LA NACION

Aumenta la tensión en Etiopía y se teme una guerra civil

ULTIMÁTUM. El gobierno de Abiy Ahmed les dio 72 horas a los rebeldes de la región de Tigray para que se rindan al ejército

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ADDIS ADEBA.– El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, les dio un ultimátum de 72 horas a los dirigentes de la región disidente del Tigray para que se rindan, pocas horas después de que el ejército del país anunció un inminente ataque contra la capital de esa zona del país.

“El camino hacia su destrucció­n llega al final y les pedimos que se rindan en las próximas 72 horas”, aseguró Ahmed en un comunicado dirigido a los líderes del Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF), al frente de esta región situada en el norte de Etiopía, en el este de África. “Aprovechen la última oportunida­d”, añadió el primer ministro, que el año último fue premiado con el Nobel de la Paz en 2019 por poner fin a la guerra de veinte años entre su país y Eritrea.

Antes del anuncio del ultimátum, el ejército etíope había advertido sobre un inminente ataque contra Mekele, la capital de la región disidente y sede del ejecutivo local, al que el gobierno federal intenta derrocar, instando a la población civil a huir mientras haya tiempo todavía.

“La próxima batalla decisiva será rodear Mekele con tanques”, destacó el vocero militar Dejene Tsegaye ante medios gubernamen­tales, amenazando con establecer un sitio de la ciudad, bastión del Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF), que controla toda la región.

El vocero se dirigió al medio millón de habitantes de la ciudad: “Sálvense. Han sido dadas las directivas para apartarse de la junta, luego ya no habrá la menor piedad”. “La población de Mekele está avisada: protéjanse de la artillería pesada”, añadió.

El conflicto entre el gobierno de Etiopía yelTPLF comenzó el 4 de noviembre,después deque ah medac usó ala guerrilla de la región disidente de haber atacado dos puestos militares, un hecho que los rebeldes niegan.

El líder del TPLF, Debretsion Gebremicha­el, respondió al anuncio de la ofensiva sobre la capital y prometió “combates encarnizad­os” para frenar el avance del ejército. “Seguirán pagando un precio por cada movimiento que hagan”, declaró. También sostuvo que un ataque contra Mekele no supondría el final del conflicto: “Mientras las fuerzas de ocupación estén en el Tigray, los combates seguirán”.

El sábado último, el gobierno afirmó que el ejército federal avanzaba hacia Mekele y ya había tomado el control de varias ciudades, incluidas Aksum y Adigrat, a unos 117 km al norte de la capital regional.

“Las fuerzas militares han tomado bajo su control la ciudad de Edaga Hamus, ubicada en la carretera entre Adigrat y Mekele”, a 100 kilómetros de esta, señaló ayer una agencia gubernamen­tal, Ethiopia State of Emergency Fact Check.

Ninguna afirmación de las partes ha podido ser verificada apoyándose en fuentes independie­ntes, puesto que la zona de Tigray está prácticame­nte aislada del mundo.

El TPLF indicó el sábado que algunos civiles habían muerto en un “intenso bombardeo” contra Adigrat por parte del ejército etíope. Pero el gobierno afirma que el operativo militar no tiene por objetivo a la población civil.

No hay ningún balance preciso de los enfrentami­entos, en los que han muerto centenares de personas desde el 4 de noviembre, según una fuente independie­nte.

En este contexto, unos 36.000 etíopes llegaron huyendo a Sudán, según la Comisión de refugiados del país vecino.

Tras haber dominado durante 15 años la lucha armada en Etiopía contra el régimen militar-marxista del Derg, derrocado en 1991, el TPLF ha controlado con mano de hierro el aparato político y de seguridad del país, para después ser gradualmen­te marginado por Abiy Ahmed, pertenecie­nte a la etnia oromo, la más importante del país, desde que fue designado primer ministro, en 2018.

La tensión aumentó entre Addis Abeba y Tigray, que no reconoce la autoridad del Estado federal desde que se aplazaron las elecciones nacionales en agosto.

Cuando Abiy asumió el poder, anunció amplias reformas políticas que abrieron espacio para antiguos agravios étnicos. El TPLF dejó la coalición el año pasado.

Asimismo, sus líderes rechazaron la prolongaci­ón del mandato de los diputados por el parlamento federal –que terminaba en octubre de este año– y decidieron realizar unilateral­mente elecciones en su región en septiembre. Desde entonces, cada uno de los bandos considera al otro como ilegítimo.

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