Un fondo de emergencia para paliar las consecuencias del Covid–19
Mientras rigió el ASPO fueron asistidas 5000 asociadas de Ammar
Desde el inicio de la cuarentena, la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (Ammar) creó un Fondo Nacional de Emergencia para atender las demandas de las trabajadoras sexuales en el actual contexto de pandemia que incluye, entre otras ayudas, la entrega de bolsones de comida y de artículos de limpieza para combatir eventuales contagios de Covid-19.
“En estos momentos no contamos con ningún ingreso económico. En los primeros meses de la cuarentena la plata de ese fondo estaba destinada a la compra de alimentos, pero en el último tiempo la principal demanda de las trabajadoras sexuales tiene que ver con saldar deudas. Más del 90% de las compañeras deben el alquiler del hotel, la pensión o el inquilinato donde viven, y en algunos casos esa deuda supera los 60.000 pesos”, detalla Orellano, referente de Ammar.
En la Casa roja, la sede que la Asociación tiene en el barrio porteño de Constitución, atienden por semana a unas 700 compañeras que se acercan a buscar las viandas y a pedir algún tipo de ayuda económica. Precisaron desde Ammar: “Desde el comienzo de la crisis por el Covid en la Argentina las trabajadoras hemos apoyado a 5000 compañeras de todo el país”.
“Las maneras que tenemos las trabajadoras sexuales de alquilar son precarias porque carecemos de recibos de sueldo y de garantías. Los contratos son de palabra y entonces los dueños ponen las condiciones que ellos quieren. Por ejemplo, hay compañeras que están pagando por una habitación de cuatro por cuatro hasta 22.000 pesos por mes, cuando otras personas pagan por el mismo cuarto entre 9 y 10.000 pesos. Es otro modo del abuso que soportamos por ser prostitutas, travestis y migrantes”, señala la referente de Ammar.
Desde la organización insisten en que durante el aislamiento social preventivo y obligatorio que rigió hasta hace unos pocos días las trabajadoras sexuales estuvieron imposibilitadas de prestar sus servicios, lo que tuvo como consecuencia para ellas una situación precarias que las redujo a un estado de mera subsistencia.
“El 96 por ciento de las trabajadoras mujeres –argumenta Orellano– somos madres y sostenes de hogar. Al no tener opción de generar ingresos, nuestras condiciones de vida se precarizan aún más”.