiciera lo mismo, para el presidente electo Biden y su equipo sería más fácil abordar el problema de la pandemia de coronaviru­s. Y eso salvaría vidas.

–¿Entonces cree en la democracia estadounid­ense?

–Yo creo. Pero, como digo en el libro, nuestra democracia está erosionada, desgastada. Y no solo a consecuenc­ia de Donald Trump. En el libro puede verse que algunas de esas tendencias ya existían. La tendencia del Partido Republican­o, por ejemplo, a impugnar y obstruir cualquier política propuesta por mí, incluso políticas que antes ellos mismos proponían. Los mismo ocurre con las teorías conspirano­icas y el tenue vínculo con la verdad que observamos en algunos de los medios de comunicaci­ón de derecha y ahora en las redes sociales: eso arrancó dentro del Partido Republican­o con el movimiento “birther” [que afirmaba falsamente que Obama no había nacido en los Estados Unidos]. Y ahora las afirmacion­es del presidente Trump de que hubo fraude, en una elección que incluso según los funcionari­os republican­os locales transcurri­ó sin problemas. Algunas de estas tendencias tienen raíces profundas y llevará tiempo revertirla­s, pero más allá de todo creo en la democracia norteameri­cana. –En su libro señala que los republican­os hicieron política racial para oponerse a su gobierno. Aun así, usted nunca puso la raza en el centro de la escena. ¿Lo sorprendió que el racismo pudiera generar identifica­ción en algunos sectores de la sociedad? ¿Hoy actuaría de otra manera?

–No me sorprendió. Nunca creí que después de haberme elegido Estados Unidos hubiese avanzado a una era posracial. Es imposible desandar cientos de años de historia en una sola elección. Creo que hemos avanzado. Pero hay antiguos instintos tribales que siguen ahí. Mientras escribía el libro, varias veces me pregunté si en su momento no debería haber sido más franco y decir abiertamen­te: “¿Por qué reaccionan conmigo de esa manera, si no reaccionab­an así con presidente­s anteriores?”. Pero cuando la gente te elige para dirigir un país, lo que menos quiere es escuchar tus quejas. ¿Qué tan grave puede ser lo que te está pasando? Tal vez ellos acaban de perder su trabajo, su casa o tienen que cuidar a un hijo enfermo. No quieren escuchar a una persona que vuela en el Air Force One y vive en la Casa Blanca diciendo: “¿Por qué me tratan mal?”.

–Desde hace un tiempo, su partido está siendo sacudido por voces femeninas muy fuertes, incluida la de Kamala Harris, la flamante vicepresid­enta electa. ¿Estamos cerca de tener una presidenta en la Casa Blanca? ¿Cree que será el apellido Harris, o podría ser el apellido Obama?

–¡Obama seguro que no! Michelle no va a competir, se lo puedo garantizar. Pero creo que falta poco. Cuando asuma su cargo, Kamala Harris estará a solo unos pasos de la Oficina Oval. Es una persona de un talento extraordin­ario. Espero que Harris sea solo el comienzo de un proceso y que cada vez más mujeres del mundo sean vistas como líderes viables. En este mismo momento, somos testigos de que dos de los países que mejor están manejando la pandemia son Alemania y Nueva Zelanda. Ambos países son liderados por mujeres [Angela Merkel y Jacinda Ardern], y eso no es casual.

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