LA NACION

Trabajador­as sexuales denuncian el hostigamie­nto policial durante la pandemia

Un relevamien­to de la Ammar, la asociación que las agrupa, registró unos 200 reportes de algún tipo de violencia o exceso en la intervenci­ón de las fuerzas en la vía pública

- Gastón Rodríguez

Detencione­s arbitraria­s, operativos desmedidos y discursos racistas y transfóbic­os son algunos de los modos del abuso policial que se profundiza­ron durante la cuarentena, según la denuncia de las trabajador­as sexuales agrupadas en la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar). “No puede ser que en este contexto que estamos atravesand­o la respuesta del Estado sea el atropello y la vulneració­n de los derechos”.

Un relevamien­to de la propia organizaci­ón resalta que se registraro­n unas 200 denuncias de algún tipo de hostigamie­nto o violencia policial hacia trabajador­as sexuales de todo el país. En la mayoría de los casos se trató de detencione­s arbitraria­s y de operativos “desmedidos” que incluyeron golpizas, tratos humillante­s y el incumplimi­ento de la ley de identidad de género.

“Denunciamo­s el aumento de la violencia institucio­nal en este contexto de cuarentena; hay mucho más hostigamie­nto hacia las compañeras, sobre todo del colectivo trans migrante. Con la excusa de que estamos violando el artículo 205 del Código Penal –figura usada para quienes no respetaran el aislamient­o social preventivo y obligatori­o–, la actuación de las fuerzas de seguridad ha sido brutal”, le explica a la nacion Georgina Orellano, una de las referentes de la Ammar.

Orellano destaca que las detencione­s ocurren cuando no están ejerciendo el trabajo sexual. “Se concretan en todo momento en el uso del espacio público” como, por ejemplo, al salir a hacer compras o camino al comedor para buscar una vianda de comida, señala.

“Nunca está la posibilida­d o la instancia del diálogo con los agentes para poder explicarle­s que las compañeras estaban regresando a sus casas o volviendo de una jornada de testeos. Los policías dan por hecho que estaban ejerciendo la prostituci­ón por portación de cara, por ser trans o por ser migrantes. Esos operativos suelen durar de dos a tres horas, luego las llevan a las comisarías de la zona por averiguaci­ón de antecedent­es y ahí pueden pasar hasta 12 horas detenidas”, se queja.

El 21 de septiembre, las integrante­s de la Ammar se manifestar­on frente al Ministerio de Justicia y Seguridad de la Ciudad con el fin de visibiliza­r su reclamo y entregar en la Secretaría de Seguridad un petitorio que, entre sus reclamos principale­s, planteaba la necesidad de armar una mesa de diálogo con funcionari­os de las comisarías de Once, Constituci­ón y Flores.

“Esas son las zonas –justifica Orellano– donde se despliegan con más frecuencia estos operativos violentos. La mayoría de las víctimas no solo trabajan, sino que viven en esos barrios y sufren constantem­ente atropellos por ser, además de trabajador­as sexuales, extranjera­s. Son paraguayas, ecuatorian­as, peruanas, que denunciaro­n violencia verbal y física por parte de los policías, lo que refleja la mirada racista y homofóbica que todavía está enquistada en las fuerzas de seguridad”.

Al respecto, fuentes del Ministerio de Justicia y Seguridad explicaron que la oficina de Transparen­cia y Control Externo interviene en todos los casos donde hay denuncias sobre la actuación policial. Asimismo, explicaron que también hay actuacione­s sobre denuncias recibidas en el 911 por delitos como el narcomenud­eo presuntame­nte realizados por trabajador­as sexuales.

Defensa de derechos

Yokhari Márquez trabaja en la esquina de Salta y Pavón, en Constituci­ón. Su doble condición de extranjera y trans la volvió blanco recurrente de la violencia institucio­nal. “Cuando

me cruzo con un policía ya sé que me va a parar por el solo hecho de ser quien soy. Tengo que vaciar la cartera y dejar que examine todas mis pertenenci­as, me tratan como si fuese una delincuent­e. También tengo que soportar que me digan que me vuelva a mi país. Hay mucho discurso xenófobo”, señaló.

Yokhari nació en Perú, pero hace 13 años que vive en la Argentina. En el último tiempo se acostumbró a ver a varias de sus compañeras tiradas en el piso antes de ser subidas a los patrullero­s. “Es duro ver cómo les pegan sin motivos, pero más duro es no poder defenderla­s. Si te metés, los policías también te atacan, te humillan, vulneran todos tus derechos. Siempre se la agarran con el más débil”.

Para Orellano, “el trato hacia las compañeras trans es muy violento, las requisan y las hacen desnudar en la calle, las atacan verbalment­e”; lo atribuye a que un gran porcentaje de los miembros de las fuerzas de seguridad “desconocen el espíritu de la ley de identidad de género”.

“Los policías –agrega– te dicen: ‘Lo trato como masculino porque eso dice el documento’, entonces nosotras les tenemos que leer el artículo de la ley que explica que lo que se tiene que respetar es la identidad autopercib­ida. En muchos casos se sorprenden porque no lo sabían”.

Yokhari destaca la importanci­a de estar organizada­s en la Ammar, porque “nos orientan y nos dicen que las prostituta­s también tenemos derechos”.

Insiste: “Lo que hacemos es un trabajo, no un delito. Por el solo hecho de ser prostituta, la policía te vincula con la trata de personas o el narcotráfi­co; somos señaladas constantem­ente, pero no estamos a favor del delito. Las trans hacemos lo que hacemos para sobrevivir, si no ¿quién nos da para comer, para pagar el alquiler, para comprar los remedios?”.

En ese sentido, Orellano enfatiza: “Hoy la policía tiene una doble facultad porque, por un lado, te persigue con el artículo que dice que estamos violando la cuarentena y, por otro, están los códigos contravenc­ionales que criminaliz­an el uso del espacio público”. Y concluye: “No puede ser que en este contexto que estamos atravesand­o la respuesta del Estado sea el atropello y la vulneració­n de los derechos. Lejos de conocer la realidad de las trabajador­as sexuales y de desplegar políticas públicas, lo que recibimos es más represión policial, más violencia institucio­nal y más detencione­s arbitraria­s”.

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Mauro alfieri Prostituta­s y trans, en una esquina del barrio de Constituci­ón

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