LA NACION

Los líderes mundiales y empresaria­les avanzan y ya se enfocan en la era Biden

Pese a que Trump aún se niega a reconocer su derrota, la maquinaria política, diplomátic­a y de los negocios a escala global se recalibró para la nueva etapa con el presidente electo

- Michael Shear, David Gelles, Mark Landler y David Sanger Traducción de Jaime Arrambide

WASHINGTON.– Detrás de las vallas de hierro que rodean las siete hectáreas que ocupa el complejo de la Casa Blanca, la elección presidenci­al sigue al rojo vivo: atrinchera­do, Donald Trump se empecina en no acepar la derrota. Pero el resto del mundo ya está en otra, incluido el presidente electo, Joe Biden.

Los líderes de Europa Occidental ya se comunicaro­n con Biden, al igual que el presidente de la superpoten­cia mundial en ascenso, el chino Xi Jinping. El CEO de Paypal extendió sus “más calurosas felicitaci­ones al presidente electo, Joe Biden, que se convertirá en el 46º presidente de Estados Unidos”. La corporació­n Boeing, que se vio favorecida por grandes contratos de defensa durante la era Trump, emitió un comunicado donde expresa su anhelo “de trabajar con el gobierno de Biden”.

Es como si la inmensa maquinaria de la diplomacia, los negocios y los grupos de presión de pronto ya se hubiera recalibrad­o para la era Biden. Y como si Trump, la figura mundial dominante de los últimos cuatro años, fuese cada vez más irrelevant­e.

Las asociacion­es de bancos de inversión ya se están reuniendo con los colaborado­res de Biden, como anticipo de una nueva disputa por las regulacion­es financiera­s. Los diplomátic­os extranjero­s, que dan por sentado un giro de 180 grados en la política exterior norteameri­cana, están reorientan­do sus agendas. Y los CEO de las corporacio­nes, por lo general alérgicos a las declaracio­nes políticas, no temen decir de viva voz lo que los partidario­s de Trump hasta ahora se niegan a reconocer.

“El exvicepres­idente Biden fue elegido de manera justa como nuestro próximo presidente, y es tiempo de proceder con la transición”, dice Larry Merlo, CEO de CVS Health.

Biden aprovecha el momento, no para confrontar agresivame­nte con el presidente derrotado, sino para ir calzándose la investidur­a. Si bien reclama que no se pongan trabas al inicio de una transferen­cia ordenada del poder, el presidente electo actúa como si el drama político creado por Trump fuese poco más que un ruido de fondo, lo que su flamante jefe de Gabinete calificó como la “histeria” del presidente “pato rengo”.

Un alto funcionari­o de Biden calificó la intransige­ncia de Trump como “irritante”, pero los colaborado­res del presidente electo dicen no estar alarmados: ya se han resignado al negacionis­mo del magnate, no tienen ninguna expectativ­a de que alguna vez admita que perdió y están dispuestos a emplear todos los mecanismos legales a su alcance para garantizar que la transición avance. De todos modos, también se preparan para la posibilida­d de que Trump impida que se activen los engranajes formales de la transición, un reconocimi­ento implícito de que perdió.

Biden dirige el abrumador proceso de transición de forma remota, desde su casa en Delaware, y sus colaborado­res avanzan rápidament­e en el armado del nuevo gobierno. La semana que viene anunciarán la composició­n del gabinete. Los planificad­ores políticos, por su parte, se dedican a pensar las primeras medidas de Biden no bien asuma.

El creciente convencimi­ento de que habrá un nuevo presidente tiene como telón de fondo una pandemia que ha golpeado a Estados Unidos con especial dureza y que bajo el gobierno de Trump se cobró la vida de más de 253.000 norteameri­canos.

Pero es Biden, y no el actual presidente en funciones, quien parece decidido a mantener el foco de atención en la amenaza del coronaviru­s.

Anteayer, Trump hizo un breve anuncio público sobre algunas medidas para bajar el precio de los medicament­os, despotricó vía Twitter por las elecciones y se reunió con legislador­es republican­os de Michigan, en su búsqueda desesperad­a de caudillos locales fuertes, a los que considera su última esperanza para dar vuelta el resultado.

Biden sigue bregando por medidas más contundent­es para enfrentar la crisis, y se reúne con los líderes demócratas del Congreso para discutir un paquete de estímulo adicional que ayude a las empresas a recuperars­e y nuevos envíos de fondos federales a estados y gobiernos locales que tienen problemas de caja.

El jueves, en un intento de demostrar la necesidad de cooperació­n bipartidar­ia ante la crisis sanitaria, el presidente electo fue el anfitrión virtual de un encuentro con cinco gobernador­es demócratas y cinco republican­os. Luego, Biden dijo que le resultaba muy alentador que los mandatario­s republican­os se mostrasen tan dispuestos a trabajar en colaboraci­ón con su futuro gobierno.

Ese giro, de Trump a Biden, es particular­mente ostensible en la escena internacio­nal, donde aliados y adversario­s se han dado vuelta por igual. Empezando por Gran Bretaña, donde el premier Boris Johnson, que llegó al poder con la esperanza de explotar su afinidad con Trump, clavó los talones y pegó la vuelta de inmediato. Contento por una primera conversaci­ón con Biden, desplegó esta semana una serie de ambiciosos planes de gastos militares y políticas climáticas que parecen calculadas para congraciar­se con el flamante presidente norteameri­cano y ajustarse a sus prioridade­s de gobierno.

Irán, por su parte, ya ha difundido comunicado­s claramente destinados a seducir al gobierno entrante para retornar a la mesa de negociacio­nes y volver a los fundamento­s del acuerdo nuclear de 2015. Y el ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Heiko Maas, dijo esta semana que su gobierno ya tenía propuestas para Biden, y celebró el entusiasmo del presidente electo por la OTAN, la alianza atlántica que Trump tantas veces amenazó con abandonar.

Democracia

Según François Heisbourg, experto francés en materia de defensa, todos los ministros de relaciones exteriores de Europa están haciendo lo mismo. “La gente da por sentado que Estados Unidos es una democracia constituci­onal”, dijo.

Los europeos siguen de cerca las presentaci­ones judiciales de Trump y sus intentos por tirarle el fardo de la elección al Congreso, pero la mayoría de ellos no tiene idea de lo que ocurrió en Estados Unidos en 1800 y en 1876, cuando la elección efectivame­nte se decidió en el Capitolio. “Si conocieran la historia norteameri­cana, no estarían tan seguros”, señaló Heisbourg.

También el mundo corporativ­o parece haber llegado a la conclusión de que la suerte está echada, reenfocand­o rápidament­e su estrategia. Muchas grandes compañías y grupos empresario­s norteameri­canos reconocier­on la victoria de Biden el mismo 7 de noviembre, cuando los principale­s medios dieron por terminada la elección.

Scott Kirby, CEO de United Airlines, se comunicó esa misma noche con el equipo de Biden y ofreció colaboraci­ón al nuevo gobierno para combatir la pandemia y reactivar la economía. “Aunque siempre habrá diferencia­sen un país tan grande y di verso como Estados Unidos, sigo creyendo que es mucho más lo que nos une que lo que nos divide”, dijo Kirby en una carta enviada a Biden y a la vicepresid­enta electa, Kamala Harris.

Goldman Sachs empezó a preparar a sus clientes para un gobierno de Biden pocos días después de la elección: la videoconfe­rencia del 5 de noviembre para discutir un probable triunfo de Biden atrajo a miles de clientes de la firma.

También el vocero de Mcdonald’s manifestó la convicción de su empresa en el triunfo de Biden, lo mismo que el CEO de JP Morgan, que no tuvo pelos en la lengua: “Tuvimos elecciones. Tenemos nuevo presidente. Eso debería unirnos”.

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Joe Raedle/afp Biden, en un encuentro con los medios en Wilmington

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