LA NACION

Brasil resulta demasiado sólido, incluso para los genes uruguayos

El equipo de Tite ganó el duelo mental con goles en la primera etapa; Cavani, expulsado

- Alejandro Casar González

0 uruguay 2 Brasil

“¡Hay que ir igual!”, se escuchó en la noche del estadio Centenario. Para ese momento, en la mitad del segundo tiempo, Uruguay ya perdía por 2 a 0 con Brasil y había resignado a su máxima referencia de ataque, Edinson Cavani, por roja directa. El trabajo de demolición silenciosa del líder absoluto de las eliminator­ias ya estaba concretado. Había atacado media vez, y había conseguido dos goles. Fue efectivo y terminó rompiendo a la Celeste allí donde los charrúas se hacen fuertes: la cabeza.

Brasil venció a su rival desde lo mental. Porque consiguió un gol casi de casualidad cuando comenzaba a sufrir el partido (remate de Arthur y desvío en José María Giménez) y encontró otro en una pelota detenida sobre el final del primer tiempo, obra de Richarliso­n. Esa conquista, cuando todos estaban pensando en el descanso, desmoronó a Uruguay. Para colmo, los dos ataques a fondo de los dirigidos por Tabárez se estrellaro­n contra el travesaño: remate de Darwin núñez, primero. Cabezazo de Godín, después. Ahí está parte de la explicació­n del resultado: dos goles vs. dos pelotas en el travesaño.

Si el equipo de Tite (17 partidos de eliminator­ias sudamerica­nas, con 15 triunfos y dos empates) pudo erosionar la cabeza de Uruguay fue porque tuvo en la mitad de la cancha a un dínamo incansable llamado Arthur. El ex jugador de Barcelona tuvo un radar para detectar a sus compañeros y tomar, casi siempre, las mejores decisiones. Casi nunca falla un pase; casi siempre está bien ubicado. Es el primer toque de su equipo, al punto que todo el trabajo sucio recae en su socio de la zona medular: Douglas Luiz. Entre ambos se las ingeniaron para quitarle la pelota a Uruguay. Y la Celeste sin pelota es inofensiva.

Si Arthur hizo que nadie extrañara a Casemiro, entre Gabriel Jesús y Richarliso­n suplieron a neymar. no hubo goleada en Montevideo sólo porque Brasil no se lo propuso. Y porque en lugar de buscar más goles se dedicó a mantener la ventaja que había sabido conseguir en la primera mitad del partido. Los visitantes supusieron que Uruguay apelaría a su garra histórica y se lo llevaría por delante. nada de eso ocurrió, por más que Tabárez cambió a la pareja de medios (Rodrigo Bentancur y Lucas Torreira). Faltó inventiva. A Brasil le sobró pragmatism­o.

Mezcla de jerarquía individual y de conceptos claros de su entrenador, el Brasil de Tite ya comanda las eliminator­ias en soledad. Apenas cuatro fechas le bastaron para sacar una luz de ventaja sobre el resto. Le sobran jugadores y, es cierto, podría ser un equipo mucho más vistoso de lo que es. Pero la clasificac­ión a Qatar 2022 se consigue con puntos, más que con merecimien­tos o con jugadas estéticas. Primero, el Scratch asegurará el pasaje a la cita mundialist­a. Ya tendrá tiempo de jugar bien.

Uruguay fue apenas una mueca de lo que sabe ser. La dupla Cavani-darwin núñez es interesant­e y segurament­e le dará goles. Pero las fallas en la zona de gestación y los errores en los goles fueron determinan­tes. Cuando debió apelar al carácter para volver a ponerse en partido, tampoco lo tuvo. Sí fue aguerrido y disputó todas las pelotas, como marca el ADN charrúa. Pero los genes no alcanzan para ganarle a Brasil. ni siquiera para empatarle.

Otra diferencia: Uruguay extrañó a Suárez, positivo de coronaviru­s. Brasil, en cambio, pierde a neymar, Casemiro o Alisson y puede reemplazar­los con jugadores de clase mundial. Cualquiera de ellos sería titular en otra selección que no fuera la del máximo exportador de futbolista­s. La Celeste, en cambio, tiene que arreglarse con lo que producen sus equipos. Por eso entre los suplentes, por ejemplo, estuvo Alexis Rolín, que pasó con más pena que gloria por Boca, pero acaba de salir campeón con Rentistas.

Esa diferencia de jerarquía también explica el resultado, al que se llega producto de diferencia­s colectivas e individual­es. También, de un poco de suerte, porque el rebote en Giménez luego del inofensivo remate de Arthur descolocó a Martín Campaña y terminó abriendo el partido. Esa misma suerte no la había tenido un par de minutos antes Uruguay con un remate de núñez que no fue gol por un par de centímetro­s. Brasil se vuelve a casa líder e invicto. Y le deja las preocupaci­ones a Uruguay.

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Brasil cubre con abrazos a arthur, autor del primer gol; sufren Cáceres, Bentancur y Cavani afp

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