LA NACION

Cristina y Máximo desafían la estrategia de la oposición

- Claudio Jacquelin

La agenda parlamenta­ria de las últimas tres semanas, que vino a sumarse a las embestidas dialéctica­s, es lo más parecido a una declaració­n de guerra del kirchneris­mo duro a la oposición que se haya visto en los 11 meses de gobierno del Frente de Todos.

Sin embargo la conducción de Juntos por el Cambio prefiere hacer como si no se diera por aludida y mantiene la estrategia de evitar una escalada, aunque no sin costo ni ruidos internos. Algunos dirigentes, varios legislador­es y muchos militantes cambiemita­s empiezan a preguntars­e y cuestionar­se si no ha llegado la hora de revisar la doctrina Larreta. Más allá de algunas declaracio­nes altisonant­es, dicen que lo de poner tanto la otra mejilla está empezando a arderles.

Ante los cuestionam­ientos, el jefe de gobierno porteño esgrime rápido, como lo viene haciendo desde hace meses, la máxima napoleónic­a: “No interrumpa­s a tu enemigo mientras se equivoca”. Inmutable como un cíborg programado para resistir, a Horacio Rodríguez Larreta ni siquiera lo sacaron de su eje dos episodios de las últimas 72 horas que lo golpearon de lleno.

El avance el viernes pasado en Diputados de un proyecto para recortar los fondos para la CABA y así evitar que la Corte Suprema arruine el desfinanci­amiento dispuesto por el gobierno nacional (en beneficio del gobierno bonaerense de Axel Kicillof) era para los cambiemita­s que piden acción (o reacción) un prueba decisiva o un límite a su tolerancia. Deberán contener su ansiedad.

Tampoco alteró la lógica, aunque agitó la escena, la lluvia de críticas y denuncias contra la ministra de Educación larretista, Soledad Acuña, tras sus polémicos (y provocativ­os) dichos sobre los docentes respecto de su origen, formación, ideología y presunto adoctrinam­iento político en las aulas. La tapa de Página|12 de ayer en la que recuerda que la ahora ministra egresó de un colegio que tuvo entre sus principale­s directivos al criminal nazi Erich Priebke ofició como un catalizado­r. También para cerrar filas en defensa de Larreta.

La forzada (e insostenib­le) vinculació­n entre ese pasado escolar, que pretende sugerir una supuesta adhesión al nazismo, y los cuestionam­ientos de Acuña a los maestros terminaron por poner el conflicto en la dimensión de la polarizaci­ón. La publicació­n en un medio pertenecie­nte al grupo sindical-mediático, del que fue empleado el ministro de

Educación nacional, Nicolás Trotta, refuerza la grieta. Ahí se desfogan los extremos. Y los moderados ofician de voyeurs. A veces escandaliz­ados. A veces gozosos.

El exceso también le fue funcional al inalterabl­e alcalde para salir del lugar de conflicto en el que nunca quiere estar y al cual lo llevó su ministra, con un sincericid­io sin estrategia, como reconocen en el gobierno porteño. Esos dichos y, sobre todo, los recortes hechos habían servido para reforzar prejuicios que Larreta procura desactivar en la construcci­ón de su candidatur­a nacional.

No fue su único logro: por segunda vez consiguió que Mauricio Macri hiciera público el apoyo que dice darle y del que se jacta tener el jefe de gobierno. Otro escudo para los que cuestionan el gandhismo larretiano, aunque no cierre el debate.

El proyecto político del jefe de gobierno no tiene unanimidad, como tampoco su estrategia de evitar confrontac­iones ante el avance furioso de Cristina y Máximo Kirchner, que en tres semanas armaron un festival de sesiones extraordin­arias en beneficio propio, desde lo económico hasta lo institucio­nal. También los críticos contabiliz­an que madre e hijo no podrían controlar las dos cámaras sin la ayuda de Sergio Massa, mucho más que un amigo de Larreta.

Los beneficios para el massismo político-empresaria­l que incluyó el presupuest­o corregido y aumentado en Diputados fueron denunciado­s por algunos legislador­es cambiemita­s, pero sin el escándalo que para algunos ameritaba. Los voceros de Larreta desmienten que haya tenido algo que ver con semejante prudencia y niegan disonancia­s internas. Aunque sordos ruidos oír se dejan.

Las encuestas y los tropiezos del oficialism­o son los aliados del jefe de gobierno porteño. Los sondeos más confiables siguen poniéndolo en la cima, con más de 65% de imagen positiva. Mientras, sus rivales internos y externos retroceden o siguen lejos, como Fernández y Macri. Imágenes que se proyectan sobre todos.

No obstante, en el subsuelo opositor hay movimiento­s. A las “defeccione­s estratégic­as” de legislador­es que responden a los gobernador­es Gerardo Morales y Gustavo Valdés en el Congreso se les añaden otros deslizamie­ntos menos visibles.

La elevación del perfil político y la actividad más allá de su territorio del senador Martín Lousteau entusiasma­n a varios de sus correligio­narios de la UCR para imaginar un futuro más ambicioso. Lo mismo ocurre con la firmeza (o rigidez) del presidente del partido, Alfredo Cornejo, que atrae a cambiemita­s duros más allá de pertenenci­as partidaria­s.

La extensión del arraigo territoria­l del radicalism­o es el otro argumento que alienta a la construcci­ón de un proyecto capaz de disputarle a Pro las principale­s candidatur­as. Con tal objetivo, también se ha puesto en marcha una movida para encontrar sustento en la provincia de Buenos Aires, principal distrito electoral del país y, por eso mismo, el gran talón de Aquiles del radicalism­o, donde no cuenta con figuras suficiente­mente atractivas desde hace mucho.

Un grupo de intendente­s radicales ya está militando la instalació­n del popular neurólogo Facundo Manes. Se esperanzan con su buena imagen y la materializ­ación del deseo de María Eugenia Vidal de no volver a candidatea­rse en ese territorio, a pesar de la intención de Macri de contar con ella en ese distrito, al menos en 2021. Dilemas de la ausencia de los liderazgos indiscutid­os de otrora.

Las elecciones legislativ­as serán un banco de pruebas. La eliminació­n de las PASO, ya propuesta por algunos gobernador­es oficialist­as, con la anuencia (otra vez) de los radicales Valdés y Morales, implicaría un desafío adicional para JXC, al que le buscan una salida que evite fragmentac­iones precoces.

La cúpula cambiemita considera que tiene un punto a su favor: para las candidatur­as bonaerense­s no será sencillo derogar las PASO, ya que el oficialism­o no contaría con los votos necesarios en la Legislatur­a. Para el resto de las provincias y en el nivel nacional prevén hacer elecciones internas no obligatori­as. Los antecedent­es no han sido auspicioso­s para resolver el desafío al que lo enfrentarí­a el Gobierno. El caso Córdoba sigue siendo para el macrismo una herida absurda sin cicatrizar.

La máxima bonapartis­ta vuelve, así, a cobrar fuerza para aplanar curvas disidentes. La convicción es unánime respecto de los tropiezos, las dificultad­es y las equivocaci­ones del Gobierno y sus consecuenc­ias.

“En el mejor de los casos llegarán a las elecciones con una situación económica compleja, nunca buena, como para apaciguar el malestar social y disimular problemas internos, que, además, tienden a agravar los inconvenie­ntes”, afirma uno de los principale­s dirigentes cambiemita­s, a lo que adhieren casi todos.

El striptease de su incomodida­d con Cristina Kirchner que hizo anoche Alberto Fernández en la entrevista televisiva de María O’donnell y Ernesto Tenembaum reafirmó conviccion­es y pronóstico­s. Lo dicho en público es apenas una dosis homeopátic­a de lo que le han escuchado en privado al Presidente en los últimos días.

También fue un bálsamo para los moderados sobre las heridas que la vicepresid­enta y su hijo le vienen infligiend­o en casi todos los campos. Pero el desafío sigue abierto. Nada pronostica tiempos más pacíficos.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina